¿QUIERES
SER ESCRITOR, MUCHACHO?
La primera vez que se
dignaron en enviarme una nota de agradecimiento por mi interés en su editorial
equivocaron mi apellido con el de cualquier otro, así que volví a remitirles mi
novela. Ignoro si se percataron de su error –el de enviarme a mí una misiva
dirigida a otra persona o el de cambiar la denominación de origen de mi
linaje-, quizá simplemente les importase una mierda si me sentía ofendido,
apesadumbrado o molesto, o incluso si estaba planteándome seriamente la
posibilidad de suicidarme.
Volví a insistir unos meses después.
“Estimado señor Whittaker, tal y como le
dijimos en la última ocasión…”, y así sigue, “lenguaje procaz y soez, formas
necesitadas de un auténtico pulido a fondo”, etcétera, etcétera, “tómeselo con
más calma la próxima vez”. ¡Coño! Si ni siquiera saben con quien hablan; yo soy
Jacob Martín, sin señor ni don –ya lo decía mi padre, “don sin ‘din’…”-, ni
Whittaker ni Chinaski. ¿Quiénes son esos malditos tipos a los que no paran de
escribirles cartas que me envían a mí? A saber; un par de imbéciles, seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario