lunes, 29 de abril de 2013


"Cómo puedo ocuparme de relatar una historia que yo mismo voy averiguando a medida que la construyo, cómo puedo pasar parte de mi vida instalado en la ficción, haciendo suceder cosas que no suceden, con la extravagante y presuntuosa idea de que eso puede interesar algún día a alguien".
Javier Marías

martes, 23 de abril de 2013


MEMORIAS DE UN VIEJO PREMATURO
     Nací con veinte años, más o menos; esto es un hecho. El primer recuerdo que tengo -de cuando contaba con algo más de dos años- es oír a mi madre lamentándose de su mala suerte, utilizándome como confesor. Yo la observaba atento, en silencio, respetuosamente; tomaba nota.
     Con siete u ocho años -de edad física, que no mental- dejé de interesarme por los juegos con los que mis compañeros de clase disfrutaban en los recreos; dejaron de 'llamarme la atención' el fútbol y las canicas, los videojuegos y, algo más tarde, los cromos. El primer buen regalo -al menos que yo considerase como tal- que recuerdo haber recibido, fue un bolígrafo Inoxcrom retráctil plateado y azul que mi padre me compró cuando tenía siete años, el segundo fue -mejor dicho, es, pues aún lo conservo- una pluma estilográfica, muy juvenil, decorada con imágenes de 'ALF', que mi abuela me dio teniendo yo nueve años.
     Con once mi madre decidió que debía hablar con un psicólogo, "el niño es raro -decía ella-, en el colegio dicen que se pasa los recreos solo, paseando entre los árboles o sentado en unas gradas mirando hacia el cielo; cuando le preguntas por qué no juega, dice que prefiere pensar". El Doctor López Rodríguez -Francisco, de nombre- tuvo a bien explicarme que no tenía que sentirme culpable si no me interesaban las mismas cosas que a la mayoría de los críos de mi edad, que eso no me convertía en un bicho raro, sencillamente, era más maduro de lo que sería esperable a mi edad; "es como si hubieses nacido con veinte años -me dijo-, y durante el resto de tu vida probablemente mantengas esta proporción. Así, con diez, debes de haber vivido lo que muchos experimentarán durante toda su pubertad y adolescencia -era cierto; me había masturbado por primera vez un año atrás y, con sólo ocho, ya mostraba una obsesiva curiosidad por los pechos femeninos-, a los veinte es posible que te cuestiones muchas cosas en lo que, comúnmente, el resto de nosotros denominamos 'la crisis de los cuarenta' y te plantees más de un motivo -cierto también; con diecinueve ,e independicé simplemente porque sentía curiosidad por descubrir hasta qué punto sería autónomo en condiciones de libertad absoluta-. Es más que probable que con cincuenta seas como un septuagenario al que le dejan de importar los convencionalismos y la corrección política y te atrevas a hacer todo lo que te plazca sin miedo al clásico 'qué dirán' -de hecho, ya con algo menos de treinta comencé a sentirme así-. Supongo que para los sesenta, tu edad física y la mental, se equipararán".
     La mayoría de amistades que he frecuentado, han sido siempre mayores que yo; desde muy joven he preferido la compañía de ancianos y, de paso, también de los niños -esos seres tan sabios a los que nadie quiere escuchar y a quienes, en cambio, todos queremos pervertir y manipular con el fin de homogeneizar sus mentes-; recuerdo una ocasión en que mi padre, de unos cincuenta y cuatro años por aquel entonces, me dijo: "a veces se me olvida que eres mi hijo y creo que estoy hablando con mi hermano". Yo tenía veintiséis.
     Hoy en día mi DNI afirma que estoy a las puertas de los treinta y tres -lo que, si mis matemáticas no me engañan, quiere decir que paso, ahí arriba, en la 'sesera', del medio siglo-; sigo prefiriendo, en general, la conversación de aquellos que me superan en edad -mi padre, mi suegra, algunos de mis clientes jubilados- y sigo adorando la compañía de los más pequeños. Como si fuesen un recuerdo de todo aquello que me perdí por el simple hecho de nacer con veinte años. Aún hoy, sigo estando más cómodo moviéndome entre los dos extremos; de un lado el lugar al que siempre ha pertenecido mi mente, del otro la incógnita, la eterna añoranza de todo aquello que desconozco y que, sospecho, ya nunca podré tener.

¿YO? DISIDENTE

lunes, 22 de abril de 2013


El Infierno
es una terminal de aeropuerto
llena de víctimas
de un 'overbooking' bestial.

jueves, 18 de abril de 2013


"Uno cree que nunca podrá aceptar sin miedo la idea de la muerte. Cuando aún somos jóvenes, la vemos tan lejana, tan remota en el tiempo, que su misma distancia la hace inaceptable. Luego ya, a medida que los años van pasando, es justamente lo contrario -su mayor cercanía- la que nos llena de temor y nos impide en todo instante mirarla cara a cara. Pero, en cualquiera de los casos, el miedo es siempre el mismo: miedo a la iniquidad, miedo a la destrucción, miedo al frío infinito que el olvido comporta".
Julio Llamazares de su obra LA LLUVIA AMARILLA (1988)

Y TODO ES CUESTIÓN DE ACTITUD
     Caminábamos a lo largo de una carretera desierta que debía de llevar abandonada desde el final de la Gran Guerra; no teníamos destino, ni intenciones más allá de seguir en movimiento, recordando todo lo que nuestros mayores nos habían contado acerca del mundo en tiempos pretéritos y desconocidos.
     -Hoy me siento bien, muchachos, realmente bien -comentó en voz alta Ernesto, uno de los más jóvenes del grupo-.
     -Tampoco importaría mucho que fuese de otra forma, ¿no creéis? -comenta en un susurro nada sutil, con una socarrona sonrisa en el semblante, Juan, uno de los veteranos con ya casi treinta años-.
     -Me resulta tan graciosa tu actitud Juan.
     -No veo qué puede tener de graciosa.
     -Apenas tienes siete años más que yo -comienza Ernesto-, diez más que el benjamín de los casi cincuenta que somos; hace menos de cuarenta años, eso te habría incluido en el mismo saco que a prácticamente todos nosotros. ¿Qué te hace pensar que has visto algo que no hayamos presenciado los demás, o que en tu historia personal existan manchas distintas a las de cualquiera de tus compañeros?
     -Algún día, Ernestito, acabarás igual que lo hicieron tu padre o el mío, muerto demasiado joven para que algo de todo esto tenga sentido.
     -Supongo que tienes razón Juan, pero, mientras tanto, yo pienso seguir concediéndole valor a cada minuto regalado en este precioso planeta.

domingo, 14 de abril de 2013


     Ella se quitó la blusa, dejando ver que debajo, no había nada más que una sedosa y blanca piel. Él se acercó a ella, las manos adelantadas; con la izquierda rodeó su cintura, con la derecha acarició su cuello mientras sus labios se acercaban a los de ella. Ambos cerraron los ojos; el sabor del primer beso después de muchas noches soñándolo, la emoción de los primeros descubrimientos. Hoy tiemblan sus cuerpos, mañana todo será un poquito más familiar.
     Horas más tarde, en mitad de la noche, él, que no puede dormir, observa el inerte rostro de ella respirando sigilosamente. Al cabo de un rato Jacob se levanta, sin hacer ningún ruido se aproxima al escritorio que espera en la entrada de la habitación y al cuaderno que en él descansa, lo abre y, tomando un bolígrafo de tinta negra en su mano derecha, comienza a escribir:
     "Ya nunca volverás a besarla por primera vez, muchacho. La emoción de descubrir el sabor de sus labios, al fin, dejará paso a la sensación de vuelta al hogar, familiaridad. No volverás a ser el embaucador que la ha convencido, en cambio, te convertirás en su cómplice y juntos os engañaréis a vosotros mismos. Cuando se despierte le dirás por vez primera en vuestras vidas, que la amas; ya nunca más volverás a dudar antes de hacerlo, el enamoramiento se irá y el amor lo sustituirá. Retenlo muchacho; retenlo en tu corazón, hazlo por los dos. No olvides el brillo de esos ojos el día que te descubrieron, no dejes atrás el recuerdo del escalofrío que te recorrió el cuerpo con la primera caricia furtiva, no silencies los gritos que ahora mismo está dando tu corazón".

viernes, 12 de abril de 2013


EL ESCRITOR Y SU ENTORNO


Rómpete la espalda luchando
contra todas esas causas perdidas acumuladas
en la lista de tareas pendientes,
recorre caminos que son viejos conocidos
intentando descubrir algo nuevo,
peléate con tus miedos y fronteras
demostrándoles quién manda aquí,
no amedrantes tu espíritu nunca,
no decaigas en tu propósito noble;
la vida es, y siempre será así, de los que arriesgan.

miércoles, 10 de abril de 2013


"Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender".
Alvin Toffler

martes, 9 de abril de 2013


MELANCOLÍA
     Te eché un vistazo desde ahí arriba, desde donde pocos hombres se atreven a observarte, desde un sitio que, en realidad, no está ni arriba ni abajo ni en medio de nada, desde un lugar que no entiende las reglas de las tres dimensiones que un buen día el hombre decidió sacarse de la manga para sorprender a cualquier posible vecino con el que se pudiera encontrar algún día.
     Así que te eché un vistazo; estabas realmente bonita, con tu luz y tu oscuridad confundiéndose en tu rostro, con todas las esperanzas de medio mundo al despertar y con todos los sueños del otro medio al descansar, depositadas en algún rincón de tu cuerpo. Pensé, irremisiblemente, en todas esas guerras que debían estar librándose dentro de ti en ese preciso momento, en todas las estupideces que alguien podía estar susurrándote a voces o gritándote sin mover los labios.
     Pensé en la muerte, en la decadencia...; sentí la melancolía apoderarse de mí y pregunté "por qué". Más tarde, y sin venir mucho a cuento, recordé el título de una novela de Blasco Ibáñez escrita en 1908 y llevada al cine en cuatro ocasiones durante el siglo XX; 'Sangre en la arena'.

domingo, 7 de abril de 2013


     Un día compras un libro, el último que te queda por leer de cierto escritor al que realmente admiras; así que lo retienes en la línea de salida durante unos cuantos meses, incluso puede que un par de años, permitiendo que otros recién llegados lo adelanten a la hora de ser devorados. El tiempo pasa y tus expectativas crecen, aumenta tu ansia, tu necesidad de engullirlo al fin y, una vez más -ésta la última-, relamerte con cada palabra, asombrarte con cada imagen, revolcarte en cada giro, saltar con cada sorpresa y sentir, nuevamente, la necesidad de tomar un avión -o una máquina del tiempo-, presentarte ante la mismísima puerta de la casa del tipo en cuestión y darle las gracias por haber escrito semejante obra maestra.
     Supongo que todo aquel que se embarque en esta aventura que es la Literatura, debería aspirar a conseguir que al menos una vez en la Historia, esto le suceda a, por lo menos, una persona con uno de sus libros. Eso, sin duda alguna, sería mejor aún que el hecho de que le pongan tu nombre a una calle de una ciudad que jamás has visitado.

viernes, 5 de abril de 2013


LOS MOTIVOS
     Cuando aquello que, hace un tiempo te ilusionaba, despertaba tu emoción y dibujaba una sonrisa esperanzada en tu cara, se torna frustración y desasosiego, llega el momento de decir adiós.
     Sin duda alguna, resulta difícil despedirse de tus propias 'criaturas', del fruto de tus devaneos y tensiones internas, dejarles marchar como si de adultos se tratase cuando aún no han cumplido ni la mayoría de edad; pero aún más aterrador es asistir impotente a la caída de las bases sobre las que tu obra debiera sustentarse. Decir adiós no es complicado, sí lo es, en cambio, hacerlo en el momento adecuado; a saber, exactamente después de haberlo puesto todo de tu parte para evitarlo, y justamente antes de traicionarte a ti mismo y, por extensión, al mundo entero.

jueves, 4 de abril de 2013


CIGARRILOS ELÉCTRICOS
     -Cigarrillos eléctricos -dice una escuálida y pálida azafata a través de los altavoces, reclamando mi atención-.
     ¿No serán 'electrónicos'?, pienso yo; pero ella continúa en sus trece.
     -Cigarrillos eléctricos -repite ella con acento británico-; ideales para fumar sin molestar a sus vecinos. Ya puede disponer de los auténticos cigarrillos eléctricos que le permiten fumar en cualquier edificio público, en trenes y autobuses, o en este mismo avión. Al fin puede tener la cantidad exacta de nicotina que su cuerpo necesita para estar bien sin molestar con su humo a los demás.
     ¡Coño!, me digo; 'la cantidad exacta que su cuerpo necesita para estar bien'. A ver si es que me duele el pie derecho por culpa de mi resistencia a convertirme en fumador.
     -Además los cigarrillos eléctricos duran más que dos paquetes de tabaco normal y cuestan sólo la mitad. También pueden adquirir nuestra exclusiva lotería -sigue ella, tan locuaz y desprendida, manteniéndonos informados por nuestro bien-; dieciséis millones de euros para usted, para todos ustedes.
     ¿En serio? ¿Dieciséis kilos para cada uno de los ciento quince pasajeros de este vuelo? Ahora entiendo por qué mañana la compañía dejará de operar.
     -Gane nuestra lotería y cómprese todo lo que necesita -ojo, no lo que quiera, lo que necesita-; una casa más grande, un coche deportivo o un yate, o los dos. Incluso un avión privado para no tener que volver a viajar rodeado de gente -y así, de paso, poder fumar en él-, o para no volver a oírme a mí decir estas tonterías.
     -La primera cosa lógica que te oigo decir, muchacha -vocifero yo-; dame todos los números, por favor.

EL OFICIO DEL ESCRITOR
     Me preguntó "a qué te dedicas".
     "A pegarme con las palabras", le respondí; y ante su cara de asombro, le aclaré, "soy escritor".

lunes, 1 de abril de 2013


CAE LA TARDE EN SALOBREÑA (POEMA SIN PALABRAS)


"Para que todo saliera bien deberían ser buenos todos, cosa que no espero ver hasta dentro de muchos años".
Tomás Moro de su obra UTOPÍA (1516)

"Que nadie se queje; lo hemos vendido todo, tu nombre, el mío, a precio reducido".
Coque Malla