viernes, 27 de febrero de 2015

"Era innegable que todos esos anuncios repartidos por todo Londres y por todas las ciudades de Inglaterra contribuían a descomponer la mente humana".
George Orwell de su novela 'QUE NO MUERA LA ASPIDISTRA' (1936)

lunes, 23 de febrero de 2015

EL CORREDOR
     Aún no ha amanecido y el corredor ya está de vuelta. Se ha levantado muy temprano, antes incluso de que muchos jóvenes infinitamente más fuertes que él iniciasen el camino de regreso a sus hogares después de otra noche de viernes, se ha calzado su par de zapatillas niponas y se ha lanzado a la carretera.
     No ha tardado mucho en cruzar los límites de la ciudad y adentrarse en sinuosos y oscuros caminos de montaña, iluminado sólo por alguna estrella que ha conseguido abrirse paso entre las nubes y por las viejas farolas que aún conservan en sus entradas las pocas casas de monte aún habitadas. El corredor es así, confía siempre en su instinto, en su memoria, en tener a Dios de su lado, nunca duda, jamás permite que su pulso tiemble porque no acepta la posibilidad de que algo salga mal.
     Ha disfrutado de su carrera bajo la lluvia; el corredor es así, siempre corriendo, siempre pensando carreras o correrías o correteos. En realidad ha sido así toda su vida, todo un corredor, aunque él no lo sepa o lo niegue porque empezó a correr a los veinticinco, cuando el cuerpo de un hombre ha alcanzado su máximo potencial y se ve avocado a iniciar un camino de descenso tortuoso y progresivo hacia la decrepitud. El corredor está convencido de que ahí, el primer día que se puso un par de zapatillas horteras y llamativas, fue cuando comenzó a ser un corredor; pero se equivoca, corría dentro de la virilidad de su padre, y más tarde en la maternidad potencial de su madre, corría cuando buscaba respuesta a preguntas que incomodaban a sus abuelos y padres primero, a sus maestros más tarde y a sus superiores después. El corredor lleva toda su vida corriendo; lo ha hecho dentro de su cuerpo, encerrado en las sólidas paredes que delimitan su figura; aún hoy, cuando sus piernas se mueven a gran velocidad durante horas, a través de kilómetros de sudor y sonrisas, aún hoy su mente sigue llevándole la delantera a su voluntarioso y aún así rezagado cuerpo.
     El corredor ha nacido para correr, él lo sabe, y seguirá corriendo hasta que la última neurona que en su interior quede en pie decida rendirse y claudicar. El corredor no sabe hacer otra cosa, correr es su religión, su filosofía, y correrá hacia el ocaso de su vida, hacia el fin de los días, siempre buscando la forma de alcanzar un par de metros más.

domingo, 22 de febrero de 2015

GATTACA
     Anton no podía entenderlo -"cómo lo consigues, cómo"-; él era más fuerte que su hermano, más joven, y estaba más sano -ningún problema crónico, nada como la cardiopatía severa de su hermano Vincent-. A pesar de todo le había ganado, una y otra vez; siempre conseguía llegar más lejos cuando jugaban a adentrarse en el mar, antes de decidirse a dar la vuelta al borde de la extenuación.
     -Cómo lo consigues, Vincent; ¿cómo has podido conseguirlo? -le preguntó por fin, después de años de rencor y odio fundamentados en la incredulidad-.
     -¿Quieres saber cómo lo conseguí? -dijo Vincent al fin-; así es como lo conseguí: jamás me reservé nada para la vuelta.

martes, 17 de febrero de 2015

MUNDIAL 82
     Un alto en el camino. Refugio de otro tiempo, reflejo de un pasado eterno, detenido hace más de treinta años; entonces yo era un crío acumulando malos recuerdos. No creo que fuera culpable, supongo que no lo merecía -quiero pensar que es así, que ningún crío puede ser culpable a esa edad-, pero alguna vez he dudado: ¿se puede ser inocente y aún así cumplir cruel condena?
     Hacía mucho tiempo, más de diez años, que no viajaba tan atrás; ahora soy un hombre, soy padre, y no puedo evitar sentirme responsable de la sonrisa de mi hija. Soy yo quien tiene una obligación perpetua con ella, soy yo quien ha contraído una deuda con ella. Yo te pedí que vinieses, yo supliqué por ti; y tú viniste, gracias. Gracias por traerme tu sonrisa, tu mirada..., gracias por dibujar en mi rostro un nuevo mapa para hallar la felicidad.
     A mi alrededor el eterno pasado sigue su lento y engañoso movimiento; sin duda para unos cuantos ésta es la mejor de las posibilidades. No para mí; con cierto esfuerzo me pongo de pie y me encamino hacia la puerta, me despido con un susurro, "adiós...", vuelvo a casa, vuelvo a ti.

jueves, 12 de febrero de 2015

EL ARTISTA FUNAMBULISTA
Yo soy un obrero
del espacio y el tiempo,
no espero la oportunidad,
no aguardo en silencio,
no hay esquina segura
para mi arte;
yo conjugo emociones,
trabajo con lo que tengo:
distancia y ausencia...
y un millón de películas
pendientes de proyectar.

domingo, 8 de febrero de 2015

¿POR QUÉ CORRES?
"Yo digo 'nuestra' como el esclavo dice 'nuestro amo'. Trágica necesidad de posesión: mis estudios, mi regimiento, mi juez, mi verdugo".
Georges Duhamel de su novela 'DIARIO DE SALAVIN' (1927)

viernes, 6 de febrero de 2015

HOPE (o EL PODER DEL ESCRITOR)
     Creció dando tumbos, cada vez más lejos del lugar en el que había nacido, gracias al trabajo de su padre como analista de sistemas para el ejército; estaba acostumbrada al movimiento, así que, cuando cumplió los dieciocho, miró al viejo mapamundi que colgaba en la pared del despacho de su padre, de todos los despachos que su padre había tenido, y eligió uno de los pocos países que no había visitado aún.
     Conoció a Ewan en una granja de Nueva Zelanda en la que ella ayudaba con las tareas domésticas y él domaba caballos; pronto surgió el amor. Ella era feliz, él era él, y no hace falta decir más. La noche en que iba a decirle que estaba en cinta, una fuerte tormenta se desató obligó a Ewan a salir a apaciguar a unos nerviosos caballos salvajes. Nadie podría haberse figurado que después de tantos años, un caballo asustado fuese el causante de su trágico final.
     Después de todo un año de felicidad, Laura volvía a estar sola, a sentirse sola, a saberse sola, igual que toda su vida antes de él. Durante los siguientes meses Laura sólo hablaba con su bebé aún no nato; decidió que sería niña, y la llamó Hope, 'esperanza' en inglés.
     Serás alta como tu padre, y rubia como él, con su cabello ensortijado y sus gruesos labios -le decía dirigiéndose a su creciente barriga-, y sobre todo, igual que él, harás sonreír a todo aquel que tenga la suerte de conocerte.
* * *
     Aquí es donde el escritor decide: dejar que Hope nazca y crezca para terminar huyendo a los dieciocho -igual que su madre-, harta del gigantesco peso que Laura ha cargado sobre su espalda desde mucho antes incluso de llegar al mundo, o acabar con su vida en el vientre, antes del alumbramiento, y llevar así a Laura a la más absoluta de las locuras, dejarla con la única opción del suicidio. Tal es el poder del escritor; ¿qué hacer con él?

jueves, 5 de febrero de 2015

ÁNGEL STANICH
     "Último aviso para los pasajeros con destino a la Meca Ambulante..."; despliega tus historias de frontera de barrio recogiéndote en ti mismo, como si fueses un armadillo asustado que ignora lo fuerte que puede llegar a ser.
     Es bueno encontrarse con tipos así de vez en cuando; hombres dispuestos a cualquier cosa, capaces de recordarte que no eres parte del mobiliario: "ya estoy cansado de hablar, creo que voy a disparar". Muévete.
     No es el pelo descuidado, ni la hirsuta barba o las gafas oscuras, no son las zapatillas gastadas ni las botas rancheras, no se trata de lo rápido que puedas rascar las cuerdas de tu guitarra, tampoco es cuestión de escupir más palabras; la única clave a tener en cuenta es el misterio. "Estuve en el cruce, estuve con él; su traje de luces, su negro corcel".

domingo, 1 de febrero de 2015

TAMBIÉN LOS HÉROES TERMINAN CLAUDICANDO
     Agotamiento es sólo una palabra, un concepto, una idea incapaz de nada; tres jornadas laborales consecutivas de más de doce horas ininterrumpidas, un estado, algo transitorio, frugal aunque doloroso, una estupidez que antes o después cesará. Adiós a las armas, adiós al amor... ¡tiempo muerto!, por favor, tiempo muerto o rendición incondicional, por el amor de Dios.