El tiempo se agota, me dices, se nos
escapan los minutos entre los dedos mientras apretamos las manos en un inútil
acto reflejo y primario. A mí me asaltan tres mil colecciones de diferentes 'asuntos
pendientes', cada cual más urgente que sus vecinos -por supuesto-, al tiempo
que constato que has dejado de llorar; se agota, repites serena y ensimismada,
ya nada resulta tan importante, ahora que no hay tiempo para nada más que
sentarse y esperar el final.
miércoles, 31 de diciembre de 2014
domingo, 28 de diciembre de 2014
"Las
tazas de váter en los cuartos de baño modernos se elevan del suelo como flores
blancas de nenúfar. El arquitecto hace todo lo posible para que el cuerpo
olvide sus miserias y el hombre no sepa qué pasa con los residuos de sus
entrañas cuando rumorea por encima de ellos el agua violentamente salida del
depósito. Los tubos de la canalización, aunque llegan con sus tentáculos hasta
nuestras casas, están cuidadosamente ocultos a nuestra vista y nosotros no
sabemos nada de la invisible Venecia de mierda sobre la cual están edificados
nuestros cuartos de baño, habitaciones, salas de baile y parlamentos".
Milan Kundera de su obra 'LA INSOPORTABLE LEVEDAD
DEL SER' (1984)
viernes, 26 de diciembre de 2014
PALABRAS DE DESPEDIDA
Algunas frases resultan lapidarias; es un
hecho, de la misma forma en que otras incitan a la acción, mueven masas y
derrotan tiranos, cambian el sentido de la historia o elevan el ánimo
colectivo, existen combinaciones de palabras que te plantan, directamente, al
borde del precipicio -uno, además, altísimo-, tan cerca de la caída que no
puedes evitar sentir que, en el fondo, no tiene mucho sentido resistirse a
ella. Entonces saltas.
Revoloteas, planeas durante un vertiginoso
descenso que, desde dentro, parece mucho menos acelerado de lo que es percibido
por todos esos observadores impasibles que ayer te saludaban sonriendo. "Bienvenido
a tú ocaso", dice alguno; sonríes, sin ganas, pero también sin fuerzas
para evitarlo. Esto se acaba.
Recuerdas cómo empezaste este viaje; era
otro tiempo, otro lugar, otra edad, otra fuerza, otras ganas. Piensas en
aquellas frases con las que comenzaste miles de escritos geniales que incitaron
a la acción, que movieron masas y derrotaron tiranos, que cambiaron el sentido
de la historia y elevaron el ánimo colectivo, y buscas en vano algo que decir ahora que el final está
frente a ti, mirándote a los ojos fijamente, casi como si te retase; una suerte
de epitafio glorioso, al menos digno. Pero todo esfuerzo resulta inútil, nunca
hay palabras adecuadas para la despedida, de la misma forma que tampoco las
hay, tantas y tantas veces, para dar fin a un ciclo, a una vida... a este
escrito.
lunes, 22 de diciembre de 2014
Hacía tiempo que no tenía la oportunidad de
salir a correr tranquilo, con tiempo suficiente -el necesario, al menos, para
disfrutar del paseo-.
Llovía, con violencia, como si un nuevo
diluvio bíblico se hubiese desencadenado y el fin de las especies comenzase por
su ciudad. Habría podido ir a la piscina, a nadar con ahínco o, sencillamente, sumergirse bajo el agua tibia
y dejar que las Leyes de Arquímedes hicieran su trabajo; pero no era lo mismo,
nunca lo ha sido. Nadar es sano, relajante, estimulante, pero... Calzarse un
par de zapatillas de chillones colores y salir a correr es más, mucho más que
practicar un deporte, el atletismo; correr, para él, es el último ejercicio de
libertad válido en estos días, le acerca a Dios y la naturaleza, le ayuda a
aclararse, a re-sintonizar tras poner el contador a cero, le trae recuerdos de
sus padres en otro tiempo -uno en el que todos ellos habían sido felices, los
tres, a la vez-, despierta en su interior un profundo sentimiento de amor hacia
ellos, sus padres, hacia su esposa y su hija, hacia todos y cada uno de los
habitantes del planeta. Le hace sonreír, de verdad, sintiendo la felicidad que
siempre debería experimentar quien sonríe.
Así que salió a correr; a pesar de la copiosa
lluvia, de la densa niebla que impedía ver más allá de los próximos doce o
quince metros, a pesar de los profundos baches convertidos en peligrosos
charcos y de los ríos que corrían por las empinadas calles, a pesar de todas
las miradas que, desde el calor y la comodidad de apartamentos con calefacción,
se asomaban a las ventanas para verle y
soltar una risotada. A pesar de todo ello, salió a correr, y su sudor se confundió
con la humedad de la niebla y las pesadas gotas de lluvia.
Llovía, con violencia, tanta que nadie
alcanzó a ver que, bajo la visera de su vieja gorra blanca, no podía dejar de
sonreír.
jueves, 18 de diciembre de 2014
TIEMPO
Tiempo..., todo se resume a su falsa
posesión, a la imposibilidad, aunque solamos creer lo contrario, de disponer de
él a voluntad.
Minutos deslizándose hacia un vacío irreversible,
irrecuperable e irresistible; días cayendo en la oscuridad del tiempo pasado,
que ya no es tiempo, pues una vez vivido se detiene en imágenes fijas,
instantáneas con las que decorar algún rincón de la propia casa o con las que
tapar alguna grieta inoportuna; años fulminados como milicianos atrapados al
final de la guerra, cuando ya no hacen falta rehenes y la necesidad de sangre
es tal que resulta sumamente fácil organizar un pelotón de fusilamiento en
pocos segundos.
Ayer no fue tan largo como hubiésemos
querido y hoy es una incógnita; olvidamos que todos los contenedores de tiempo
han sido definidos y acotados por matemáticos crueles que nos han condenado a
la finitud perpetua, al uniforme colegial, al minutero de un reloj de pared en
la más gris aula de un colegio sin jardines ni fuentes. Todos los días son
exactamente iguales por definición: una sucesión de segundos y minutos hasta
completar las fantásticas e insuficientes veinticuatro horas. Tal vez mañana,
pensamos, tal vez mañana sea diferente, quizá tenga un poquito más... un
poquito más de... tiempo.
viernes, 12 de diciembre de 2014
BUENOS TIEMPOS
Todo sonaba a nuevo aquellos días: Brian
Setzer sacaba sus primeros discos lejos de los Stray Cats y acompañado por una
'big band', el swing renacía de la mano de bandas como Royal Crown Revue o los
Big Bad Voodoo Daddy, yo tenía un grupo de rock con el que poníamos música
negra a la blanca voz de Mario Benedetti, Alan Boguslavsky grababa canciones
sentado en la cama de su habitación y tú... tú hacías el amor al rítmo de un
disco de Earl Hooker.
jueves, 11 de diciembre de 2014
"No
entendía por qué los muertos querían tener encima estas imitaciones de palacios.
Aquel cementerio era la soberbia convertida en piedra. En lugar de haberse
vuelto más razonables después de muertos, los habitantes del cementerio eran
aún más necios que cuando vivían. Exhibían su importancia en esos monumentos.
Los que descansaban ahí no eran padres, hermanos, hijos o abuelitas, sino
dignatarios y hombres públicos, portadores de títulos, distinciones y honores;
hasta los empleados de correos exponían aquí a la admiración pública su
posición, su importancia social, su dignidad".
Milan Kundera de su obra 'LA INSOPORTABLE LEVEDAD
DEL SER' (1984)
domingo, 7 de diciembre de 2014
BUFA LA CABRA
Este no es tu momento, que te quede claro.
Deberías de haberlo tenido claro desde mucho antes del inevitable comienzo del
mismo -el momento, ese que no me pertenece-.
"Bufa la cabra", gritaba un
muchacho hace dieciocho años en una academia de inglés del pueblo de mi madre;
"bufa la cabra", pues mira tú qué bien. Lo hacía -gritar- con
entusiasmo y frenesí, como si tuviese una misión: su mensaje debía llegar al
lugar predestinado, era de vital importancia.
En este espacio que no me pertenece, en
este momento que me han regalado, de cuando en cuando, se acercan a mí personas
que me ofrecen 'su apoyo'; me hablan de las dificultades a que se enfrenta la
cultura hoy en día y de lo complicado que resulta ubicarla en un entorno
mercantil, yo sonrío y asiento -y aprieto los dientes mientras subyugo las
apremiantes ganas de estampar un vaso de cristal lleno de cerveza en la cara de
alguno de mis interlocutores-. Todo está genial, todo es maravilloso,
fantástico; ¿sería tan amable de lamerme este dedito con el que acabo de
rascarme el culo? Gracias por su amabilidad.
Charles Bukovsky, Ken Kessey, Dostoyevski, Jean-Paul
Sartre, Unamuno, Tolstoi, Ray Loriga y... ¿yo? No, más bien aquel muchacho que
gritaba como un loco "bufa la cabra".
No es mi espacio, no es mi momento; lo
tengo bastante claro, estoy aquí de prestado. Aún hoy, sigo sin tener claro por
qué bufaba aquella maldita cabra.
viernes, 5 de diciembre de 2014
CANCIÓN NÚMERO 7
Todo empieza como suele hacerlo en estos
casos: primero confusión, después Faulkner -ruido y furia-, finalmente caos.
Cuerdas de acero tensadas hasta acercarse al vacío del acantilado; golpeadas,
manoseadas, arañadas con violenta necesidad animal. Pellejos, parches y cueros
resquebrajados a punto de ceder a la presión de la inmediatez testaruda.
Gargantas enrojecidas a punto de estallar en cascadas sanguinolentas de
verborrea estéril, yerma, incapaz de cumplir consigo misma.
Oscuridad...; la noche más larga, el
amanecer más lejano. El eco de risas invisibles rebotando de pared en pared, sordera
y ceguera urdiendo un plan maestro en contra de su protector. Hoy yacerás con
otro cuerpo dentro de otro nombre, con otro calor, en otra habitación alquilada;
mañana... ¿mañana?
lunes, 1 de diciembre de 2014
INSITENCIA PATOLÓGICA
-Antes
o después...
-Antes
o después -le interrumpió, como de costumbre, el lerdo de Jacobson, el hombre
eco-, antes o después -remarcó-.
-Antes
o después -volvió a empezar sin dejar de controlar de reojo a su tonto
escudero- tenía que pasar.
Estaba claro que tenía razón, pensé, pero
¿era necesario reincidir en ello una y otra vez, hacer leña del árbol caído?
Tras unos segundos, que ambos aprovecharon para dejarme las cosas claras una vez
más, decidí girarme sobre mí mismo e irme de allí sin decir palabra; no podía
con tanto odio, con tanta autocomplacencia, con tanta estupidez.
-Antes
o después -repitió el que se tenía por más listo mientras me alejaba-.
-Antes
o después -gritó el otro imbécil-.
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