domingo, 28 de septiembre de 2014
sábado, 27 de septiembre de 2014
miércoles, 24 de septiembre de 2014
En total, me sobraron tres palabras; en
serio, no sabía qué hacer con ellas, tan ligeras, tan poco definidas, tan
estúpidas e innecesarias. Pensé en conjugarlas, encadenarlas a través de sus...
nueve o diez millones de posibles combinaciones; semejante trabajo me tomó
días, meses de arduos esfuerzos no remunerados e improductivos. Nada. Así que,
al final, me decidí a desterrarlas, sin compasión ni réplicas posibles ni
recursos judiciales ni lágrimas ni espectáculos televisivos ni vuelta de hoja
ni remordimientos. Simplemente 'adiós'; mientras, ella se asomaba a la ventana
y aprendía a llorar.
domingo, 21 de septiembre de 2014
DEMASIADAS PÁGINAS EN BLANCO
Yo soy un tipo blanco, de metro setenta,
ojos pardos, complexión atlética, más bien fibroso y... cojones oscuros como
los de un negro zumbón; pelotas de negro, que no son negras sino moradas, como
si toda la sangre que uno lleva dentro hubiese pasado tanto tiempo concentrada
ahí, en la entrepierna, que ha terminado por dejar a la vista las consecuencias
de un trombo eréctil jamás padecido.
A mí me gusta beber cerveza; la relación
más larga que he mantenido hasta la fecha es la que tengo con el delicioso zumo
de cebada fermentado. Van casi veinte años y esto no tiene pinta de acercarse a
su fin. Me pregunto, ¿será ésta una de esas relaciones 'hasta que la muerte nos
separe'?
Demasiadas páginas en blanco y, aún así,
demasiadas cosas que decir, pugnando por ser las primeras en la lista de ideas
pendientes a punto de tomar forma. Demasiadas páginas en blanco, demasiados
bolígrafos de tinta líquida negra como las pantallas apagadas de los
televisores LCD modernos, demasiadas latas de cerveza abiertas antes de alanzar
la temperatura adecuada y abandonadas antes de verse vacías, demasiados
teléfonos móviles y ordenadores portátiles y tabletas digitales -no de
chocolate- dando por el culo con esos ruiditos suyos que te avisan de que
alguien quiere saber de ti y alguien quiere contarte alguna estupidez que te
importa una mierda y alguien quiere tocarte los cojones morados de negro
zumbón.
Sí señora, en el colmado también tenemos
pilas; nosotros éramos 'los chinos' de mediados del siglo XX. Tómese otro
refresco de naranja sentada en esta cómoda silla de mimbre mientras le preparo
la cuenta.
Yo, soy un hombre irascible, agrio, egoísta,
intransigente, déspota, moreno y con tendencias suicidas. Si me encuentra por
la calle, un domingo por la noche, camino del colmado, corra por su vida.
Demasiado tiempo libre ocupado en estúpidos
ejercicios innecesarios, irrelevantes, incapaces de aportar nada bueno, aptos
sólo para mentes corruptas, degeneradas, próximas a la putrefacción moral.
Demasiadas jornadas laborales desperdiciadas por culpa de un dolor de cabeza
recurrente e imaginario, falso, que acaba por despertar un terrible dolor de
cabeza real. Demasiadas tardes terminando borracho perdido en la trastienda del
colmado, acariciándote las pelotas moradas de negro zumbón con la mano
izquierda mientras, con la derecha llena de callos, te masturbas con la
violenta imperiosidad con que lo haría un mono titi al que un veterinario cualquiera
acabase de diagnosticar un cáncer terminal.
Y usted, padrecito, ¿en qué piensa cuando
se toca?
Yo soy un hombre con una idea asentada,
establecida, en lo más profundo de la cabeza: ni tú eras tan joven, ni yo soy
tan viejo.
sábado, 20 de septiembre de 2014
CASTA INVENCIBLE
Sus modales dejaban ver que, en el fondo,
no era más que otro bruto salido del campo, leído y puede que hasta relativamente
instruido, pero zafio y vulgar al final.
Eso sí, no estaba nada claro si disfrutaba
más de aquella lectura que nada tenía que ver con él, o del plato de huevos con
jamón y patatas sobre el que arremetía con feroz devoción.
"Simplemente
no lo sé. Lo único que sé es que creí relajarme un poco con él, luego lo
embrollé todo, lo mismo que lo embrollé todo la noche anterior tratando de
conversar con Viv, para contarle nuestro acuerdo con la Wakonda Pacific. Lo
mismo que lo enredo con todos, excepto con Joe Ben; él y yo realmente no
tenemos que hablar demasiado...".
Ken Kesey de
su novela 'CASTA INVENCIBLE' (1963)
jueves, 18 de septiembre de 2014
lunes, 15 de septiembre de 2014
domingo, 14 de septiembre de 2014
INSTRUCCIONES DE USO:
PONER UN DISCO DE MILES DAVIS
Y, PASADOS
DOS O TRES MINUTOS, EMPEZAR A LEER
Sucedió hace mucho tiempo; al menos lo
parece. Tú -ella- estabas lejos siempre; aquel día, aquella noche, no. Yo, en
cambio, por primera vez en mucho tiempo, aunque como de costumbre mucho antes,
no andaba cerca.
Tú me llamaste, yo estaba con ella, que no
era otra que tú misma -tú, la que fuiste cuando yo fui; los de mucho tiempo
atrás-; te observaba, aspiraba tu aroma, bebía de tus labios, me detenía un
rato para volver a bañarme en tus ojos y, de nuevo, otra vez a empezar. Tu
cuerpo volvía a presentarse desnudo ante mí, como aquella primera noche; yo te
besaba, te tocaba y te besaba de nuevo. Te estremecías, entre mis brazos,
perdida entre mis labios y mis dedos, te estremecías. Yo te besaba.
Comenzó a amanecer. Tú dormías sobre mi
lecho, entre mis sábanas impregnadas de nuestro mutuo sudor. Yo te miraba. Me
di cuenta de que tu cara no se difuminaba, como suele suceder con eso que
llamamos 'recuerdo'; entonces supe que eras real.
viernes, 12 de septiembre de 2014
TO BE
Rara vez es uno consciente del momento
exacto en que surge una idea, del origen preciso de una reflexión llamada al
crecimiento, del punto de inflexión al que después habrá de volverse; en este
caso, en cambio, tengo clarísimo cual fue 'el momento'.
"Estoy pobre", dijo el tío A,
"estoy pobre y no puedo comprártelo, no tengo dinero (aquí o ahora)".
El tío A, al igual que todos sus hermanos,
primos, hijos y amigos, pertenece a una burguesía bastante acomodada; no miente
cuando dice que 'está pobre', pues conoce la eventualidad de tal hecho: hoy -o
puede que durante cierta temporada más o menos prolongada- no dispone de medios
económicos abundantes a su alcance. Está, efectivamente, pobre.
A diferencia de lo que sucede con el
inglés, donde el verbo 'to be' se utiliza indistintamente para englobar
nuestros castizos 'ser' y 'estar', aquí no tenemos un único verbo capaz de
expresar sin distinción el estado -temporal- y el hecho -indefinido,
permanente, perdurable, duradero, eterno-.
Joaquín, en cambio, 'es pobre'; lo tiene
claro: "jamás he podido permitirme un buen par de zapatos con los que
resguardar mis pies del frío y la humedad invernales, soy pobre". Por
supuesto, Joaquín podría comprar un décimo de lotería agraciado con varios
millones, y es más que probable que algún día encuentre un trabajo bien
remunerado y su situación económica cambie radicalmente de signo; pero Joaquín
seguirá siendo -o al menos sintiéndose- pobre hasta el día de su muerte.
Resulta curiosa la fuerza de ciertas
palabras, de determinadas expresiones o estructuras gramaticales, la forma en
que su uso prolongado modela ideas en nuestros cerebros hasta arraigarlas de
forma incontestable; la magia de la dialéctica.
Después de crecer oyendo que 'eran pobres'
-sus padres, sus hermanos, él mismo... su familia entera-, Joaquín tiene claro
que es pobre; lo es, no lo está, y siempre lo será. Con esta certeza Joaquín
asume, amén de su inferioridad de medios económicos disponibles frente a
algunos de sus coetáneos, una serie de roles y limitaciones propias de los
individuos de su clase. Joaquín es pobre y, por lo tanto, ciertos lugares y privilegios
le están vetados de por vida; Joaquín no espera alojarse jamás en un hotel de
lujo, ni realizar un viaje en primera, ni ir a cenar a un restaurante con seis
meses de lista de espera, Joaquín no pedirá nunca un préstamo excesivamente
elevado para comprar una casa en la costa mediterránea con unas condiciones
increíblemente benévolas. Joaquín, incluso, terminará por asumir que no se
merece el sueldo que tendrá ni el trabajo que se lo proporcionará; Joaquín
llegará a ser neurocirujano -uno de los mejores de todo el mundo-, además de conservar
su puesto como miembro vitalicio del club de los pobres de facto, 'aunque últimamente
lleve una buena racha', por supuesto, de prestado.
martes, 9 de septiembre de 2014
domingo, 7 de septiembre de 2014
viernes, 5 de septiembre de 2014
IRREMEDIABLE
Para empezar, imagino, lo más correcto
sería organizarme; mis ideas, mis vivencias, quiero decir... lo que hasta el
momento he visto en este lugar tan... curioso -qué benévolo por mi parte, y a
la vez tan aséptico, que me da asco verme a frente a un espejo y pensar en que
ya sólo me suena de algo esa cara de pánfilo idiotizado y engreído que me
observa sin mucho interés, con desdén y chulería, creyéndose infinitamente
mejor que yo-.
La primera vez que estuve aquí terminé
borracho, besándome con cuatro, no, cinco mujeres, el novio de una de ellas y
uno de mis amigos. No negaré que la experiencia resultó tan divertida como
suena, con todos esos labios y esas lenguas danzando sin parar en un espacio
realmente reducido; pero el caso es que aquel tipo que reía mientras lamía
cocaína del pecho de una joven universitaria a la que acababa de conocer, no
era yo. Mi cara, mis manos, mi polla erecta y húmeda, mis nalgas apretadas, mi
lengua insaciable, efectivamente, pero no era yo.
Recuerdo otra visita en que me lie un porro
en medio de una discoteca llena de gente al tiempo que permitía que una
completa desconocida me hurgase en la bragueta; después de correrme en su mano,
me introdujo en uno de los bolsillos de mi americana un trocito de papel con su
número de teléfono. Lo tiré sin apenas echarle un vistazo.
En otra ocasión me follé a una de esas
rubias con mirada aborrecible y gesto de absoluto desprecio, sobre una mesa de
billar, ante la atenta mirada de diez o doce personas, camareros aparte. Cuando
terminé, pedí una pinta de cerveza que me bebí de un trago para acto seguido, a
voces, preguntar quién quería ser la siguiente; para sorpresa de algunos, una
morena de cabello ensortijado y nariz egipcia me tomó de la mano y me llevó al
cuarto de baño mientras me susurraba al oído "yo soy un poco tímida".
Indefectiblemente, siempre que partía, a la
mañana siguiente, al volante, rumbo al hogar, me sentía un ser despreciable, un
absoluto desconocido por el que todo lo que podía hacerse era llorar. Así
terminaba, antes o después, viéndome obligado a tomar la primera salida que
viese en la autopista, acuciado por la 'crecida' experimentada en las cuencas
de mis ojos; un viaje que normalmente llevaría hora y media, se convertía de
esta forma en una odisea moral, ética y sentimental de cuatro, cinco horas en
las que me veía forzado a detener mi marcha cada pocos kilómetros.
Al llegar a casa me prometía que aquella
había sido la última vez que me dejaba caer por allí, que nunca volvería a
pasearme por aquellas oscuras avenidas, ni visitaría sus lóbregos bares, no
hablaría jamás con otro camello ni haría tratos con otra desconocida vestida de
cuero negro ni entablaría conversaciones con personajes imaginarios salidos de
una novela de Bukovsky. No pensaba, jamás, caer de nuevo en la tentación de
enamorarme de un pensamiento o comenzar una relación con una idea.
Por desgracia, nunca conseguía mantenerme
en mis trece de no mantenerme en mis otras trece y, una noche más, arrancaba el
motor de mi coche y, rugiendo como un monstruo prehistórico, me abalanzaba
sobre la carretera hacia mi propio final, en busca de la más absoluta de las
decadencias, aquella sobre la que muchos hablan y muchos, muchísimos más,
callan forzados por el trágico -y habitual- desenlace de su obsesión.
Yo tuve suerte; en algún momento, a lo
largo de una noche especialmente cruel, un ángel recién caído del cielo -y por
ello, aún incorrupto- me encontró, se apiadó de mí tras observarme un rato, y
me rescató de mi mismo con un beso de esperanza y paz. Durante algún tiempo
fuimos felices...
Felices juntos, durante un tiempo, hasta
que una noche, cegado por la febril locura del abstemio, me propuse volver a
aquel lugar; nadie se interpondría en mi camino. Así que cogí las llaves, las
introduje en el contacto y pisé a fondo el acelerador.
Cuando regresé, dos días más tarde, me
encontré con la casa vacía; el ángel se había ido y, en su lugar, me había dejado
dibujado sobre el suelo del garaje, la silueta de dos alas rotas.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
DESPUÉS DEL BOLÍGRAFO RETRÁCTIL DE TINTA
LÍQUIDA
Tenemos...
revistas deportivas, revistas
pornográficas, financieras,
políticas y de ganchillo,
coleccionables troquelados,
fascículos dominicales,
libros del verano,
libros del momento,
libros del mes, del año,
de la década prodigiosa y
bandas sonoras originales,
platos desconchados de porcelana
finísima 'made in China',
trescientos mil millones de blogs y
aproximadamente dos o tres
opiniones originales
que realmente no lo son.
Nos
han regalado
una
escalera de seguridad,
un
hospital de cristal,
autopistas
que se elevan
muy
cerca del cielo
para
llevarnos debajo
del
mismísimo suelo;
tenemos
aparatos voladores,
aparatos
nadadores,
aparatos
terrestres y
aparatos
teletransportadores
llenos
de botones y colores,
un
par de pistolas
mal
engrasadas y una factura
por
un total de siete billones
de
almas condenadas
a
cambio del don
de
la futura modernidad.
Pero a pesar de todo ello,
aún tenemos que sacar
al bueno de Chuchi, "arf, arf",
a la vuelta de la esquina, a cagar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)