miércoles, 27 de abril de 2016

DESPIERTO Y ATENTO
     Reivindica, si quieres, si crees o quieres creer. ¿Cuánto tiempo te has tomado frente al espejo para pedirte cuentas a ti mismo?
     Ayer dudé; fueron apenas unos segundos durante los cuales el mundo entero siguió en movimiento. Yo no: me detuve, dudé. En algún lugar del planeta alguien perdió la vida en el transcurso de esos escasos segundos eternos, yo tan solo dudé.
     Estar despierto es, hoy más que nunca, una obligación moral; atento, un deber humano.

domingo, 24 de abril de 2016

I SEE THE LIGHT
     Todo el mundo tiene una historia que contar. Puede hacerlo buscando culpables o asumiendo culpas.
     Si todos nos responsabilizáramos de la parte que nos toca en todo aquello que no marcha bien, nadie tendría nada que reprocharle a ninguno de sus hermanos; iguales, sería más que un deseo, una realidad, la única posible.
     ¿Por qué no avanzamos entonces, si sólo nos costaría un pequeño paso? ¿Vago, egoísta? No, claro que no; el ser humano no es un tibio incapaz del movimiento, ni un agujero negro con pretensiones exageradas. Tan solo es -y de esto hablo por propia experiencia- un animalillo asustado, temeroso de sus propios sueños, de que sus capacidades no alcancen la medida de sus expectativas. Simplemente necesita una mano amiga en la espalda, guiándolo firmemente a la línea de salida.
     Dadle a todo hombre un buen par de zapatillas y habladle de las vistas majestuosos que encontrará en lo más alto de la más escarpada montaña, al final de su ascenso, y saldrá corriendo hacia arriba.
     Todo lo que necesitamos es confianza.

jueves, 21 de abril de 2016

CONGÉNITO
     Usted, señor Stolz, padece 'desorden protagónico'.
(Silencio y expectación. Quince segundos.)
     Sí, sí; así, como suena: 'desorden protagónico'. Entiendo que pueda chocarle, dejarle aturdido e incluso abrumarle.
     Que en qué consiste; bueno, verá mi buen Stolz, ¿alguna vez ha deseado que, tragedia aparte, alguna desgracia sucediese justo a su lado, tocándole incluso, aunque sólo de pasada?
     Exacto caballero, veo que puede adivinar hacia dónde me dirijo.
(Sonriendo.)
     Pero no, por favor, no se alarme, no se avergüence señor Stolz; el suyo es un problema de lo más común: cuántas gentes, a lo largo de la historia del hombre, han creído alguna vez ser observados, tutelados, puesto a prueba, guiados, espiados y juzgados por algún ojo oculto y distante. Tome nota: desde los dioses griegos, o incluso el gran Dios judeo-crsitiano, hasta las 'distópicas'  sociedades que Orwell o Bradbury, Zamiátin y Huxley imaginaron. El cine, la radio, no sólo la literatura ha añadido misterio al encanto de creerse protagonista de un experimento en el que uno no recuerda haber entrado.
(Una mano en alto, abierta, llena de comprensión y calma. Tres segundo, dos, uno.)
     No es nada raro, desde luego; ha estado usted sometido a demasiada presión. De un lado su trabajo con esa novela de la que me ha hablado y, por otra parte, toda la información que se ha obligado a asimilar en tan poco tiempo en aras de su oficio de escritor... Sin duda habrá batido un record: una novela existencialista en poco más de tres meses. Pero, a qué precio.
     Ahora toca digerirlo todo; llevará tiempo, posiblemente nada vuelva a ser igual para usted, querido Stolz, pero estoy seguro de que, con su privilegiada cabeza y un poco de esa férrea voluntad de la que suele hacer gala, podrá salir adelante.
(Contacto físico por vez primera: una mano sobre un hombro.)
     En serio, señor Stolz, debe sentirse muy contento; usted está a punto de conseguir curar su propia psicosis.

domingo, 17 de abril de 2016

"¿Cómo explicar todo lo que me había pasado, la enfermedad que he... estoy describiendo en estas páginas?".
Evgueni Ivánovich Zamiátin de su novela 'NOSOTROS'(1920)

martes, 12 de abril de 2016

A TRAVÉS DE LAS PAREDES
     Esto fue así: algún cable se cruzó en la cabeza de él o en la de ella, o puede que en ambas, y varios meses después de que la niña naciera, él se largó de casa. O puede que ella le echase.
     Ella se cortó el pelo, se compró una chaqueta de cuero y salió a tomarse algo; él cambió de coche y adoptó la costumbre de sentarse justo bajo la viga que su padre había usado para ahorcarse.
     Todo esto lo cuento como cronista; ni narrador ni protagonista; todo esto lo sé, sencillamente, porque soy el vecino cotilla.
     La niña empezó a llorar: de día, de noche, a todas horas. Desconsolada, inagotable, sólo cortaba el flujo de lágrimas y gemidos para clamar, de cuando en cuando, "papá". Así durante tres meses. Y un buen día él volvió, o puede que ella le pidiese que volviera; el caso es que ellos, ambos, volvieron a dormir juntos, bajo el mismo techo, en la misma cama, y esa noche, por primera vez en tres meses, la niña no lloró.

martes, 5 de abril de 2016

LA COMUNICACIÓN
     Decía yo cuando decías tú; ninguno de los dos de acuerdo con el otro, es normal, porque lo que tú decías no tenía mucho qué ver con lo que yo decía, por no decir que no tenía nada qué ver. Así que, mientras los dos nos empeñábamos en decir, cada uno lo nuestro, tus dichos y mis dichos se superponían, nuestras voces se encontraban con violencia en ese espacio etéreo que nos separaba y a la vez nos unía, chocaban nuestras palabras y la comunicación, es lógico, se hacía insostenible.
     Seguimos, claro está, durante un buen rato antes de callarnos, tú y yo, ambos, para comprobar que, definitivamente, otra oportunidad para el entendimiento acababa de escapársenos de las manos.