MALENA Y JUAN -Y LUIS-
Follaban en El Corte Inglés. No en medio de
cualquier pasillo, ni en los cambiadores de la sección de moda femenina o en
los aseos de la planta joven; no, lo hacían en una zona apartada del almacén,
llena de cajas, cerca de los estantes donde se apilaban las últimas novedades
del inagotable genio literario. En rigor, aquello no era El Corte Inglés, sino
un simple almacén; pero al Corte Inglés pertenecía, así que, repito, follaban
en El Corte Inglés.
He de aclarar que lo que Malena -ese era su
nombre, creo recordar- y Juan hacían era follar, y no hacer el amor; el amor lo
hacían, Malena con Luis, su marido, y Juan con cualquiera de las muchas
'amigas' solteras que siempre tenía. Entre ellos no había amor, pasión sí, e
incluso algo de... atracción, pero, decididamente, amor no; de hecho, parte de
esa atracción radicaba en cierta clase de odio o repugnancia mutua que ambos se
profesaban. Lo suyo era sucio, grotesco, animal y decadente sexo; nada de amor.
Malena y Juan llevaban exactamente cuatro
años follando en EL Corte Inglés, dos veces por semana, los martes y los
viernes, cuando un supervisor les cazó por casualidad y los despidió; "la
crisis, ya sabes -dijo Malena a su esposo, Luis-, reducción de plantilla",
y Luis maldijo al Corte Inglés.
Antes de un mes, la fuerza de la costumbre
obligó a Malena y Juan a retomar los viejos hábitos no olvidados ni superados;
cada viernes, al principio, a diario poco después, se encontraban en casa de
ella para follar como bestias durante hora y media. Ya no había almacén, sino
cama matrimonial y baño compartido, un reloj en la mesilla de noche y un
horario al que ceñirse.
Y pasó lo que suele suceder en estos casos;
al cabo de varios meses Luis tuvo un mal día en el trabajo y decidió salir
antes para correr al cálido refugio del hogar; el mismo día Malena y Juan
tuvieron un calentón ligeramente mayor de lo habitual y su hora y media se
acercó a las dos horas. El resto es pura lógica: Luis grita, Malena grita, Juan
salta, después grita, Luis amenaza, Malena llora, implora, Juan vuelve a
saltar, Luis alza un puño, Juan se arrodilla, Malena se arrastra hacia el baño,
Luis grita, Juan solloza, Luis agarra un jarrón de encima del tocador, Juan
implora, Luis descarga el jarrón con todas sus fuerzas, Juan se desploma con la
cabeza ensangrentada, una alfombra blanca queda manchada para siempre, Malena
reaparece con unas tijeras en la mano, Luis se gira, Malena ataca, Luis se
desploma con unas tijeras clavadas en su ojo derecho, la alfombra aún más
manchada, Malena cae de rodillas y llora desconsolada, amarga e histéricamente.