Decir
algo, pensar algo, con la pata de cangrejo en la mano; hacer algo. Pero piensa
rápido, porque la gota se está cayendo y lo van a quemar: lo van a quemar,
todo. Y cómete esas ganas de natillas y yogures de frutas que vienen de Jerez
camino de tierra de cerezos, donde puedes parar cuando vayas a la montaña sin
caminar, listo para volar o para que te entierren. Dame una pistola verde y
seré libre al fin.
domingo, 22 de septiembre de 2019
miércoles, 18 de septiembre de 2019
viernes, 13 de septiembre de 2019
domingo, 8 de septiembre de 2019
-El
problema es el siguiente: la gente desaparece, rompe con todo y se larga;
durante un tiempo, unos años, muchos quizá, no hacen nada, nada que les delate,
se quedan quietecitos, tranquilos, sin llamar la atención, y un buen día,
cuando piensan que ya nadie los está esperando, se relajan y vuelven a ser
ellos mismos. Tal vez no en todo su esplendor, puede que incluso se hayan
olvidado de muchas de sus habitualidades, pero, aunque sea en un detalle de lo
más tonto, vuelven a caer.
-¿Por
qué?
-Qué
se yo; intentan ingresar en la sede local del mismo club al que pertenecieron
en la ciudad de la que huyeron?
-Puede
que un simple gesto al reconocerse reflejado en algún trabajador que se dedique
a lo que solía hacer en su pasado.
-Exacto:
un simple gesto y un millón de preguntas desencadenadas.
-Preguntas
incómodas, del tipo ¿por qué le sonríes al camarero, Arthur? ¿Te has vuelto
marica o es que pusiste un par de copas en alguna fiesta de tu hermandad hace
50 años?
-A
eso me refiero.
-Ya
veo... ya.
-Puedes
escapar, huir; pero siempre te llevarás algo contigo, y antes o después, lo
dejarás salir a pasear.
FIN DE LA 3ª CONVERSACIÓN
jueves, 5 de septiembre de 2019
domingo, 1 de septiembre de 2019
-¿Cómo
se tiene una historia de amor con alguien a quien no conoces y a quien nunca
conocerás?
-Si
quieres te lo cuento -me dice, sonriendo-, pero entonces ya nunca será igual.
-Creo
que estoy dispuesto a arriesgarme.
-Yo
en cambio...
-¿Qué?
-pregunto con un indescifrable gesto entre divertido y asustado-.
-No
estoy tan segura de que estés listo para arriesgarte.
-Con
tal de seguir oyéndote hablar.
-¡Vaya!
-los ojos muy abiertos, la espalda que se estira hacia atrás, las manos que se
abren y dejan abandonados a su suerte diez dedos sin nada qué hacer-.
-¿Qué?
-Eso
sí que parece un primer paso; no me lo esperaba, la verdad. Corrijo mi
veredicto anterior.
-No
sabía que fuera un veredicto.
-Tampoco
yo. Verás, ese es uno de los más graves problemas con el lenguaje: creemos que
las cosas que tienen nombre siempre lo han tenido.
Por
mi parte silencio, e imagino que cara de pánfilo perdido; así que es ella quien
continúa.
-No
me entiendes, ¿verdad?
-No
estoy seguro.
-Dime
una cosa: ¿qué te ha llevado a preguntarme acerca del amor?
-La
verdad -intento responder titubeando-, yo tampoco estoy muy seguro de eso.
-Entonces,
si mañana, o dentro de un par de años, o en otra vida, tú y yo terminamos
yéndonos a vivir al Amazonas, y allí nos pasamos los días follando y teniendo
hijos, ¿dirías que nuestro amor ha sido eterno, atemporal; que siempre fue, aún
cuando ni nos conocíamos, igual que ha sido al final?
FIN DE LA 1ª CONVERSACIÓN
domingo, 11 de agosto de 2019
Llevo
todo el peso del mundo sobre mis hombros; por eso nunca dejo de luchar, de
estirarme, más para no menguar que para intentar, a estas alturas de mi vida,
crecer.
Nunca
estoy quieta, no sé estarlo. Así he sido siempre, desde muy pequeña: un
avecilla inquieta, saltando de reto en reto, planeando sobre contratiempos,
tradiciones erradas, viejas manías y sorpresas no solicitadas.
Alguna
vez, creo recordar, probé a dejarlo todo estar, intentar que el mundo siguiese
su curso y quedarme ahí, en medio de todo, o a un lado quizá, muy quieta, para
ver las cosas pasar sin que me tocasen demasiado. Pero lo cierto es que no nací
para la inmovilidad; a veces siento que si paro me puedo romper, como el
equilibrio entre protones y neutrones en el núcleo de un átomo cualquiera.
Necesito
acción, respirar profundamente todas las fragancias y aromas que me ofrece la
vida. Necesito saltar, correr, gritar y cantar, llorar y reír a carcajadas; y
necesito hacerlo, todo, aquí dentro, dónde nadie más que quien yo quiera puede
asomarse a cuchichear. Porque mi tiempo, mis recuerdos, mis esperanzas y mis
miedos, todas mis ganas, mis sueños... son completamente míos; eso nadie lo
puede tocar.
INTOCABLE (un retrato)
domingo, 28 de julio de 2019
He
vuelto a colapsar, otra vez. Me he quedado bloqueado, incapaz de decidir sin
gritar -qué orgullo-, viéndome arrojado otra vez al camino que conforma el
maldito círculo del que no parece que haya sido capaz de escapar en estos dos
últimos años.
De
vez en cuando puede ser normal, no es necesario u obligatorio sentirse
impotente, culpable o fracasado. Pero eso no quiere decir que no joda; la
incapacidad de decidir, la dificultad para ver más allá del problema, el
bloqueo tanto físico como mental..., todo mi ser abandonado mientras una voz en
lo más profundo de mi cabeza repite "no, otra vez no".
domingo, 21 de julio de 2019
Gastamos
dinero, por una noche, a lo loco, descontrolados y ansiosos, pero con un halo
de tranquilidad aparente envolviéndonos: como si fuésemos los dueños de la
ciudad.
Cenamos
en un reservado con vino caro, masticamos exquisitas carnes lejos del bolsillo
medio, pedimos -nosotros que odiamos el dulce- el más suntuoso postre que
encontramos, y fumamos puros gruesos, como aquellos que le sisábamos a nuestros
abuelos cuando jugábamos a ser mucho mayores de lo que éramos.
A
veces también hace falta derrochar un poco, sentirse elevado, por encima de las
propias necesidades y posibilidades, olvidándose durante un par de horas de todas
esas preocupaciones que no paran de intentar convencerte de que no vas a poder.
viernes, 19 de julio de 2019
Así
está la cosa: toda una especie a punto de desaparecer. Qué le vamos a hacer, tal es el carácter del somormujo irlandés.
Coincidiendo
con el fin del invierno, y justo antes de la llegada de los vientos primaverales,
bandadas de ellos desembarcan en las poblaciones costeras del norte de nuestro
país. Su naturaleza aventurera y alocada, a menudo, les lleva a adentrarse en
regiones interiores, dónde, habida cuenta de su conducta kamikaze, terminan
perdiendo la vida empotrados, casi siempre, en las rejillas de las parrillas
delanteras de turismos, furgonetas y camiones.
Desde
tiempos inmemoriales, estas graciosas aves, poseedoras de un divertido y
melódico canto, han estado visitando nuestras tierras. EL creciente uso de
vehículos y el asfaltado de nuestros caminos son las causas principales de la
devastadora situación de esta especie autóctona del sur de Irlanda y el oeste
del Reino Unido.
Con
un número de 'avistamientos' cada vez menor -apenas unos 50.000 ejemplares el
pasado 1967-, nos enfrentamos, a todas luces, a la desaparición del simpático
somormujo irlandés y sus melodiosas visitas primaverales a nuestra península.
martes, 16 de julio de 2019
jueves, 11 de julio de 2019
domingo, 7 de julio de 2019
Decidió
hinchar todos sus presupuestos, para joder; para joder a todos los capullos
engreídos que se creen demasiado listos para aceptar las normas de cualquier
marco legal, moral o social.
Todo
empezó cuando cayó en la cuenta de la cantidad de clientes que le pedían
presupuesto para dejar de limpiar su negocio y que, en lugar de contratarle,
terminaban 'incorporando' en su plantilla a una chica joven, morenita (= inmigrante
en lenguaje políticamente más adecuado), más bien calladita y muy madrugadora. Algo
olía mal, lo tenía claro; así que cuando alguien le preguntaba por un servicio,
él añadía a todos sus cálculos 200 euros.
Por
ejemplo: servicio de limpieza cada mañana, antes de abrir, de una cafetería con
cierta actividad nocturna; 400 € + 200 = 600€.
Cuando
esto pasaba, nadie le aceptaba el presupuesto, lógicamente (se había escapado
del mercado), pero confiaba en que, a la pobre chica ilegal a la que le ofrecían
el trabajo, no le pagasen menos de 300 o 320 euros bajo manga, que en el fondo
es lo que le hubiese supuesto a él mismo tenerla, legalmente, en plantilla. De
alguna forma sentía que así equilibraba la balanza, hacía un poco de justicia.
Inflaba,
hinchaba, engordaba... y sonreía. Tal vez había renunciado a ganar unos cuantos
cuartos apretando a sus empleados pero, si de algo estaba seguro, es de que así
era feliz.
jueves, 4 de julio de 2019
¿Cómo
se joden las cosas? La verdad es que, en eso de mandar una incipiente vida a la
mierda, no hay épica alguna: las cosas se joden de la manera más tonta.
Por
ejemplo: una chiquilla comentándoles a sus padres que quiere ser enfermera,
ayudar a los demás; y un gilipollas que contesta que las enfermeras son las
secretarias de los médicos y que, así, sólo puede aspirar a ayudar a algún buen
médico, como mucho.
Jacobus
Stolz convivía con una persona triste disfrazada de alegría absoluta, con un
volcán emocional, una mujer frustrada, distraída, deprimida e incapaz de
reconocer en sus raptores la fuente de toda su infelicidad.
Hablo
de 'raptores' porque, cuando les conocí -a Jacobus y a ella-, solía contar
historias de intentos de fuga y escapadas nocturnas para transgredir alguna
directriz injusta. El caso es que acabaron minando su voluntad, y lo hicieron
inculcándole, a la vez, un terrible sentimiento de perpetua deuda de sangre.
Así que se fue marchitando, sin darse cuenta, si querer reconocerlo.
Por
todo ello Jacobus les odia, con todas y cada una de sus células; les odia por
destrozar un bello, hermoso, ángel de Dios. Y les odia más aún por hacerlo en
nombre del Señor.
Pero,
por mucho que Stolz entienda, por mucho que empatice y comprenda, la realidad, su realidad,
es que se ha quedado solo: solo con un enemigo abúlico y agresivo, solo sin más
herramientas que un detonador conectado a un cinturón de explosivos que no
recuerda si se ha puesto esta mañana o, por el contrario, le ha dejado a ella
antes de salir de casa.
martes, 2 de julio de 2019
Total,
que el tipo anda ligeramente mosqueado, enfadadillo con todo el mundo; ojo, no
con el mundo en general y nadie en particular. No, no resulta tan tópico. El
tío está realmente rabioso y se siente con motivos suficientes para estarlo con
todos y cada uno de los habitantes del planeta Tierra.
Barrunta
ideas agresivas durante noches eternas, cavila y frunce el ceño día tras día y
se prepara para lo inevitable. Porque lo que antes o después tiene que llegar,
es mejor estar esperándolo; así, por lo menos, no te pilla por sorpresa.
Finalmente,
después de unos cuantos meses así, encabronado y obstinado, se decide por la
acción: "me colgaré y
diré 'adiós', que es lo mismo que decir 'a tomar por el culo', pero sin ofender
a nadie".
lunes, 1 de julio de 2019
domingo, 30 de junio de 2019
El
hombre de acero ya no puede volar. No tiene ningún problema físico, pero por
dentro está roto; se siente como si alguien le hubiese dado a beber una
infusión de kriptonita maldita y ahora, triste y cabizbajo, no tiene muchas
ganas de salir fuera del cómodo apartamento de Clark Kent para revolotear entre
las negras nubes de Metrópolis y rescatar a algún capullo en apuros.
Que
les jodan con sus gilipolleces, piensa él, y acto seguido se sirve otro bourbon
mientras repite frente al reflejo que de su imagen le devuelve una vitrina
llena de figuritas de cristal, que no puede volar: cómo voy a poder si ni ganas
tengo de intentarlo.
***
Porque, si querer es poder, no tener la
menor intención debe de ser el imposible absoluto.
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