viernes, 31 de enero de 2014

¿PARADOJA?

     Somos la generación con más posibilidades de libertad de la historia, con acceso inmediato y casi ilimitado a la información, capacidad incluso para ser parte de ella y modelar la realidad, doblegarla a nuestra voluntad; y aún así, somos los más conformistas e indolentes hijos de Dios desde aquella negra época conocida como Edad Media.

martes, 28 de enero de 2014

"El devenir es una carretera de doble sentido".
Israel Lozano 
HOY SÍ
     Primero te dejas insultar por un imbécil en medio de la calle mientras piensas 'mejor no entrar a trapo, no vaya a ser que...', más tarde un cliente te veja y pisotea los vestigios de la que aún podría ser considerada tu moral; tú no dices nada interesante, tan solo "gracias a usted, buenas tardes".
     ¿Qué importan las ganas que tengas cuando el mundo se empeña en decirte que no? A veces, todo lo que puedes hacer es quedarte en silencio, muy quieto, y mirar a los otros protagonistas de los siete billones de novelas escritas pasar frente a ti.
     Hay días en que piensas 'vaya, hay tantas canciones esperando ser escritas, que no sé por dónde empezar', así que no te decides a comenzar, y hoy es sólo un día más y todo permanece exactamente en el mismo sitio y, en el fondo, sientes que todo da igual; hoy tampoco te convertirás en el próximo Kerouac.
     Al cabo de cierto tiempo estás harto; lo peor es que ya no sabes qué hacer, sientes que tienes que moverte, pero no tienes ni idea de qué dirección tomar. Así que, sencillamente, comienzas a caminar, sin fijarte mucho en tu rumbo, sin prestarle demasiada atención a tus pasos y, sin darte cuenta de ello, sin quererlo ni pretenderlo, te encuentras con que te has convertido en un álbum de fotos de tu ciudad, en la crónica viva de un espacio reflejado en tus propias retinas; entonces piensas 'hoy sí'.

domingo, 26 de enero de 2014

ESPIRITUAL
REFLEJOS DE MI TIEMPO
     Algunos días, cuando consigo rascarle algo de tiempo a mis tareas y obligaciones como trabajador y ciudadano, padre y hombre social y sociable, y me siento delante del papel, a dedicarle unos minutos -a veces, qué fortuna, incluso horas- al bello ejercicio de escribir, me da por pensar en lo realmente afortunado que soy al poder disfrutar de estos regalos temporales ocasionales.
     Debajo de mi casa, por poner un ejemplo de la clase de cosas que se pasean por mi cabeza cuando escribo, hay un pequeño bar regentado por una pareja de unos treinta y tantos. Abren a eso de las diez de la mañana, cierran hacia las cinco, comen allí mismo y vuelven a abrir sus puertas, hasta las doce de la noche, las dos si es viernes o sábado. Así todos los días, de lunes a domingo, mes tras mes, a excepción de diez días en agosto que se toman para 'descansar'. Cuando paso por delante del ventanal del establecimiento y les veo engullir sus platos de cocido, mientras observan con rostros agotados y entumecidos el 'Canal Historia' en su televisor de cuarenta y pico pulgadas, me imagino que cuando llegan a casa estarán demasiado cansados para ver una película o arriesgarse a comenzar una conversación. Supongo que cada mañana se levantarán un tanto apáticos, movidos exclusivamente por la fuerza de la certeza de que hay demasiadas obligaciones que atender como para tomarse unos minutos que dedicar a algo distinto de 'lo habitual'. Me pregunto si habrán decidido dejar de hacer cualquier tarea doméstica, hartos e indolentes; quizá piensen "qué nos coma la mugre si quiere, yo no voy a limpiar".
     ¡Qué mierda de vida!, me digo entonces; cómo hemos podido llegar a crear una sociedad tan sumamente organizada y llena de cargas como para que la vida de una persona, de cualquier persona, se vea obligada a resumirse a eso, trabajo y apatía. ¿Cómo? Y, aún más importante, ¿para qué?

martes, 21 de enero de 2014

     Si pudiese trabajar con el tiempo, como si éste fuese una máquina -simplemente una máquina con tuercas, tornillos, correas metálicas y pesadas y brillantes vísceras-, lo detendría. Así de simple, sencillamente pararía el tiempo; nada de visitar el pasado para intentar cambiarlo o echarle un vistazo al hombre medio del siglo veintiocho, a ver en qué invierte sus ratos libres. No; apretaría el freno, detendría el devenir y me buscaría un buen asiento donde relajarme a observar como nada cambia, todo tranquilo, en paz por el resto de... ¿los tiempos?

domingo, 19 de enero de 2014

TIEMPOS MODERNOS
     Todo el mundo quiere aparecer, al menos una vez, en un diario; ver su nombre a pie de foto en una noticia intrascendente de la edición dominical de un periódico provincial.

martes, 14 de enero de 2014

TODO UN BEST SELLER
     La Librería Chemi, de Oviedo, es el único punto de distribución de mi primera novela, 'Después de la felicidad'; así lo ha sido desde su salida al mercado, allá por junio de 2011. Recuerdo que mi primer escaparate fue compartido con 'Cometas en el cielo', después llegó una reedición de 'Los miserables'.
     Al tratarse de mi primera novela -un trabajo nada comercial, con el que me di el gustazo de escribir algo serio, que reflejase todas las inquietudes con las que luchaba como escritor en aquellos días-, decidí ahorrarme tiempo y notas de rechazo, y me convertí en editorial yo mismo. Realicé una tirada de doscientos ejemplares, de los cuales vendí en pocas semanas algo más de cien, la mayoría a amigos y conocidos y terceros influenciados por las benévolas críticas de los primeros. Actualmente Chemi es el único punto de venta de mi ópera prima, lo que, obviamente, no facilita su adquisición. Quién sabe; quizá algún día, con la ayuda de la escasez de ejemplares y su difícil consecución, se convierta en obra de culto. De momento no es así.
     Desde hace unas semanas, cuando paso por delante de aquel escaparate que un día albergase una copia de mi obra, puedo ver que ahora exhibe las memorias o recuerdos o vete tú a saber, de una tal Belén Esteban. Me he estado informando y, por lo que he sabido, parece poco probable que haya escrito en una lengua conocida por el hombre; tal vez algún proyecto personal de regularización semántica universal, algo así como un Esperanto del siglo veinticuatro, ...por lo menos.
"¡Quiero palabras! Las necesito, en grandes dosis por favor".
Francisco Pantiga

viernes, 10 de enero de 2014

LA DIPLOMACIA
     La diplomacia te lleva a callar cuando oyes a un imbécil soltar estupideces a diestro y siniestro en una fiesta a la que tú también has sido invitado; la diplomacia es la culpable de que un idiota como Artur Mas no pare de soltar gilipolleces en las que realmente no cree, mientras se gasta cantidades indecentes de dinero público en su 'teatro de variedades' -y no hablemos de cuanto le deben a la diplomacia el sosaina de 'ZP' o el frenillo de Marianín-. La diplomacia es la responsable de que un tal Urdangarín y su señora esposa sigan de paseo por el mundo en lugar de cumplir condena por 'hurto salvaje'. Qué decir de Standard and Poor's, Stanley Morgan's y toda esa pandilla de abusones de colegio que se dedican a tocarle las narices sistemáticamente a todos los compañeros de recreo del 'gran hermano'; demos gracias a la diplomacia. La diplomacia no es más que otro de los estúpidos inventos del hombre; ahí tenéis el verdadero problema, el hombre. "Homo homini lupus" escribió Tito Macio Plauto, "el hombre es un lobo para el hombre".
     No entiendo por qué decimos 'ciudadanos' cuando pretendemos referirnos al conjunto de los habitantes de una nación dado que, según la Real Academia Española de la Lengua -la máxima institución en materia de semántica castellana-, 'ciudadano' es aquel que es natural o vecino de una ciudad -singularidad-. Tal vez debiéramos retroceder unos años en el tiempo y hablar de 'paisanos', es decir, de aquellos que son del mismo país, provincia o lugar -comunidad-. Así, podríamos deleitarnos oyendo a un presidente del gobierno español diciendo: "queridos paisanos, es mi deber notificarles...". Sería maravilloso, realmente fraterno, social, colectivo, inclusivo, y no como sucede actualmente. ¿Nadie se ha percatado de que cuando un dirigente se refiere a los ciudadanos de un país como España, está omitiendo aproximadamente a un tercio de la población del mismo? Deberían, todos los hombres y mujeres del campo y la mar de este estado -que son quienes producen los alimentos que nosotros, los ciudadanos, precisamos y consumimos-, salir a los caminos y andar hasta llegar a las calles y, después, mandarnos a todos a la mierda.
     Pero claro, la diplomacia les impide a ellos llevar a cabo la revolución del 'populacho', y a mí me tienta con la idea de borrar estas palabras.

domingo, 5 de enero de 2014

EN TRÁNSITO
     Me llamo Umar Pascual, nací hace cuarenta y dos años en un pueblecito de la Alpujarra; durante toda mi vida he trabajado en el campo. Siempre me ha gustado leer; mis novelas preferidas son aquellas en las que se relatan las peripecias de un viajero cualquiera. Ahora, estoy en una estación de tren, esperando. Hoy el viajero soy yo.
     En estos momentos pasan cuarenta y cinco minutos de  las diez de la mañana; hace veinte que mi tren debería haber salido, lo que quiere decir que no llegaré a tiempo a mi destino.
     Hoy en día a nadie parecen importarle mucho los horarios; la impuntualidad se ha convertido en uso castizo donde los haya, cada vez son menos los que usan reloj y más los que se confían a las cifras digitales de un teléfono móvil que no tarda en quedarse sin batería y termina por apagarse, llegar un poco tarde está considerado 'tener clase' y hacerlo en exceso 'ser rebelde'. Nada de concesiones, ¡eh! Podría darse el caso de que llevase viajando días enteros abrigando la esperanza de llegar a tiempo a la meta, podría ser un hijo al que han llamado para notificarle la inminente muerte de su madre en la otra punta del globo terráqueo, llevaría en movimiento treinta y cinco horas y ahora estaría a sólo cuatro de conseguir despedirme de mi madre; pero un retraso en el último momento y... "lo sentimos señor Pascual, su madre ha fallecido hace apenas diez minutos". Podría ser, y a nadie parece importarle aquí, en esta estúpida estación llena de pasajeros -que no es lo mismo que viajeros- encolerizados más por arrogancia y costumbre que por lógica y propia decisión. Sí, soy el último viajero del mundo civilizado, el bastión que resiste los envites de la irreverencia y la desconsideración institucionalizadas, una roca empeñada en no dejarse llevar por la corriente.
     Me llamo Umar, pero podría llamarme como cualquier otra persona, también como tu padre o tu hermano o tú mismo; podría incluso darse el caso de que yo fuese tú, con tu mismo pelo, tus ojos, tus labios, tu mentón, tus manos y hasta los mismos pelos de tus pies. Lo cierto es que no soy muy distinto de ti, de cualquiera; un tipo en tránsito, esperando en una estación de tren.
"Hay un feo sonido en el viento; puede ser la voz de un hombre o el silbido de una serpiente".
Bruce Bennett (Daniel Boone) en la película 'DANIEL BOONE: JUICIO DE FUEGO' (1956)

viernes, 3 de enero de 2014

INEVITABLE
Mi cuerpo no es más que una máquina; igual que el motor de una puerta automática tiene un número concreto de ciclos pre-asignados antes de detenerse definitivamente, yo tengo un número limitado de latidos preparados para ser consumidos por mi corazón. Cada uno me acerca más al final.

miércoles, 1 de enero de 2014

El nos dijo que destruyéramos todos los becerros de oro. Entonces le convertimos en cordero y tallamos miles de millones de reproducciones de su cara; después Le destruimos.
FOLCLORE ESPAÑOL
     -¿Estás seguro? -me preguntó ella mientras jugueteaba con el último botón abrochado de su blusa de seda-. Ya sabes que después te entrará el lamento y dirás que te he 'emponzoñado'.
     Sonreí, me acerqué un poco más a ella, a su largo cuello, y le susurré en su oído izquierdo:
     -Dame veneno, que quiero morir.