jueves, 27 de diciembre de 2012


“La locura está tan extendida entre los perezosos, que deberíamos considerarla su condición normal; el equilibrio mental –que sólo se manifiesta durante el primero o los dos primeros años de su existencia- constituye en cambio una aberración juvenil”.
Sam Savage de su novela ‘EL LAMENTO DEL PEREZOSO’ (2009)

miércoles, 26 de diciembre de 2012

        Le eché un vistazo a toda esa gente que sonreía mientras charlaban al calor de un café, también a algunos que leían novelas de Auster; no pude evitar pensar cosas maravillosas y sonreír al hacerlo. Entonces me pregunté que pensaría El viendo lo mismo que yo veía.
        Tenemos una oportunidad, sí, no hay duda alguna; tal vez no la merezcamos, pero nos la estamos ganando.

FIN DE AÑO

        Y así decidió despedirse del viejo año, tal y como había soñado hacerlo unas ciento quince veces antes; entre botellas de sidra y la hierba verde del campo humedeciendo sus pies descalzos, dos o tres días antes del treinta y uno, a media tarde, él sólo.

sábado, 22 de diciembre de 2012


MEDIDAS ANTICRISIS: CAPÍTULO 11
        El Gobierno, en su incansable búsqueda del bienestar del ciudadano medio, prevé implantar un novedoso sistema de micro-apartamentos móviles dotados de todo lo necesario para aquellos emprendedores que, por culpa de la ‘herencia socialista’, se ven obligados a buscar trabajo lejos de sus hogares. La medida, que ha sido aplaudida por las administraciones de la mayoría de nuestros socios europeos, podría ser implantada en un futuro próximo en países vecinos como Portugal e Italia.

viernes, 21 de diciembre de 2012


QUERIDA MARÍA (TRES AÑOS DESPUÉS)
        Tres años han pasado desde que no estás aquí; tres años sin tu sonrisa, sin tus ojos clavados en mí mientras te cuento cualquier tontería, sin tus manos acariciándome el pelo con mi cabeza descansando sobre tu regazo.
        Hoy he rescatado aquella carta que te escribí poco antes de tu partida definitiva; aquella con la que quise recordar por los dos, rememorar un tiempo compartido y comprometerme contigo y con tu recuerdo jurando no olvidar.
        Tres años han pasado desde que, mientras acariciaba tu rostro, sentí como depositabas sobre mi mano tu último aliento; recuerdo que, un segundo antes de apartarme de tu lecho y decirles a mamá, a Pachi y a David, que ya no estabas allí, pensé ‘esto me lo quedo para mí, tu último adiós es mío’.
        Tres años… ¿sabes? Cuando hoy me he despertado y pensado en ti, he sonreído; estoy cumpliendo mi promesa, estoy luchando contra la oscuridad del ocaso de la memoria. Estoy consiguiéndolo, sigues viva aquí, dentro de mi corazón y tú, a cambio, sigues obrando tu milagro en mí; cada día me parezco más al tipo que quiero ser. Eso me hace feliz.
        Hoy, como hace tres años, quiero prometerte que seguiré trabajando por todo aquello que me hiciste amar; lo haré, como siempre, con la ayuda del recuerdo de tu dulce mirada, de tu abnegada sonrisa, de tu ejemplo y tus reconfortantes palabras. Lo haré por ti, lo haré por los dos.

lunes, 17 de diciembre de 2012


21 DE DICIEMBRE DE 2012; MAÑANA SERÁ 22
        Al principio fueron unos cuantos ejecutivos hollywoodienses abriendo mercado para un par de superproducciones multimillonarias y para alguna que otra serie inspirada en una pervertida profecía maya. Hasta aquí, aunque no bien, nada de lo que extrañarse.
        Pero claro, la adulteración de la realidad es algo que uno espera, o puede esperar, de un puñado de tipos cuyo medio de sustento consiste en hacer creíble cualquier ficción; en cambio, a un periodista, lo mínimo que se le puede pedir es, ya no que sea veraz –algo imposible en ciertas circunstancias, que no en ésta en concreto-, sino que contraste un poquito su información, se documente e investigue algo antes de lanzar al vuelo la penúltima patraña sensacionalista que se le pueda haber ocurrido al editor de turno. De esta forma, quizá podríamos habernos ahorrado leer durante los últimos días algunas estupideces acerca del ‘fin del mundo pronosticado por los mayas’, y que se están publicando alegremente en la prensa internacional.
        El caso es que, a poco que uno investigue por su cuenta se encontrará con que el calendario maya es un calendario circular, esto es, que igual que nuestro calendario actual finaliza cada año un 31 de diciembre y se reinicia indefectiblemente un 1 de enero, el suyo seguía –o sigue- un proceso equivalente, por lo que el hecho de que éste finalice un día que supone nuestro 21 de diciembre actual, sólo quiere decir que al siguiente volverá a reiniciarse. Ni más ni menos; de hecho, los mayas no vaticinaron ningún Apocalipsis. Al contrario, según ellos el Universo entero se desarrolla a través de diferentes procesos circulares –al más puro estilo aristotélico- que, en el caso concreto que nos ocupa, habrían de llevar a la mayoría de la humanidad a revisar las bases sobre las que se ha venido sustentando su sociedad durante las últimas décadas, lo que posiblemente conllevaría un paulatino abandono de las viejas tendencias materialistas e individualistas a favor de una serie de movimientos colectivos sociales de marcado carácter solidario, humanitario, ético, fraterno y global; ¿a alguien le suena esto?
        Además, si uno sigue profundizando en el tema, podrá ver que la cultura maya no fue la única que habló en estos términos y con fechas, si no idénticas, sí muy próximas; ahí tenemos a sus vecinos, los aztecas, a los hopi –que son, para entendernos, los antepasados de los actuales navajos-, a los antiguos pobladores de la actual India –que, a la sazón, resultan ser lo primeros en poseer literatura acerca de esta cuestión, en torno al 1500 a.C.-, e incluso los primeros cristianos, aquellos que ni siquiera ‘salen’ en el Antiguo Testamento.
        Resumiendo: el mundo no se acaba; a lo sumo, y con un poco de suerte, puede que consigamos empezar a cambiarlo de una puñetera vez. Eso sí, para ello, el primer paso será dejar atrás viejas malas costumbres, como soltar al aire –y a la ligera- lo primero que se nos vine a la cabeza, sin tener en cuenta la responsabilidad que tenemos aquellos que decidimos plasmar nuestras ideas u opiniones, o peor aún, nuestra imaginación fecunda y engañosa, en un medio accesible para una gran cantidad de personas, entre las que podría encontrarse, Dios no lo quiera, un demente esperando alguna ‘señal divina’ que le ordene salir de casa con un rifle en la mano y encaminarse al colegio más cercano; “total, el viernes se acaba el mundo”.


“Sentí en mi interior, que algo vago e indefinido se desplegaba: una empalizada, los palos de una tienda de campaña, un paraguas al abrirse… Temí no ser capaz de ponerme de pie nunca más.”.
Herman Koch de su novela ‘LA CENA’ (2009)

sábado, 15 de diciembre de 2012


        Olvídalo muchacho, jamás escribirás una novela con la que sorprendas a media humanidad; eso ya lo hizo Salinger hace algún tiempo y, antes que él, lo hicieron –e incluso podría decirse que siguen haciéndolo hoy en día- Dostoyevski y Tolstoi, Huxley y Bradbury. Por mucho que lo intentases, no podrías volver a escribir ‘Nosotros’, no serías capaz de abrir tantas bocas como hizo Zamiatin hace casi un siglo.
        No pienses que serás capaz de componer ninguna pieza que emocione como lo hacían las obras de Tchaikovsky o Strauss –padre o hijo, me da igual-. Se necesitan más de cien años para encontrarse con un nuevo Ludovico Einaudi, y a éste, le queda cuerda para rato.
        Destierra toda esperanza de dejar una huella imborrable, como Jimmy Page, Johnny Cash, John Lee Hooker, Jimi Hendrix, Bob Dylan o Duke Ellington. No queda espacio en el que plasmar ni una sola impronta más.
        Picasso, El Bosco, Kandinsky, Goya, Rembrandt, Monet, El Greco, Basquiat, Tiziano, Velázquez, Renoir y Munch ya exploraron todo lo explorable, e incluso más, mucho más lejos de cualquier límite posible. ¿En serio crees que puedes sacarte algún truco de la manga que aún no hayamos visto?
        ¿Vas a convertirte en el nuevo Platón? Al fin y al cabo eso no sería más que ser una nueva revisión del viejo Platón. ¿Sabes? Ni siquiera Paul Auster sigue siendo el mismo Paul Auster que se dio a conocer al mundo entero a principios de los 80; él mismo asegura que es posible que lo mejor que ha escrito en toda su vida son sus primeros poemas que, por cierto, no le dieron fama alguna.
        Thoreau, Hesse, Unamuno o Hemingway estuvieron estrujándose los sesos antes, así que, dime ¿qué diablos tienes tú de especial?

miércoles, 12 de diciembre de 2012


DIARIO DE UN LIMPIACRISTALES
        El despertador suena a eso de las seis menos cuarto de la mañana. Digo ‘a eso’ porque soy consciente de que no está en hora; de hecho sé que se encuentra adelantado entre cuatro y siete minutos. Es más, lo cierto es que rara vez llega a sonar pues, gracias a mi despertador biológico, suelo despertarme unos minutos antes de la hora indicada.
        En los meses de primavera y verano este horario no supone un problema en si mismo, en invierno la cosa es diferente; salir de casas a oscuras, cuando aún no ha amanecido, y volver en las mismas condiciones, no es agradable, nada agradable. Que tus manos se congelen hasta el punto de que uno de tus dedos se disloque por un golpe fortuito, sin que te percates de ello, o que tu piel se cuartee hasta que en tus manos se abran llagas y sangres, no resulta gratificante en absoluto. No termino de creerme que, en estos términos, el trabajo dignifique; me niego a ello.
        De cuando en cuando te entran ganas de pisarle la cabeza a alguno de esos imbéciles que se empeñan en convencerte de que, y de hecho parecen creérselo ellos mismos, te entienden a la perfección –sí, claro; sin duda alguna, estoy seguro de que tu sufres el frío tanto como yo mientras te sientas en tu puñetero sillón de polipiel al lado de ese maravilloso radiador ‘DeLonghi’ que te compraste por cincuenta euros en las rebajas del año pasado-.

viernes, 7 de diciembre de 2012


“Me fastidiaba menos la perspectiva de morirme que la idea de que habría desperdiciado mi vida, si me moría”.
Sam Savage de su novela ‘EL LAMENTO DEL PEREZOSO’ (2009)

miércoles, 5 de diciembre de 2012


DIOS NO ESTÁ AQUÍ HOY
        Cuarenta y pico millones de bombillas de bajo consumo encendidas a la vez, vistiendo con su hipnótico  fulgor varias decenas de miles de arbolitos adornados de tan luminosa forma en honor y para regocijo de nuestro Señor.
        ¿En serio; de nuestro Señor Dios? ¿Varios miles de millones de euros invertidos en decorar todo un país que ve como el número de parados y pensionistas registrados, se acerca peligrosamente al de trabajadores que aportan algo a la Seguridad Social; para ofrecérselo a la memoria del Sumo Hacedor, aquel que vino al mundo hecho hombre naciendo en un pesebre, el mismo que solía rodearse de pecadores, prostitutas y pobres mientras recorría caminos de arena vistiendo una humilde túnica y un par de alpargatas?
        Dios no está en ninguna de esas malditas lucecitas que tanto nos gusta observar durante el mes y pico que duran el Adviento y la Navidad; por cierto, ¿sabéis que las luces se encienden porque estamos en Adviento, no?
        Dios no se dedica a frecuentar ninguno de los belenes que ocupan las plazas de algunas ciudades y pueblos; yo creo que prefiere pasearse por los asilos que casi no reciben visitas, por los orfanatos que se encuentran tan olvidados del Estado como lo están sus moradores de sus progenitores, por las salas de espera de los hospitales en los que algunas mujeres lloran mientras esperan una respuesta y ciertos hombres pasean intentando adivinar una solución para sus preguntas. Algo me dice que a Dios no le hace demasiada gracia que le agasajen ciertas personas que están pensando en ofrecerle un par de llamativas luces azules y, acto seguido, correr a comprarse un nuevo juego de palos de golf que envolverán y dejarán tres días más tarde bajo un árbol de plástico, junto a otros regalos, a la vista de sus hijos de cinco y siete años.
        Aún a riesgo de que terminen por excomulgarme, yo diría que Dios no está en la opulencia de ninguna de las catedrales que en su nombre, en su sagrado nombre, hemos levantado sus hijos y en las que celebraremos, en breve, su nacimiento a través de una ‘Misa del Gallo’, a la que asistiremos tras habernos cebado bien a gustito.

martes, 4 de diciembre de 2012


MEA CULPA
          -No; no es así, no me has entendido.
        -Es cierto, lo siento. Hay días en que me cuesta seguir la lógica de los demás. Por cierto, al final ¿comprendiste aquellos escritos que te pasé el otro día?
        -Pues no, la verdad. En absoluto.
        -Vaya; perdóname. A veces no sé explicarme.

domingo, 2 de diciembre de 2012


        Así debe ser, debería estar escrito que así sea. Compartir y nada más. La mayor muestra de amor concebible es, sin duda que tenga lugar, la entrega incondicional, el volcado personal sin respuesta predeterminada que esperar. De eso se trata, de dar dándose; tal y como definió el amor cierto filósofo cuyo nombre no consigo recordar.
        Eso es, eso debe ser, una velada literaria, musical, cinéfila, incluso multidisciplinar; varias mentes explorándose a través de la exteriorización de los diferentes procesos introspectivos a los que algunas manifestaciones culturales les han llevado.
        Emoción en estado puro. Dos tipos debaten acaloradamente a la luz de una vela acerca de las ideas de un tal Epicuro; a su lado un joven baila, emocionado, sobre una gran mesa llena de manuscritos, al ritmo de una pieza de Kris Kristofferson que ha hecho que un cuarto aprendiz de escritor, oculto en las sombras de un viejo corredor donde ninguna ventana conserva sus cristales intactos, rompa a llorar recordando algo que en pocos minutos volverá a olvidar.
        Tres, cuatro, diez horas más tarde, todos se fundirán en un abrazo y los cuatro, los quince o los dos, seguirán siendo dos, quince o dos, pero más grandes, más completos, …un poquito más cerca de aquellos hombres que les gustaría ser.
ALGO BUENO QUE CONTAR
        Bah, en el fondo esto no es más que algo que yo mismo necesito, otra exteriorización imperiosa del grandísimo corazón que albergo en mi interior, la enésima muestra de mi inalcanzable amor; “te quiero, os quiero, tanto… Dejadme amaros tanto como creéis que os amo”.
        Al fin y al cabo, no he llegado hasta aquí sólo por mí.

viernes, 30 de noviembre de 2012


“Échale un vistazo a ese ‘tipo de la ley’ golpeando al muchacho equivocado; te preguntas si él sabrá que está en el programa más exitoso”.
David Bowie de su canción ‘LIFE ON MARS?’ (1971)

jueves, 29 de noviembre de 2012


PRIMERA INCURSIÓN EDITORIAL
DE UN TIPO LLAMADO JACOB MARTÍN
        Lo había dado todo en aquella novela; durante casi un año de su vida, no había habido ni un solo minuto en el que Jacob no le dedicase hasta la última neurona de su maltrecho cerebro a la composición de su gran debut, de su primera incursión en el mundo del arte supremo, aquel que incluso nuestro Señor animó a practicar a sus primeros y más destacados profetas, la Literatura.
        Después del proceso creativo, tan reconfortante como exigente, tan estimulante como agotador, llegó la más patente y absoluta de las frustraciones; después de comprobar que el mundo editorial no estaba por la labor de abrir sus puertas a alguien nuevo que careciese de la debida recomendación o, aún mejor, del apadrinamiento por cuenta de un Eduardo Mendoza o un Ray Loriga, se decidió por la temible ‘auto-publicación’. Cuatro meses de desasosiego, frenesí, insomnio y malestar general, en los que descubrió que para que un escritor novel pueda editar su propia obra, debe lidiar con formularios y formulismos controlados por una agencia comandada por las principales editoriales no-independientes del país, Jacob consiguió ver, al fin, como su obra tomaba forma física y legal. Para entonces ya había establecido contacto con algunas librerías en las que podía depositar unos ejemplares de su libro a fin de ofrecérselo al público en general.
        El tiempo pasó; un año después de haber realizado una entrega en una de las librerías más importantes de su ciudad natal, la ilustre Librería Don Quijote, recibió un correo electrónico en el que le invitaban a aproximarse a la citada librería a fin de recoger algunos ejemplares ‘sobrantes’ y ‘liquidar’ las ventas realizadas hasta la fecha. Mientras salía por la puerta de la sección de contabilidad, donde le habían devuelto incluso una copia de prueba, con la que había obsequiado al gerente, Jacob Martín, que empezaba a sentirse abocado a un futuro de escritos ocultos en cuadernos de cartoné que no verían jamás otros ojos que no fuesen los suyos, no pudo evitar permitir que una salada lágrima se le escapase y deslizase por su cara, convirtiendo a su paso, su rostro, en el yermo semblante de un anciano de apenas treinta años.

lunes, 26 de noviembre de 2012


“Uno cree que nunca podrá aceptar sin miedo la idea de la muerte. Cuando aún somos jóvenes, la vemos tan lejana, tan remota en el tiempo, que su misma distancia la hace inaceptable. Luego ya, a medida que los años van pasando, es justamente lo contrario –su mayor cercanía- la que nos llena de temor y nos impide en todo instante mirarla cara a cara. Pero, en cualquiera de los casos, el miedo es siempre el mismo: miedo a la iniquidad, miedo a la destrucción, miedo al frío infinito que el olvido comporta”.
Julio Llamazares de su novela ‘LA LLUVIA AMARILLA’ (1988)

viernes, 23 de noviembre de 2012


EL CAMINO DEL ESCRITOR
(o LA FUERZA DE UN DESEO)
        Algo que tengo claro, cada día más, es que carezco del don de la creatividad que caracterizó y caracteriza a algunos de mis más admirados escritores. Yo no puedo parir libros tan geniales como ‘el bebedor’ a la velocidad y en las condiciones en que lo hizo Hans Fallada, ni puedo jugar con tantas variables como solía hacer –y lo hacía con maestría- Asimov, ni ahondar tanto en la psique humana como Tolstoi o mi adorado Dostoyevski. Yo soy incapaz de alcanzar cotas tan elevadas como aquellas en las que suele moverse con tanta soltura el señor Auster.
        yo, en cambio, no puedo dejar de escribir en estos cuadernos míos que siempre me acompañan. Lo mío es registrarlo todo, como si fuese un historiador aficionado o un aprendiz de periodista que aún no ha descubierto cómo separar el oro de toda la gravilla del río; y después, a pelear con todo ello.
        Recuerdo cierta ocasión en que mi abuela, tras leer algunos pasajes de uno de mis escritos, rompió a llorar mientras me preguntaba cuanto tiempo había invertido en la elaboración de aquel relato. Al responderle que casi un año, ella, emocionada, me dijo: “escribe hijo, escribe; no hagas otra cosa que no sea escribir”. Sin duda alguna, si algún día consigo escribir una obra que consiga pasar a engrosar los anales de la historia de la literatura, el mío será un ‘premio a la constancia’.

sábado, 17 de noviembre de 2012

SPECIAL EDITION
        Quería movimiento, no asistencia domiciliaria.
        -¡Enfermera, apague el aparato de radio! Por favor -estas dos últimas palabras salieron de la garganta de Jean Paul en un tono tan bajo, apenas un suspiro cayéndose al vacío, que automáticamente se convirtieron en santo y seña de la ‘cruzada de los sutiles’-.
Tan lejos de casa…,
nuestra casa tan lejos.
Sueños que nos transportan;
hagamos de este lugar
esta tarde, nuestro hogar.
Sé que te tengo de mi lado,
sabes que estoy aquí y
no me pienso mover.
Hagamos sonar nuestras voces
como si de nuestras palabras
dependiese el destino de la Humanidad.

jueves, 15 de noviembre de 2012


BIENVENIDO A ESE LUGAR TAN CERCA DEL FINAL
        ¿Hay alguien ahí, al otro lado, ansiando poder echarnos un cable?
        Hoy ha vuelto a pasar; un cliente –y van tres este último mes- ha puesto fin a nuestra relación que, en este caso, venía durando desde que inauguró su negocio, hace exactamente tres años. No lo ha hecho por verse obligado a cesar su actividad laboral –aunque también este caso lo conozco de primera mano-, ni por ‘recortar’ gastos. Lo ha hecho , simplemente, porque un ‘compromiso’ le obliga a entregarle a alguien más ‘conocido’ que yo, aquellas responsabilidades que un día tuvo a bien confiarme a mí –que también era, por aquel entonces, ‘un conocido suyo’; imagino que por esos días el recientemente incorporado al sector del mantenimiento y la limpieza trabajaba en un precioso despacho con vistas al Parque San Francisco, mientras yo llevaba ya siete años ocupándome de la indeseable tarea de pasar frío, sudar y dedicarme a lidiar con la basura de otros-.
        Siempre es igual; cada vez que un cliente me informa de su decisión de prescindir de mis servicios, sea por el motivo que sea, me invade la sensación de estar perdiendo un empleo, más que un trabajo, un puesto de trabajo. Es lo que tiene ser autónomo, dicen –por cierto, ¿Quiénes son los gilipollas que lo dicen?-.
        Resulta inevitable sentirse como si el gerente de una empresa a la que le has dedicado todo tu tiempo durante varios años, te echase a la calle sin la menor preocupación. Tan inevitable como preguntarse si a alguien ahí fuera le importan realmente tus preocupaciones.

martes, 13 de noviembre de 2012

domingo, 11 de noviembre de 2012


CHOP ESTÁ RABIOSO
Querido conciudadano:
        Me dirijo a usted a través de este medio que cierto congénere ha tenido a bien poner a mi disposición a fin de que pueda hacerle partícipe de ciertas cuestiones que, en mi humilde opinión, no debería de seguir obviando por más tiempo.
        En primer lugar me gustaría darle a conocer una gran revelación de la que, todo me hace pensar, usted aún no ha tenido noticia; yo también vivo en el mundo. Sí, en el mismo mundo que usted, ¿qué le parece? Seguro que no se había percatado aún de ello pero, ya ve, yo, al igual que usted, tengo un despertador que suena cada mañana –muy a mi pesar y por mucho que lo odie- y me recuerda que tengo que salir a la fría mañana invernal para encaminarme a un trabajo que odio y me veo obligado a agradecer –quién tiene trabajo hoy en día- como si que te estuviesen menospreciando, cuando no despreciando directamente, acosando, e insultando –vamos, puteándote a lo grande-, fuese algo por lo que alegrarse y sonreír cada mañana.
        Así pues, no quisiera extenderme demasiado en mi exposición, comprenderá usted que empiezo a estar hasta las mismísimas ‘bellotas’ de que siempre que me encuentre con usted, indefectiblemente, su merced se olvide de sonreír, abrirme la puerta si me ve –algo que exige que previamente mire a su alrededor- cargado cuando usted pasea alegre y despreocupadamente o me preste la más mínima atención cuando pretendo, iluso de mí, darle los ‘buenos días’ sin esperar, menos mal, respuesta alguna. Por el contrario, a usted le encanta pasar a mi lado sin echarme tan siquiera un vistazo, sin saludarme, ignorando mi existencia que, por otra parte, parece incomodarle, como si el hecho de que aún cumpliese con la máxima vital de la respiración fuese un obstáculo en su sueño de alcanzar un mundo ‘puro’ en el que los feos, los ‘cortitos’ y cualquiera que no tenga la suerte de encontrarse en su círculo íntimo de confianza, no tengan, perdón, tengamos cabida.
        Dicho esto entenderá usted que le dedique estas líneas a fin de reclamar para toda la Humanidad –y obviamente para mí, en particular- el mínimo respeto y consideración que, por el simple hecho de haber llegado a este mundo a través de los mismos cauces que su altísima magnanimidad, todos aquellos que ocupamos y compartimos espacio en este planeta con su señoría, nos merecemos.
        En lo sucesivo le agradeceremos que, al menos, nos devuelva el saludo; a poder ser mirándonos a los ojos, sonriendo y sin reflejar en su semblante el profundo desprecio que, a ver quién se atreve a dudarlo a estas alturas, siente por cualquiera que no sea usted mismo.
        Atentamente; Señor Chop.


jueves, 8 de noviembre de 2012


CONVERSACIÓN  INSOSTENIBLE
        Ahí estoy yo, tan tranquilo, tomándome una cerveza bien fría, tan a gustito. Entonces entra en el garito un imbécil, uno de esos que saben mucho sobre un montón de cosas, uno de esos ‘elegidos’ cuya opinión siempre tiene mucho más valor que cualquiera de las tuyas que, además, ante él pierden el divino derecho de ser respetadas.
        De vez en cuando te encuentras personajes así; individuos a los que te apetece decirles algo así como “¡eh, tranquilo! Aún no se ha abierto la ventanilla, vas a tener que esperar; por desgracia yo ya he terminado aquí, así que…”. Pero luego nunca te atreves a hacerlo.
        El caso es que el tipo acaba de entrar, me echa un vistazo, levanta sus cejas a modo de saludo y se dirige hacia mí; empieza el baile de disfraces, la danza de los tontos.
        Durante unos treinta o cuarenta interminables, eternos e insufribles minutos conversamos acerca de los ‘pioneros del rock español’. Nota bene; digo conversar por llamarlo de alguna manera mínimamente racional, cuando lo cierto es que durante toda nuestra charla lo único que hacemos es mantener un diálogo de besugos en el que yo intento exponerle algunos hechos constatados que no tienen que ver para nada con mis gustos o preferencias o mi opinión –vamos, que le doy datos como quien fue el primero en grabar un disco considerado de rock urbano, o cual fue la primera canción nacional en ser denominada como rock duro y cosas así-, mientras él se limita a decirme “sin ánimo de ofender, pero no estoy de acuerdo contigo; tal o cual grupo o músico me parece una mierda totalmente prescindible”. Mi cabeza se resiente con semejantes palabras, me duelen los oídos, siento la imperiosa necesidad de abrirme una botella de vino tinto y beberme un buen trago; después otro trago y otro más, hasta que no quede ni gota dentro de la botella. Entonces podría estampársela en la cabeza.

lunes, 5 de noviembre de 2012


        “De vez en cuando uno se cansa. Entonces te callas y escuchas, prestando o no atención, con la mente en blanco o con un tumulto de ideas golpeándose dentro de las paredes de tu cráneo. A veces, no queda otra opción”; después de decirme esto, se giró sobre si mismo y, sin apartar la vista del ventanal, se dejó caer muy lentamente sobre la butaca. Allí permaneció el resto de la tarde, observando –y aún así puede que no viendo- las carreras de las gentes de su ciudad que, a pesar de desplazarse a gran velocidad, huyendo de la lluvia, camino de importantísimas cuestiones, conseguían evitar el contacto con otros cuerpos tan pesados como los suyos, como si el resto de congéneres no fuesen más que obstáculos que sortear en el camino de sus vidas.
        Hacia las doce de la noche decidí ponerme en camino; así que me levanté de mi asiento intentando hacer algo de ruido con el que atraer su atención, me acerqué a él e, informándole de que debía continuar con mi viaje,  le pregunté si necesitaría algo. No hubo respuesta, ni tan siquiera una mirada.
        Después de esto recibí un par de cartas. La primera fechada del día siguiente a mi última visita; en ella la enfermera jefe me informaba de su más que notoria desmejora. En la segunda, que me enviaron desde la unidad de larga estancia un par de meses más tarde, un tal Toni, enfermero personal suyo al parecer, me dedicaba unas cuantas líneas animándome a visitarle tan pronto como me fuese posible, siempre en aras de su recuperación, su mejoría, su felicidad.
        Durante lo siguientes tres años no pronunció palabra alguna, apenas comía, apenas dormía; se pasaba en torno a veintidós horas al día sentado frente a la ventana, mirando a través de ella, en silencio y muy quieto. Jamás nadie llegó a ver algún cambio en su rostro, ahora carente de expresión o emoción. Yo, por mi parte, solía pensar más en otra época; los días felices en que charlábamos y nos acalorábamos debatiendo sobre cualquier trivialidad mientras vaciábamos botellas de vino. Recuerdo sólo una ocasión en que no pude evitar pensar en aquella última carta que me enviaron desde el hospital; pensé que el pobre estaba rodeado de estúpidos que no tenían ningún interés por entenderle, por estar con él de verdad, sino que se empeñaban en ‘rescatarle’, traerle de vuelta a la ‘cordura’ y recibirle con los brazos abiertos dándole la bienvenida al reglado y estructurado reino de lo ordinario. “Nos complace tenerle de vuelta”; a menudo, imaginaba estas palabras en boca de algún celador.
        Un buen día, exactamente tres años, dos meses y tres días después de que oyese su voz por última vez, recibí una llamada telefónica del coordinador general de la fundación; acababa de morir, en el transcurso de la noche, mientras miraba a través de la ventana, a oscuras y sonriendo.

Una ciudad despertando a oscuras,
yo luchando por contener
mi necesidad de escupirle
el poema que parí ayer
mientras contenía mis ansias homicidas.

                * * *
Mentiras acumuladas en el cajón;
te obligan a creer en ellas
siempre que suena el despertador,
te obligas a dejarlas pasar
cuando caes sobre tu almohada.

No hay demasiado tiempo, nunca,
y hagas lo que hagas
jamás importan mucho tus ganas;
sólo la medida despiadada
de esa maldita regla inexacta.

martes, 30 de octubre de 2012


PISTA Nº4
        Conducía sin destino, solo, mientras en su cabeza se repetían una y otra vez, en bucle, las imágenes de la última noche.
        La verdad es que todo había empezado como un juego, cuatro meses atrás; él no era más que otro encantador de serpientes desplegando todos sus trucos de prestidigitación delante de su penúltima víctima. Pero había algo en ella; el brillo de sus ojos grises, profundos, tan nostálgicos que lo único que podían inspirarle era un profundo deseo de abrazarla con fuerza y besarla sin descanso hasta el fin de los tiempos. “¿Será esto el amor?”, se preguntaba mientras la contemplaba extasiado a la mañana siguiente, mientras ella se secaba el pelo, desnuda, a tan solo dos metros de la cama desde la que él la contemplaba, sorprendido y emocionado como quien acaba de encontrarse, por casualidad, un ángel en el lugar menos esperado.
        Durante los tres primeros días no la dejó salir de la habitación; él preparaba algo para almorzar a mediodía y cuando caía el sol, se ocupaba de atender al teléfono inventándose alguna excusa que le permitiese a ella permanecer allí, a su lado, una hora más.
        Las semanas habían transcurrido y su pasión y admiración inicial por ella habían dado paso a una profunda devoción; quién le hubiese dicho, apenas unas horas antes de conocerla, que incluso un tipo como él, aficionado a la aventura de la seducción y al engaño como deporte, podría encontrar una persona que le hiciese temblar de emoción ante la simple idea de su imagen borrosa, acercándose, en una próxima cita. Pero así era; o así fue durante el breve tiempo que el cáncer terminal que ella padecía, les regaló.
        De la última noche, aquella en que yacieron desnudos, compartiendo el poco calor que aún les quedaba a ambos, bajo las sábanas, en el silencio de una fría habitación de hospital, hacía ya más de un año; pero para él, aquellos últimos besos, aquellas caricias tan tristes como sinceras, mientras en su cabeza se repetía incesantemente la misma canción, lo eran todo. Conducía; lo hacía cada noche desde entonces, sin descanso, sin destino o rumbo, intentando resucitarla mientras se afanaba en mantener vivo su recuerdo, oyendo una y otra vez, a través de los altavoces de su coche, la triste melodía de la pista número cuatro.

lunes, 29 de octubre de 2012



        Es inherente al hombre la necesidad de definir, de acotar. Se trata de un ejercicio mediante el cual consigue crear la falsa sensación de que todo le pertenece; de ahí que nos encante ponerle nombre a las cosas, incluso cuando éstos son totalmente innecesarios. Pongamos, por ejemplo, el caso de un programa de radio; ¿para qué puede necesitar un nombre? Imagino que no se trate más que de una peculiar forma de reclamar la propiedad del espacio y tiempo que ocupa, ignorando algunos atributos inapelables como la finitud o los más que habituales cambios de elementos integrantes, que siempre van parejos a este tipo de creaciones humanas. 

jueves, 25 de octubre de 2012


“Hay caminos rectos, pero son aburridos. Hay vidas enteras en tu forma de andar”.
Diego Vasallo

HABLANDO DE LA MEMORIA HISTÓRICA
        Llevaba años sin publicar nada; “¿para qué? No sabrían apreciarlo”, solía decirse a si mismo.
        “Podría copiar algo de Pío Baroja, por ejemplo; plagiarle su ‘Camino de perfección’ de principio a fin, o simplemente los fragmentos más brillantes. ¿Quién iba a darse cuenta? Ya nadie lee a Baroja, ni a Unamuno ni a Jardiel Poncela. En esta sociedad de consumismo -que no consumo-, de best-seller de temporada y olvidados pasquines, ¿quién tiene tiempo para acordarse de aquel donostiarra al que admiraban Hemingway o Dos Passos?”

domingo, 21 de octubre de 2012


DIFERENCIAS NADA TRIVIALES
        Votante: que vota, da su voto.
        Elector: que elige o tiene potestad o derecho de elegir.

sábado, 20 de octubre de 2012


        -¿Por qué crees que siguen poniéndose en primera línea por una causa que no pueden ganar?
        -Ellos creen que pueden ganar.
        -No; ellos, simplemente, creen en su causa.

        ¿Conocéis esa sensación de que un negocio está a punto de cerrar definitivamente cuando, dándote una vuelta por sus pasillos, te percatas de que apenas quedan productos en sus estanterías y la mayoría de ellos están demasiado próximos a su fecha de caducidad, o cuando los dependientes tienen mala cara y parecen enfermos o asesinos o, peor aún, asesinos enfermos?
        Pues últimamente, paseando por las calles y ciudades de este país, tengo exactamente la misma sensación.

miércoles, 17 de octubre de 2012


Tú, que me amas, incondicionalmente y
a pesar de todo, porque
yo te odio con dulzura, en silencio,
eres incapaz de apartar la vista
del crimen atroz que estas manos,
culpables, llevan a cabo.
Después tú me odias y yo te amo;
la locura siempre ha sido así
de incongruente, cruel y matemática.
Yo ya sé como acabará todo esto;
tú olvidarás haber visto sangre
manchando mis cuadernos de cartoné,
yo en cambio, no podré.
Ahora tú me amas, …y yo me odio.

“Acabo de recordar que una vez tuve dieciséis años; perdón papá”.
Israel Lozano

martes, 16 de octubre de 2012


“Para Raskólnikov empezó entonces una extraña época; parecía como si una bruma se hubiese levantado de pronto ante él, envolviéndolo en una soledad irrespirable y densa. Al evocar después aquel tiempo, mucho después, hubo de comprender que había tenido como obnubilada la conciencia, y que tal estado prolongose, con leves intervalos, hasta que sobrevino la definitiva catástrofe”.
Fiodor M. Dostoyevski de su obra ‘CRIMEN Y CASTIGO’ (1866)

jueves, 11 de octubre de 2012


ADMINISTRACIÓN LOCAL
        Curioso tiempo el que vivimos. Resulta que el ayuntamiento de Oviedo organiza un concurso o una convocatoria o algo por el estilo, a fin de diseñar un nuevo logotipo que habrá de sustituir al clásico escudo de la ciudad. Al cabo de un tiempo Oviedo tiene nuevo emblema –bastante simple y más bien cutre, por cierto-, así que, en estos días de pan y agua racionados gracias a la ya casi eterna ‘crisis’, el ayuntamiento se gasta cierta cantidad de dinero –mejor no preguntar, bendita ignorancia- en sustituir las viejas pegatinas de autobuses y rótulos de paneles publicitarios, que se encuentran en perfecto estado, por las nuevas que, en mi opinión y en la de la práctica totalidad de la ciudadanía, son absolutamente innecesarias.
        Y yo me pregunto, ¿cuánto deberemos recortar ahora del servicio municipal de limpieza, o jardinería, por ejemplo, para imprimir nuevos sobres y folios oficiales y echar los antiguos al contenedor de reciclaje de papel y cartón?

viernes, 5 de octubre de 2012


“Para ser honesto con los demás, antes tienes que serlo contigo mismo”.
Antonio Lozano II

lunes, 1 de octubre de 2012


RESPONSO PARA UN VIVO
        El vino empieza a hacer su trabajo; después de un par de copas me siento ebrio, anestesiado, indolente. A través de los altavoces del giradiscos, la voz de Johnny me cuenta una historia que no me resulta desconocida.

        “Me he herido a mí mismo hoy
        para ver si aún soy capaz de sentir”.

        Sentado, con la mente en blanco y las manos al volante, conduzco por una carretera sin rumbo ni destino. Las imágenes que atesoro en mi memoria se suceden a toda velocidad, como si de fotografías colgadas en postes de luz, a ambos lados de una vía de tren por la que una locomotora sin control me lleva hacia la siguiente meta volante, se tratase. Ante ellas, me siento incapaz de pronunciar palabra; el silencio es absoluto, el vacío incontestable.

        “¿En qué me he convertido,
        mi dulce amigo?”.

        Me detengo en algún lugar de mi pasado.

        “Llevo esta corona de espinas,
        me siento en mi trono de mentiroso”.

        Poco importa si esto es una confesión o producto de mi fértil imaginación; el hecho es que estoy gritando sin abrir la boca, mientras trato de convencerme a mi mismo de que no necesito ayuda.

        “Si pudiera empezar de nuevo,
        a un millón de millas de aquí,
        …encontraría la manera”.


Dijo que volvería,
lo que quiere decir
        que se fue.

Pasaron varias noches,
y supongo
que también varios días.
Era tarde,
un lunes a las cinco y cuarenta y ocho
de una calurosa madrugada
al final del invierno, creo,
cuando se encendió,
tenue,
una luz furtiva
que atravesaba el umbral de los sueños
por un resquicio de la puerta;
finalmente volvió.

5C80001080000000008666123O19;
combinación perfecta
        frustrada.

Al parecer,
según dedujo mi enrevesada entendedora,
no todo había salido tan bien
-ni tan rápido-
como le habían asegurado, iría,
todos esos valiente a los que había preguntado.
Fue todo un año
hasta llegar al final de la nacional 634,
y por el camino
no consiguió ver ningún piano blanco,
ni negro, ni gris, la verdad,
y terminó
una tarde de septiembre,
mientras se ponía el sol,
por darse cuenta
de que unas terribles ganas de llorar
se habían instalado en lo más profundo
de su corazón.

Y lo sé, lo sé…,
lo sé;
¿lo sabes tú también?

Gélido, roto, loco, atormentado…;
son tantas las posibilidades
        de Lucifer,
y sólo una hace falta
para una mujer.
Volvió porque…,
creo que ni él ni yo lo sabemos
y creo, imagino, intuyo,
que nunca nadie lo sabrá.
Volvió y punto;
volvió
y alguien sonrió.

viernes, 28 de septiembre de 2012


GRANDES ESPERANZAS
Estimado Señor Lozano:
        Apenas han pasado unos minutos desde que he terminado, al fin, de leer las cerca de cuatrocientas páginas que componen lo que usted no ha dudado en catalogar como su gran obra maestra. Permítame que ahora sea yo quien le dirija unas palabras.
        Ante todo quiero agradecerle el interés que ha manifestado por nuestra editorial. Quisiera además, y antes de entrar en materia, recordarle que una negativa o un rechazo puntual, no es más que eso, puntual, no queriendo decir en absoluto que necesariamente uno deba plantearse hacer carrera en un ámbito distinto ya que, como usted bien sabrá, muchos han sido los escritores que a fuerza de ser rechazados en sus primeros intentos de incursionar en el mundo de la palabra escrita, consiguieron alcanzar cotas elevadísimas tanto a nivel creativo como formal por verse forzados a dar el máximo de su potencial, y no conformándose con la primera versión de un hijo superdotado traído a toda prisa a un mundo que aún no se encontraba preparado para tanta genialidad. Éste, desde luego, no es su caso.
        Su prosa, si es que puede llegar a ser así catalogada y no como una simple secuencia de palabras mal conectadas, destila lo que un crítico benévolo tildaría de instinto animal exacerbado. Un servidor, que renunció hace ya bastante a la diplomacia gratuita, se ve en la obligación de decirle, sin ningún tipo de acritud, que sencillamente apesta; lo mire por donde lo mire, su obra despide un tufo insoportable que tan sólo puedo comparar con el hedor de la diarrea de un alcohólico que lleva una semana comiendo cebollas y bebiendo licores de alta graduación.
        Sinceramente, espero que jamás tenga que verse en la tesitura en la que hoy me hallo yo; dudo que pueda hacerse una idea aproximada, ni de lejos, del dolor mental, del tremendo esfuerzo, de la ardua tarea que a mis maltrechas neuronas les ha supuesto el tener que vérselas con semejante insulto a la inteligencia humana.
        ¿En qué momento decidió consagrarse, tal y como usted mismo se expresa en la carta con que ha tenido a bien acompañar su ‘novela’, en cuerpo y alma a la creación y recreación a través de las manchas de tinta con forma reglada? Por el bien de la raza, espero que no fuese realmente gracias a su profesor de literatura de segundo de bachiller; Dios sabe que no podría soportar recibir un mamotreto al año, obra cumbre de algún coleguilla suyo con inspiración y motor primero común.
        Para terminar, y antes de despedirme, me permitiré la licencia de darle un consejo que, no por ser gratuito carece de valor; cómprese una escoba, un recogedor, un cubo, una fregona y unas cuantas bayetas y abra, a la mayor brevedad posible, una empresa de limpieza. La sociedad en su conjunto, aún en silencio, se lo agradecerá.
        Atentamente; Martín Nozala. Ediciones In-Alámbricas.

“Aunque yo mismo no lo vea, me da igual; yo contribuyo a que la evolución continúe”.
Christian Felber

lunes, 24 de septiembre de 2012


JUST LIKE HEAVEN
Y a mí que más me puede dar
si esta noche me quieres engañar;
miente todo lo que quieras
mientras permanezcas a mi lado.
Como un sueño -así será-
despertar a tu lado y verte sonreír.
“Como un sueño”, te dije,
y espero que me creyeses
como yo quiero creer en tí, porque
no hay mentira más real
que cada caricia que tus labios
le regalan con picardía a mis oídos.

sábado, 22 de septiembre de 2012


“Respecto a la fe, puedes creer o no creer; yo elijo creer”.
Javier Martín Baragaña

viernes, 21 de septiembre de 2012


Este es el día más triste del año,
el comienzo de una época realmente cruel;
Nina Simone llora aquí al lado
mientras un tipo con bata blanca
trata de hurgar en ese abismo oscuro
que son hoy las esperanzas
de esta pequeña parte de la humanidad.

Mientras el sol cae en el horizonte
el frío se apodera de los corazones y
siete billones de almas –puede que más-
aprietan los dientes sin saber,
aunque intuyendo con clarividencia,
que el contrato está a punto de expirar.

“Ámame, ámame”, implora un anciano
cantando en la oscura noche,
clavando su temblorosa mirada azul
en el centro mismo de la luna;
“no arranques mis alas, déjame volar.
Permite que me acerque a ti”.