Primer acorde de guitarra y el semáforo
empieza a dudar; justo cuando la batería decide entrar en la habitación, el
verde nos da la bienvenida. Durante los próximos tres segundos el Blues subirá
poco a poco de revoluciones... A veces la vida se pone de acuerdo con la
música, y eso resulta simplemente maravilloso.
lunes, 30 de marzo de 2015
jueves, 26 de marzo de 2015
lunes, 23 de marzo de 2015
No, no todo puede valer -ya ves, también en
esto estoy de acuerdo contigo-, pero, siendo sinceros, a quién le importan
realmente todas las explosiones que amenazan con derrumbar nuestro pequeño
paraíso particular; no creo que haya más de dos personas en el mundo con
derecho a opinar sobre esto, y una de ellas soy yo.
miércoles, 18 de marzo de 2015
FIN
¿Quién
eres tú?
Y
yo... quién soy yo;
completos
desconocidos
buscando
algo mejor,
quizá
alguna esperanza
o
una última oportunidad,
el
reducto definitivo
en
el que sentarme a esperar
hasta
que terminen sangrando
estas
torpes manos mías.
Y
después...
-después
de tú y yo,
de
gobierno y obligación,
de
testamento y testaferro,
de
martillo y billetera-
...
derramarme,
ver
cómo mi cara se encoge
hasta
borrar el rostro
que
de mí la gente conoce;
eso
es todo lo que anhelo:
desaparecer.
sábado, 14 de marzo de 2015
ABDICANDO DE... LA VIDA
-Sólo
dices chorradas -y su voz se quedó retumbando ahí arriba, en esa buhardilla
destartalada llena de neuronas hiperactivas-; ¿me has oído? Nada más que
chorradas.
Se repuso.
-Exactamente...
a qué te refieres.
Exasperante; a veces Samsa era,
sencillamente, exasperante. De una forma desafiante, exasperante hasta la
incitación a la violencia. Pero Sara ya le conocía, nada le haría dejar de ser
un témpano de hielo; el autocontrol era su filosofía, la abnegación su credo.
-Esa
estupidez acerca de la abdicación que llevas pregonando toda la semana, un buen
ejemplo, sí; ¿no te cansas de soltar chorradas de ese tipo todo el día?
-La
abdicación -ensimismado, sotto voce, alejado-.
-Sí
Samsa, la ab-di-ca-ción -sin ira, pero con claro hartazgo-.
Tres, dos, uno... acelerador a fondo.
-La
abdicación me corroe por dentro, me impide dormir por las noches; la abdicación
de los códigos morales de conducta, la abdicación de la ética, la abdicación de
la voluntad, la abdicación de la ilusión..., de la esperanza, la abdicación de
la sonrisa, la abdicación del espíritu combativo, la abdicación del deber, la
abdicación de la poesía, la abdicación de las matemáticas, la física y la
biología, la abdicación de la vida.
Silencio; Sara callada al fin, con los ojos
bien abiertos y dispuesta a seguir escuchando. Samsa continúa sin percatarse de
que lo que está haciendo, realmente, es desenvolver un regalo inesperado.
-Debería
darle la razón a todos aquellos que se refugian en el discurso
derrotista-conformista y mandarlo todo a la mierda (yo mismo incluido); debería
darle la razón a Franz, reconocer que todo está perdido y que yo solo no puedo
cambiar nada, que no voy a salvar a nadie, que soy incapaz incluso de salvarme
a mí mismo. Debería asumir mi derrota, ser consecuente, y rendirme a mi
cansancio, a este hastío atroz ante la obligación de seguir vivo, de continuar
aunque no valga para nada. Debería ser razonable, claudicar, aceptar la
realidad. Debería sentarme a esperar la muerte, o incluso correr a su
encuentro: escribir mis últimas palabras en este cuaderno y no volver a abrir
la boca nunca más.
viernes, 13 de marzo de 2015
jueves, 12 de marzo de 2015
martes, 10 de marzo de 2015
domingo, 8 de marzo de 2015
SUCESIÓN
ININTERRUMPIDA
(SHOW MUST GO ON)
Por lo que veo en tu blog, trabajas
arduamente, lo mantienes vivo. Eso es bueno. Por mi parte he descubierto la
verdad -esto es un hecho, no intentes confundirme preguntándome a qué realidad
me refiero o cualquier otro tipo de 'chorrada' (qué palabra, ¿verdad?)-, aunque
aún no sé cómo obrar en... consecuencia. Mañana te veré; será fantástico,
beberemos y diremos un montón de estupideces que nos parecerán geniales -a
ellos también se lo parecerán, serán tan felices oyéndonos despotricar,
cumpliendo nuestros papeles..., me gustaría poder verles alguna vez y
felicitarles con una fuerte palmadita en la espalda: juego descubierto, juguete
al 187.5 por ciento y su-bi-en-do-.
viernes, 6 de marzo de 2015
Hoy estoy cansado, muy cansado... Tanto
como para contemplar la vida y la muerte sin mucho interés, tanto como para
sentirme impasible mientras lo inevitable toma forma ante mí. Hoy sería un buen
día para encontrarse en un banco en el momento exacto en que tres locos deciden
llevar a cabo un atraco a mano armada; podría detenerlos sin pestañear después
de que uno de ellos gritase "al primero que se mueva me lo llevo por
delante". Adelante pues, pensaría yo, y me convertiría en héroe por el
simple hecho de que hoy estoy cansado, muy cansado... demasiado para que me
importe una mierda seguir respirando mañana.
"Empecé
a recopilar estas notas sin para y sin porqué y sólo para ver qué pasaba, para
desoxidar las bielas, para comprobar si la maquinaria seguía moviéndose a pesar
de todo, a pesar del tiempo y la inseguridad que me habían ido convirtiendo,
poco a poco al principio y de pronto súbitamente, en un hombre acorralado".
Ray Loriga de su novela 'ZA ZA, EMPERADOR DE
IBIZA' (2014)
jueves, 5 de marzo de 2015
domingo, 1 de marzo de 2015
Y LA VIDA SIGUIÓ
Conducía con decisión, con ese tipo de
calma desbordada que muestran quienes transitan parajes ya conocidos y que
tanto asusta a quienes, desde el asiento del copiloto, descubren por vez
primera en camino.
A pesar de ello, de los rápidos movimientos
de manos al volante, de las curvas cerradas tomadas a toda velocidad, de los
vertiginosos cambios de carril in extremis, de los guijarros proyectados fuera
del camino y de los baches imposibles de evadir que hacían saltar al
destartalado Peugeot 504 gris, a pesar de todo ello, Jacob no tenía ni la menor
idea de hacia dónde se dirigía; no hace falta decir que yo aún menos.
Conducía, como suelen hacerlo los hombres
atribulados y decididos al cambio definitivo de rumbo vital, con violencia y
agresividad, maldiciendo de cuando en cuando, elevando su voz ronca por encima
de las altísimas notas de guitarra que salían de los altavoces del coche; a su
lado yo permanecía callado, sin saber qué decir, o sabiéndolo, pero incapaz de
encontrar el valor para hacerlo.
-Jacob... -me arranqué un par de veces-.
-Ahora no -me frenó en seco-, ahora no.
Yo pensaba en el Lago Roca, intentaba
teletransportarme a él o, al menos, lograr que mi consciencia se esfumase hasta
allí durante unos pocos minutos de paz. Ignoro en qué pensaba Jacob; de hecho,
es posible que ni siquiera pensase en algo concreto. De vez en cuando le miraba
de soslayo, en su mirada ardía el fuego de la decisión tomada, firme; yo me
preguntaba cuál sería esa decisión.
De repente, después de una cerradísima
curva, nos encontramos con el final de aquella carretera mal asfaltada;
estábamos a pocos metros de la cumbre de la montaña, ante nosotros un camino de
grava y piedrecillas medio embarrado por las lluvias de noviembre. Apenas
necesitó medio segundo para desvelarme sus intenciones: sin apartar la vista
del horizonte frunció el ceño y sonrió al tiempo que metía la primera y pisaba
el acelerador a fondo, en pocos segundos llegaría el suspiro definitivo, el
último. Entonces la fusión se abría completado, ya nunca más habría cara y
cruz, nunca más dos voces, dos miradas, dos ideas.
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