viernes, 29 de junio de 2012


“El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir”.
Albert Einstein

jueves, 28 de junio de 2012


        Suerte que mañana Liz vendrá. Después de tanto tiempo, me pregunto qué cara tendrá; ¿finalmente las canas habrán coronado su incólume moño? Sólo espero que siga teniendo ese tacto tan suave en sus dedos, y que esté dispuesta a inspirarme un poco de paz, apenas unos minutos, unos segundos incluso, es todo lo que necesito; sus manos en mis cabellos, apartando de mi mente todos los malos augurios y las sombras funestas que últimamente me asedian.
        Con un poco de suerte, tal vez consiga hacerme recordar el remanso de paz que solía acompañarme siempre que me quedaba dormido entre sus maternales brazos. Quizá ella tampoco haya podido olvidarlo, es posible que no sólo yo siga necesitándola.

martes, 26 de junio de 2012


Por lo demás, estoy cansado; aunque eso no parece importarle demasiado a este fantástico mundo que hemos ‘creado’.

DESPEDIDA EN LO ALTO DEL ESCENARIO
Con el último beso abandonado a su suerte, supe que llegaba el final; no más días de feria rescatados del luto, no más velo y no más Mizar, no más aprendizaje del ínfimo detalle insignificante, no más notas en el garaje, no más improvisaciones en casas ajenas, no más cumpleaños al sol, no más carreras para ser el primero, no más conciertos.
No más sábados o viernes, no más domingos; no más jueves…

sábado, 23 de junio de 2012


CÍRCULOS
            Donde quiera que mire veo círculos y elipses. Complejos e imperfectos bailes de planetas alrededor de estrellas que danzan, a su vez, a través de galaxias que no saben estarse quietas. Simples vaivenes de gaviotas acercándose a olas que, entre idas y venidas, no paran de girar; dubitativas moscas planeando en torno a un punto fijo inexistente que las mantiene a una distancia prudente gracias a una cuerda, un radio, imaginaria. O gorriones cruzando trayectorias en vuelos compartidos con amigos de toda la vida.
        El ‘eterno retorno’, las cuatro estaciones, el día y la noche, obertura-obra-coda, la lluvia antes del sol antes de la lluvia antes del sol…, todo es igual; observo al hombre, también nosotros nos movemos en círculos.
        Círculos de amigos de la infancia impactando con círculos familiares y círculos ampliados de nuevas y más maduras amistades; a veces resultando nuevos círculos mayores, otras prevaleciendo alguno sobre el resto que, con giros y movimientos de despiste, intentamos sortear durante el resto de nuestros días. A no ser que de repente nos encontremos con un ‘giro inesperado’ en nuestras vidas; entonces todo vuelve a empezar.
        Le damos vueltas –una, dos, tres…, mil veces- a la misma idea, sin avanzar, hasta que otro círculo individual choca con nosotros y nos alienta o nos corrige.
        Hay círculos por todas partes; mujeres maltratadas volviendo al lado de sus exmaridos homicidas, septuagenarios rememorando sus años mozos como alcohólicos mientras critican a una nueva generación de borrachos, timadores empeñados en reestablecer el ‘equilibrio’ timando a otros aún más incautos que ellos mismos, científicos inventando nuevas armas super-potentes por equivocación mientras buscaban la salvación de la humanidad, novelistas reescribiendo su primera novela o, peor aún, la última de cualquiera de sus colegas…, guitarristas demodé recuperando el primer riff de la historia.
        Círculos y más círculos. Impactos en la noche, a oscuras, sin luna, repitiendo los mismos errores, que ya no son para tanto, y conquistando las mismas metas, que ya no impresionan a nadie.

lunes, 18 de junio de 2012


DOS MINUTOS DESPUÉS DEL FINAL
        Lo cierto es que no sabía qué hacer. Pensaba en todos esos niños, conteniendo unas lágrimas que adivinaban inútiles, incapaces de cambiar su destino.
        Después de algo más de una hora sentado en lo que una vez fuera el porche de aquella casa en ruinas, con la mirada perdida en el campo que se abría paso entre los restos de una civilización caída, sus labios se abrieron y por fin dijo algo.
-Nos hemos hecho viejos de golpe, sin pretenderlo, sin quererlo; el fin del mundo, de aquel precioso mundo dorado y prometedor en que nos hicieron creer casi a la fuerza, ha llegado mientras estábamos dormidos y ahora, ojos abiertos, expectantes nuestras almas, pensamos; ¿qué puedo hacer?
A su lado, una vez más, permanecí callado; no sabía que decir, no tenía nada que decir. Cerré los ojos y, simplemente, intenté disfrutar de su presencia. Nada volvería a ser igual.

"La paz solo puede venir como una consecuencia natural de la educación universal y de la mezcla de razas".
Nikola Tesla

domingo, 17 de junio de 2012


EN LA PUERTA DE UN HOSPITAL PSIQUIÁTRICO
        Son ángeles, no hay duda. Encargados de velar por nuestras almas, de enseñarnos a caminar hacia un lugar donde poder mostrar una mejor versión de nosotros mismos, donde poder saltar más alto y correr más rápido, donde sentir nuestro corazón bombear sangre con más fuerza, donde ver con más nitidez cada detalle que antes había pasado inadvertido, prácticamente invisible.
        No son discapacitados, ni tan siquiera personas con algún tipo de discapacidad, ¡no! Son ángeles; preciosos, hermosos ángeles, perfectos, ayudándonos a acercarnos a Dios.

sábado, 16 de junio de 2012


        De vez en cuando, no puedes evitar soltar alguna lágrima al separarte de alguno de tus amigos, aunque sepas que no tardarás en volver a verlo; ¿por qué costará tanto despedirse de ciertas personas?

viernes, 15 de junio de 2012


        Si a una entrevista de trabajo para ocupar un puesto en condiciones abusivas y denigrantes, no se presentase nadie durante un periodo de tiempo lo suficientemente prolongado, ¿terminaría la empresa contratante por cambiar las condiciones del mismo?

REFLEXIONES SOBRE ÉTICA PERIODÍSTICA
        Situémonos; estamos en la puerta del Congreso, a la hora del almuerzo en un día en que el aumento de la prima de riesgo del estado español ha sido muy superior al peor de los vaticinios, obra y gracia del famoso rescate financiero a la banca, y fruto de la ‘descalificación’ de la agencia de calificación Moody’s.
        A la salida un periodista aborda al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, clamando –y me atrevería a decir que incluso reclamando-; “Presidente, un mensaje de tranquilidad en un día complicado”. A lo que aquellos que vemos el resumen de los hechos por televisión, no sabemos si Don Mariano responde o no, pues rápidamente el realizador de los servicios informativos de Tele5 funde con una declaración de Soraya Sáenz de Santamaría a la misma hora y en el mismo lugar; “a ver si comemos algo”. ¿Clarividente?, es muy probable, ¿irónico?, desde luego, ¿veraz?
        Es lo que tiene ser periodista, que, como decía la canción “tiene el mundo entero, en sus manos tiene todo el mundo”.

martes, 12 de junio de 2012


        Yo paseando por el centro de mi ciudad, leyendo el ‘Fahrenheit 451’ de Bradbury. Caminando a lo largo de una avenida de bares y cafés con rectilíneas terrazas de diseño, atestadas de mecanógrafos, personal de correos, funcionarios de prisiones, operadores de telefonía y empleados de banca; todos ellos cerveza en mano, cigarro expectante en los labios, mechero en camino.
        Algunos me reconoces –debo de pasear a menudo por aquí-, me invitan a que les acompañe; me excuso, me invento cualquier tontería para poder escapar, les cito para el sábado en mi casa.
        Llega el día señalado y comienzan las visitas; la puerta no para de abrirse, yo les recibo a todos con una copa de vino. A cada uno de ellos lo acompaño bebiéndome otra yo mismo.
        Después de cuatro horas me caigo al suelo; mis invitados, los veinte, comienzan a desaparecer entre murmuraciones y ausencias. Ahí estoy yo, me he quedado solo con la música de Diego Vasallo y el Cabaret Pop; nadie puede oír ya ninguna de mis genialidades.
        “Está claro; no es una cuestión de cantidad, si acaso de frecuencia, también se puede ser adicto a las dosis pequeñas”.

sábado, 9 de junio de 2012


“Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado”.
Juan Ramón Jiménez

“Las excepciones representan el primer paso en el camino de la evolución”.
Israel Lozano Ortega

viernes, 8 de junio de 2012


Resulta tan difícil explicarlo…; cuando le has echado un vistazo a la muerte, inevitablemente, una parte de ti se queda allí, esperando la llegada del resto.
        De vez en cuando sucede, sin más, no puedes evitarlo. Un rayo de sol incidiendo de determinada forma sobre la fachada acristalada de un edificio, el arrítmico paso de un niño corriendo detrás de un balón, el sonido de una guitarra que se escapa de un almacén en el sótano o la simple caída a cámara lenta de la primera hoja del nuevo otoño; te sumes en un trance y vuelves a estar ahí, al otro lado. Entonces respiras paz. No importa lo mucho que normalmente pueda aterrarte la idea de desaparecer de este mundo que tan bien crees conocer, al otro lado sólo hay paz; sientes que vuelves al hogar, a un lugar en el que no hace falta que hagas nada, que digas nada ni pienses nada en concreto para ser quien eres. No existe la necesidad de ser definido, puedes ser sin más. Diez horas en absoluto silencio, sintiendo, simplemente sintiendo todo lo que te rodea, incluso aquello que te acaricia sin que puedas verlo, olerlo o percibirlo a través del tacto. Diez horas o quince segundos que pueden parecer varios años…
        Después todo vuelve a ser igual, ¡welcome back home! Y los soldados son recibidos en unas casas extrañas que han de reconocer por imperativo moral, legal o vaya usted a saber, como propias; ahí comienza la angustia, el ‘sentimiento trágico de la vida’, que diría Unamuno.

“Un tonto hace un ciento”.  María L. Suárez Quirós

jueves, 7 de junio de 2012


MALDITAS APARIENCIAS
Más o menos sucedió así; yo estaba limpiando las cristaleras de la céntrica tienda de una de mis clientes. Al rato de abrir sus puertas una amiga suya hizo acto de presencia.
-Buenos días Lola –obviamente mi clienta no se llama Lola, pero, ¿acaso importa su verdadero nombre? Por cierto, no sé si os dais cuenta pero, al acompañar el saludo de un nombre propio deja claro que solamente pretende saludar a esa persona y no a cualquier otra, aunque acabe de pasar, literalmente, rozándola, rozándome-.
Al cabo de un rato conversando nuestra invitada le dice a su amiga –os recuerdo, mi clienta-; “Lola, cuando puedas tienes que darme el número de la empresa que te limpia; tengo en casa unas ventanas tan sucias…”.
-Puedes comentárselo ahora mismo al señor gerente. Le tienes ahí delante.
Me mira con asombro. Le sonrío.
-¿El muchacho?
Pues sí, con treinta y uno y sudado; igual que con veintidós cuando abrí mi empresa. Es lo que tienen las apariencias, no siempre te puedes fiar de ellas. Creo que a la amiga de Lola no le voy a hacer ‘precio de amigo’.

lunes, 4 de junio de 2012


EXTRACTO DE UNA NOVELA POR ESCRIBIR
        Frank solía escuchar viejos discos, de esos que normalmente se llaman ‘clásicos’; Dylan, Cohen, Diamond e inexplicablemente Johnny Cash -él mismo lo consideraba inexplicable, pues jamás le había gustado el country, si exceptuamos, claro está, al propio Cash-.
Frank no podía resistirse a comprar cualquier disco que considerase clásico que pasase ante sus ojos. Aunque deberíamos empezar por aclarar que Frank, en realidad, no era más que Francisco; un Francisco empeñado en que todo el mundo le conociese como Frank, hasta el punto de llegar a presentarse directamente así, -muy buenas, soy Frank, sí, Frank, como suena, acabado en k.
Frank no podía evitar un sinfín de cosas y patrones en su vida diaria, como comprar compulsivamente discos viejos. Vivía obsesionado por cantidad de insignificancias de esas que a casi todo el mundo le dan exactamente lo mismo y se dejaba llevar por estúpidas manías que ni él mismo comprendía. Por ejemplo, Frank era incapaz de pasar por delante de una droguería y no entrar a comprar, al menos, un simple frasco de detergente o un pack formato ahorro de tres bayetas. Siempre que iba a hacer la compra, Frank adquiría algo más de lo que necesitaba “por si acaso”; así, si necesitaba dos sobres de sopa instantánea, se llevaba cuatro, “por si acaso”.
En cuanto a las obsesiones de Frank, las había de todo tipo. Frank, por poner un ejemplo, intentaba evitar siempre que le era posible, pisar las baldosas más oscuras de la calle y siempre llegaba al último peldaño de una escalera con el pie derecho; “el pie derecho por delante, la cabeza bien alta y un ojo al suelo, por si acaso”.
Así era Frank, aunque a veces se preguntase a si mismo si en realidad era así, o simplemente así era como le gustaba ser.
-Después de todo –en ocasiones se sorprendía con su propia capacidad de sinceridad para consigo mismo- Frank no nació como tal hasta que un buen día decidí dejar en casa a Francisco.