SONRÍE MUCHACHO
Hay que sonreír más. Llevas toda tu vida oyéndolo; hay que sonreír más,
muchacho. Una sonrisa te puede abrir muchas puertas, una sonrisa es la clave de
sol que origina el movimiento en el mundo –circular, añadiría-, una sonrisa es
la más elocuente respuesta, una sonrisa llama a otra sonrisa. Tú, prestando o
no atención, sonríes como un imbécil porque has empezado a entenderlo todo. Sonríe
muchacho, verás que bien; si sonríes después de que un terrorista islámico te
golpee la mano con un martillo de carpintero oxidado, tu dolor no desaparecerá,
yo no te prometo el alivio, pero nadie se preocupará en exceso y todos los que
veamos tus dedos reventados y sangrando, miraremos a tu cara y podremos seguir
sonriendo; yo te traigo la trascendencia.
Sonríe muchacho, no lo olvides; siempre puedes sonreír más. Sonríe en
todo momento, en cualquier lugar, a todas horas, indiscriminadamente, por amor
al arte o como práctica tántrica, da igual la causa, tú no pares de sonreír. Sonríe
incluso, y muy especialmente, cuando te cuenten una mierda de chiste que no
tiene ninguna gracia; sonríe, no se te ocurra dejar de ‘encajar’.