domingo, 31 de enero de 2016

"Cuando un perro corre hacia ti, silba para llamarlo".
Henry David Thoreau, en una anotación de su diario en junio de 1840.

sábado, 30 de enero de 2016




     Hay un punto... en el que confluyen vida y muerte, pasado y futuro, decepción y esperanza, ilusión y nostalgia.

jueves, 28 de enero de 2016

     Hoy, finalmente, ha comenzado de forma rotunda, incontestable, esa época del año, de la vida incluso, tan propicia a la depresión. La sensación de derrota, de debacle e irreversibilidad, lo impregna todo con su plomizo manto gris; resulta difícil tarea sobreponerse y sonreírle a los niños que, con las manos abiertas y las palmas hacia arriba, te preguntan qué está pasando, cuál es el motivo de que a todos los adultos les cueste tanto mirar hacia el cielo sin llorar, sin perder la compostura y echarse a temblar.

sábado, 23 de enero de 2016

HISTORIA DE UN ARTÍCULO PENDIENTE DE SER ESCRITO
     Quién lo hubiera dicho: a Jacobus Stolz terminaron por acabársele las ideas. Llamado a escribir la última gran novela prusa -todo el mundo así lo creía-, o la primera gran novela del siglo XXI, aquella por la que sería recordado infinidad de milenios después de su paso a mejor vida; el no tan joven Stolz, después de un par de novelas que podrían ser consideradas de fracaso total tras verse relegadas al papel de la obra de culto para una minoría a la que la misma resultaba inaccesible, y varios cientos de artículos firmados con nombres falsos y seudónimos como colaborador en publicaciones de cierta relevancia en la opinión popular internacional, se veía abocado al desierto dado que llevaba la friolera de veintisiete días (¡¡27!!) sin escribir palabra. Todo esto tenía lugar coincidiendo con el primer encargo que Jacobus tenía por parte de una editorial seria para publicar algo con su propio nombre; la sensación de fracaso era total: devastadora, asesina, demencial, aplastante.
     ¿Qué podía hacer? El trece de agosto de ese mismo año -quince días después de que el plazo de la editorial cumpliese- ingresó voluntariamente en el hospital psiquiátrico comarcal. Allí permaneció durante unos cuatro meses, tiempo que empleó, entre otras cosas, en redactar y revisar las páginas que componen el trabajo cuya presentación nos ocupa hoy. Y, como dijera Mayra Gómez Kemp, hasta aquí puedo leer.

jueves, 21 de enero de 2016

EL REFUGIO INTERIOR
(SOLILOQUIO DE UN HOMBRE DESESPERADO)
-Usted, señor, está tan desesperado como para aceptar cualquier trato; incluso este que acabo de proponerle.
     No hay literatura posible.
-Sí, pero... -intento en vano-.
-No, querido mío, no hay 'pero' que valga; hágase a la idea de que las cosas -ningún tipo de literatura posible- están como están. Acéptelo.
-Sí..., entiendo, entiendo; lo... acepto.
     No hay literatura, ningún tipo de literatura, posible aquí.
-En tal caso, pobre idiota, acérquese un poco a la ventana. Sí, así está muy bien, será suficiente; ya sabe lo que viene ahora, ¿verdad? -No aquí-. Adiós.
Keep me away from myself,
mantenme a salvo,
aléjame de mi cabeza,
mantenme a distancia
de esta perturbadora presencia;
keep me away,
aquí mismo, from myself.
Keep me safe,
te estaré esperando;
mientras que un lucero encendido
en esta noche interna musita:
I´ll be waiting for you.
No puedo prometer tiempo,
pero esperaré
aquí mismo, waiting for you
to come and keep me away,
to come and keep me safe.

lunes, 18 de enero de 2016

"Gina, por su parte, dedicaba a Richard su mirada habitual: lo miraba como si se hubiera vuelto loco mucho tiempo atrás".
Martin Amis de su novela 'LA INFORMACIÓN'(1995)

lunes, 11 de enero de 2016

GOODBYE DAVID
     Hay quien nace... incapaz para cierto tipo de relaciones humanas.
     Comienzo a escribir estas líneas sentado en un rincón de una gran cafetería cuando, desde el extremo opuesto, la televisión me informa de que David Bowie, quien fuera número uno en las listas británicas el día en que yo nací, ha fallecido a los sesenta y nueve años. Cáncer. Con todo lo que el tío debió de meterse durante... veinte o treinta años. Cáncer. Dieciocho meses luchando contra él; o con él, codo con codo: muy Bowie, muy Ziggy.
     Yo iba a escribir -así había comenzado, de hecho- acerca de la labilidad emocional y sus parientes más próximos: egoísmo e incapacidad emotiva. El caso es que Bowie ha muerto y me he quedado parado pensando y recordando, así que el tiempo ha transcurrido sin mí y ahora encuentro que mi descanso de café y cuaderno tiene que acabar; porque debo volver al trabajo. Adiós a mi ensayo acerca de los témpanos humanos. Maldigo el trabajo, maldigo el cáncer, maldigo al mismo Bowie y me maldigo a mi mismo; porque, en el fondo, todos somos igual de culpables en esto de descuidar el futuro de la Humanidad.
     David Robert Jones se va dos días después de lanzar al mercado 'Blackstar', un último trabajo arriesgado y estudiado -que habrá que estudiar con mimo y esmero-, milimétricamente calculado, como sólo el Duque Blanco sabía hacerlo: su carta de despedida o testamento y última voluntad musical o un guiño más para dejar claro qué era lo que recorría la avenidas neuronales de este genio británico. Un broche final de lujo para el único grande que se ha ido con un gran final.
     Esta noche, supongo, me tomaré un trago a la salud del bueno de David mientras observo como mi hija baila al ritmo del 'Life on Mars' o del 'Rock and Roll suicide'. Fin de otro día más, otra vez. Adiós David, buenas noches.