Yo, soy el hombre del siglo XXI, ...el
maldito siglo XXI; no tengo tiempo para ser persona, para ser padre cariñoso, atento
esposo, hijo preocupado o amigo abnegado. No disponen mis días de horas
suficientes para pensar y sopesar ninguno de los muchos actos que acometo cada
jornada; mis horas no cuentan sesenta minutos, sino sesenta agrupaciones de
sesenta decepciones individuales imposibles de sobrellevar. Los segundos que
componen mi existencia se dividen entre aquellos en que sueño con disponer de
más tiempo y los otros, insuficientes segundos demasiado ocupados como para
reflexionar sobre su cometido antes de verse extinguidos.
Está claro, soy un hombre del siglo XXI, la
triste realidad de un límite acotado empeñado en anhelos que le quedan
demasiado lejos.