GRANDES
ESPERANZAS
Estimado Señor
Lozano:
Apenas han pasado unos minutos desde que
he terminado, al fin, de leer las cerca de cuatrocientas páginas que componen
lo que usted no ha dudado en catalogar como su gran obra maestra. Permítame que
ahora sea yo quien le dirija unas palabras.
Ante todo quiero agradecerle el interés
que ha manifestado por nuestra editorial. Quisiera además, y antes de entrar en
materia, recordarle que una negativa o un rechazo puntual, no es más que eso,
puntual, no queriendo decir en absoluto que necesariamente uno deba plantearse
hacer carrera en un ámbito distinto ya que, como usted bien sabrá, muchos han
sido los escritores que a fuerza de ser rechazados en sus primeros intentos de
incursionar en el mundo de la palabra escrita, consiguieron alcanzar cotas
elevadísimas tanto a nivel creativo como formal por verse forzados a dar el máximo
de su potencial, y no conformándose con la primera versión de un hijo
superdotado traído a toda prisa a un mundo que aún no se encontraba preparado
para tanta genialidad. Éste, desde luego, no es su caso.
Su prosa, si es que puede llegar a ser
así catalogada y no como una simple secuencia de palabras mal conectadas,
destila lo que un crítico benévolo tildaría de instinto animal exacerbado. Un
servidor, que renunció hace ya bastante a la diplomacia gratuita, se ve en la
obligación de decirle, sin ningún tipo de acritud, que sencillamente apesta; lo
mire por donde lo mire, su obra despide un tufo insoportable que tan sólo puedo
comparar con el hedor de la diarrea de un alcohólico que lleva una semana
comiendo cebollas y bebiendo licores de alta graduación.
Sinceramente, espero que jamás tenga que
verse en la tesitura en la que hoy me hallo yo; dudo que pueda hacerse una idea
aproximada, ni de lejos, del dolor mental, del tremendo esfuerzo, de la ardua
tarea que a mis maltrechas neuronas les ha supuesto el tener que vérselas con
semejante insulto a la inteligencia humana.
¿En qué momento decidió consagrarse, tal
y como usted mismo se expresa en la carta con que ha tenido a bien acompañar su
‘novela’, en cuerpo y alma a la creación y recreación a través de las manchas
de tinta con forma reglada? Por el bien de la raza, espero que no fuese
realmente gracias a su profesor de literatura de segundo de bachiller; Dios
sabe que no podría soportar recibir un mamotreto al año, obra cumbre de algún
coleguilla suyo con inspiración y motor primero común.
Para terminar, y antes de despedirme, me
permitiré la licencia de darle un consejo que, no por ser gratuito carece de
valor; cómprese una escoba, un recogedor, un cubo, una fregona y unas cuantas
bayetas y abra, a la mayor brevedad posible, una empresa de limpieza. La
sociedad en su conjunto, aún en silencio, se lo agradecerá.
Atentamente; Martín Nozala. Ediciones
In-Alámbricas.