jueves, 30 de abril de 2015

AHORA QUE NO ESTOY (pt.01/18)
ANTES DE MARCHAME
-Preludio-
     Anoche, cuando apagué el televisor antes de irme a la cama, pude ver cómo la última imagen que había aparecido en la pantalla, tardaba unos segundos en disiparse hasta desaparecer por completo, algo así como un eco de la que había sido justo antes, cuando aún estaba encendida.
     Pues bien, las páginas que aquí y ahora comienzan a escribirse, no son más que eso; el eco que quedará resonando, para quien lo quiera escuchar, cuando me haya marchado.
     Durante estos últimos días no he parado de darle vueltas a la idea de esta colección de escritos que, por enésima vez, tratan de buscar la definición perfecta con la que dar nombre y dotar de sentido, de algún sentido, convencional o no, al viaje que hoy comienzo. Creo que al fin lo he encontrado.
     Este soy yo. Actor de una película rodada sin guión, sin ensayo previo, recogiendo cada momento, cada instante vital, entre diapositivas de la memoria, a veces móviles a veces quietas, tal y como vienen las ideas, la necesidad, el ánimo, los recuerdos, el hambre, el ansia... Pequeño glosario-ideario de todo aquello que me define realmente, por encima de un nombre, unos apellidos, el largo de mi cabello en este preciso y precioso momento o la marca de mis pantalones.
     De eso se trata; testimonio vital o testamento, ¡qué más da! Al fin y al cabo, autorretrato. Un autorretrato como otros ha habido antes, pero no un autorretrato más; al contrario, un autorretrato más limpio, más puro, más fiel, no sólo a mí mismo, sino también a ese legado que una noche soñé dejar, no recuerdo si por escrito o en forma de canción.
     En cierta forma, el viaje que aquí comienza, bien podría ser un disco recopilatorio de puño y letra, de una trayectoria vital estrechamente ligada a la música. Porque, al fin y al cabo, como ya dije una vez hace veinte años, soy un pozo lleno de recuerdos en forma de canción.
***
     Siempre me ha gustado pensar que tengo cerebro, así que no puedo sentirme tan culpable por las cosas que pasan, como por las que no permito que pasen.

miércoles, 29 de abril de 2015

"En la vida del hombre hay una edad destinada para la instrucción y otra para la acción; una para adquirir la verdad, y otra para obrar según ella".
Gaspar Melchor de Jovellanos en su 'TRATADO TEORICOPRÁCTICO DE ENSEÑANZA CON APLICACIÓN A LAS ESCUELAS Y COLEGIOS DE NIÑOS' (1801)

jueves, 23 de abril de 2015

"La esclavitud existe y se propaga en nuestra sociedad sin que tomemos conciencia de ello, como existía en la Europa del siglo XVIII, sin que los hombres de aquella época se percataran de ello ni la reconocieran bajo la forma atenuada de la servidumbre".
Lev Tolstói de su obra 'CONTRA LOS QUE NOS GOBIERNAN' (1900)

domingo, 19 de abril de 2015

CONSECUENCIAS
     Yo era donante, eso es lo más gracioso del asunto. Tal vez el detalle no parezca importante, pero tenedlo en cuenta: yo era donante de sangre.
* * *
     Llevaba todo el invierno sin soltar un estúpido resfriado por culpa de mi animadversión a los fármacos. "No pienso tomar ni una maldita pastilla -decía yo después de seis semanas tosiendo, estornudando y moqueando-; ya mejoraré cuando llegue el buen tiempo". La cuadragésimo séptima tarde, coincidiendo con el estornudo número seiscientos veintiocho, recibí una llamada telefónica de la unidad de donantes de sangre de mi comunidad informándome de que mi sangre -no la mía en concreto, sino mi tipo de sangre- escaseaba.
-¿Puede pasarse a echarnos un cable? -me preguntó la amable señorona al otro lado del aparato telefónico-.
-Lo siento -respondí-, llevo unos días con un buen constipado.
-No se preocupe, cuando mejore...
Y colgó. Recuerdo que pensé "cuando llegue el buen tiempo".
     Esa misma tarde salí a correr. Llovía, mucho, demasiado; un coche patinó cuando su conductor pisó el freno en una curva cerrada por la que yo trotaba confiado. Me pasó por encima; así que ahí estoy yo, tendido en el suelo, desangrándome, esperando una ambulancia que me llevará a un hospital en el que no podrán hacer nada para salvarme, básicamente porque no disponen de una sola gota de sangre de mi tipo. Y yo estornudo por última, o puede que penúltima vez en mi vida, y digo en voz alta "cuando llegue el buen tiempo".

martes, 14 de abril de 2015

"¿Es la instrucción pública el primer origen de la prosperidad social? Sin duda. Esta es una verdad no bien reconocida todavía, o por lo menos no bien apreciada; pero es una verdad. La razón y la experiencia hablan en su apoyo".
Gaspar Melchor de Jovellanos en un discurso pronunciado en los primeros años del siglo XIX

sábado, 11 de abril de 2015

-Un dios, un auténtico dios dorado.
-Como Jimmy Page... cien años antes.
-Sí, cien años antes.
     Hablaban de Tchaikovsky; cuatro muchachos desmelenados, con chaquetas de cuero y botas camperas, exaltados por imperativo de la eternamente joven noche avanzada, ensalzando el recuerdo del genio ruso que revolucionó y evolucionó la música rusa hasta llevarla a las puertas del siglo XX.
-Qué me decís de su 'Obertura 1812'; genial amigos, ¡genial!
-Sí, 1812... y esa patada en las pelotas al capullo de Napoleón.
-Y al corrupto ese.
-¿Quién?
-Grévy, Jules Grévy.
-Sí, un dios dorado. Como Jimmy Page cien años después de él.
-O como Bach ciento y pico antes.
     Tchaikovsky, hermano de Anatoli, el perfeccionista obsesivo, la respuesta al Grupo de los Cinco, el homosexual tranquilo. Tchaikovsky, toda una 'pop-star' en la Rusia zarista de los Alejandros -II primero, III después-, la Madonna de la música sinfónica, el Dylan de la orquestación que no llegó a vivir lo suficiente para disfrutar de algunas de sus piezas tal y como las había concebido. Tchaikovsky, el maestro distante, el hombre comedido aunque impulsivo, calmado a la vez que nervioso, asustado y decidido; Tchaikovsky, el hombre -y punto-.
     Y más de cien años después de su muerte, en este rincón lleno de ruido de la oscura noche salmantina, a tres grados bajo cero, cuatro veinteañeros resucitando su memoria o su legado o su... su simple esencia. Qué más contar.

miércoles, 8 de abril de 2015

SIN TÍTULO (NÚMERO UN MILLÓN)
     Destellos de una sociedad que ya ha ido un paso más allá de la decadencia. Palabra clave: distancia; cualidad: asepsia. En el fondo somos como esos caramelos que aparecen en el fondo de los bolsos de las señoras cuando van al teatro o al cine, caramelos a los que se les ha pegado el envoltorio tanto que da la impresión de que uno nunca podrá llevárselos a la boca; capas y más capas de protección bien adheridas a nuestras almas para mantenernos prudentemente alejados de la humanidad que nos rodea.

domingo, 5 de abril de 2015

EL ENCUENTRO (#2)
     Y qué más dará el nombre de la ciudad; pudo ser en Granada, en Poitiers o en Arcadia, en Londres, Tulsa... no es eso lo que realmente importa. Qué entonces; el... calor, el recuerdo del mismo y el calor que el propio recuerdo del primero desata. Qué es la memoria al fin y al cabo, poco más que un reflejo de algo que nunca fue exactamente como parece ser.
     Palabras: adjetivos, nombres... colección de atributos innecesarios; sólo el sudor parece importante.
     Ella estaba desnuda, sonreía; él, parado frente a ella, muy estirado, muy asustado, lloraba. La escena era ridícula, ella sobre la cama y él en calzoncillos gimoteando; y a la vez todo era tan hermoso... Su cuerpo -el de ella- esperando al de él, su última decisión, su salto definitivo, su arranque de valor final, un poco de caridad.
     Nada importaba cómo habían llegado hasta allí, qué pasos fueron dados en la prehistoria personal de ambos para terminar en aquella habitación de hostal a las cuatro de la madrugada, nerviosos, ansiosos, excitados y asustados. Los años no habían pasado en vano; tres, diez, quince... dos mil, qué más da. El sol comenzaba a asomar, otra vez, en el horizonte lejano; el encuentro se había consumado, y ninguno de los dos podría ya olvidarlo jamás.

viernes, 3 de abril de 2015

     Llamando al espacio exterior; a un punto indeterminado, desconocido, ignorado -da igual- del todo absoluto que nos rodea: ¿hay alguien ahí?
***
     Ryan nació con 'el don'; no hubo culpa ni mérito alguno que atribuirle a nadie, ningún antecedente familiar podría haberlo vaticinado. Con once años, después de escribir una larguísima carta que con el tiempo se convirtió en un breve relato por el que cierta editorial llegó a cobrar veintitrés euros por ejemplar, se tomó su primera cerveza y, acto seguido, se cortó las venas. Entre las setecientas veinticuatro líneas que componían su última misiva -que también era la primera-, destacaba una: "mis ojos se han saturado con toda esta luz; es tanta y tan poderosa que no soy capaz de cerrarlos, tendré que encontrar otra forma de volver a la paz de la oscuridad".
     No tuvo suerte, erró en sus cálculos y su primer intento de suicidio se quedó en eso, intento, y nada más. Hubo otros, tres, antes de que un cáncer de páncreas se lo llevase en pocos meses a esa oscuridad que tanto añoraba.
     Durante los treinta y cinco años que 'aguantó' con vida, escribió cuatro novelas, un poemario y varios cientos de artículos y relatos. Jamás llegó a ver nada de todo ello publicado; fue Jean-Philippe , esposo de su hermana y editor, quien sacó a la luz toda su obra en los años posteriores a su fallecimiento. En total, los ingresos generados por las ventas del fruto de toda una vida dedicada a la escritura, ascendieron a la nada insignificante suma de cuatro millones de euros -céntimo arriba, céntimo abajo-. Ryan, curiosamente, generó una fortuna de la que nunca disfrutó; murió solo, en una buhardilla mohosa llena de libros y trastos viejos, como un hombre abandonado... Abandonado por todos -conocidos y extrañso-. Abandonado por la sociedad. Abandonado por sí mismo. Abandonado por Dios. Aún más curiosas, no obstante, fueron las palabras que escogió para poner punto y final al último de sus escritos, una reflexión acerca de la teoría de los universos múltiples y del 'eterno retorno', que concluyó con un contundente "no os preocupéis, no hay nada que agradecer".