BIENVENIDO
A ESE LUGAR TAN CERCA DEL FINAL
¿Hay alguien ahí, al otro lado, ansiando
poder echarnos un cable?
Hoy ha vuelto a pasar; un cliente –y van
tres este último mes- ha puesto fin a nuestra relación que, en este caso, venía
durando desde que inauguró su negocio, hace exactamente tres años. No lo ha
hecho por verse obligado a cesar su actividad laboral –aunque también este caso
lo conozco de primera mano-, ni por ‘recortar’ gastos. Lo ha hecho , simplemente,
porque un ‘compromiso’ le obliga a entregarle a alguien más ‘conocido’ que yo,
aquellas responsabilidades que un día tuvo a bien confiarme a mí –que también
era, por aquel entonces, ‘un conocido suyo’; imagino que por esos días el
recientemente incorporado al sector del mantenimiento y la limpieza trabajaba
en un precioso despacho con vistas al Parque San Francisco, mientras yo llevaba
ya siete años ocupándome de la indeseable tarea de pasar frío, sudar y
dedicarme a lidiar con la basura de otros-.
Siempre es igual; cada vez que un
cliente me informa de su decisión de prescindir de mis servicios, sea por el
motivo que sea, me invade la sensación de estar perdiendo un empleo, más que un
trabajo, un puesto de trabajo. Es lo que tiene ser autónomo, dicen –por cierto,
¿Quiénes son los gilipollas que lo dicen?-.
Resulta inevitable sentirse como si el
gerente de una empresa a la que le has dedicado todo tu tiempo durante varios
años, te echase a la calle sin la menor preocupación. Tan inevitable como preguntarse
si a alguien ahí fuera le importan realmente tus preocupaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario