sábado, 19 de enero de 2013


Es bueno ser rey,
aunque sólo sea por un día;
sentirse el amo del mundo,
tener licencia para hablar y
hacer callar a la nación entera
obligándole a prestarte atención,
conjugar cualquier forma verbal
sin tener que pedir perdón,
ser el elegido
entre millones de hombres
que podrían merecerlo más que tú.
Que se lo digan a Elvis
después de echarle el guante,
sin compasión alguna,
a un par de canciones ajenas y,
con su media sonrisa reluciente,
convertirlas en himnos imperecederos.
Sí, es bueno ser rey;
saber que no hay tumba tan profunda
como para enterrar definitivamente
el eco de tu voz,
conocer los secretos ocultos
con los que otros ni se atreven a soñar,
tener el mundo entero en tus manos,
…poder contemplarlo y sonreír.
¡Pero qué bueno es ser rey!

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