jueves, 4 de abril de 2013


CIGARRILOS ELÉCTRICOS
     -Cigarrillos eléctricos -dice una escuálida y pálida azafata a través de los altavoces, reclamando mi atención-.
     ¿No serán 'electrónicos'?, pienso yo; pero ella continúa en sus trece.
     -Cigarrillos eléctricos -repite ella con acento británico-; ideales para fumar sin molestar a sus vecinos. Ya puede disponer de los auténticos cigarrillos eléctricos que le permiten fumar en cualquier edificio público, en trenes y autobuses, o en este mismo avión. Al fin puede tener la cantidad exacta de nicotina que su cuerpo necesita para estar bien sin molestar con su humo a los demás.
     ¡Coño!, me digo; 'la cantidad exacta que su cuerpo necesita para estar bien'. A ver si es que me duele el pie derecho por culpa de mi resistencia a convertirme en fumador.
     -Además los cigarrillos eléctricos duran más que dos paquetes de tabaco normal y cuestan sólo la mitad. También pueden adquirir nuestra exclusiva lotería -sigue ella, tan locuaz y desprendida, manteniéndonos informados por nuestro bien-; dieciséis millones de euros para usted, para todos ustedes.
     ¿En serio? ¿Dieciséis kilos para cada uno de los ciento quince pasajeros de este vuelo? Ahora entiendo por qué mañana la compañía dejará de operar.
     -Gane nuestra lotería y cómprese todo lo que necesita -ojo, no lo que quiera, lo que necesita-; una casa más grande, un coche deportivo o un yate, o los dos. Incluso un avión privado para no tener que volver a viajar rodeado de gente -y así, de paso, poder fumar en él-, o para no volver a oírme a mí decir estas tonterías.
     -La primera cosa lógica que te oigo decir, muchacha -vocifero yo-; dame todos los números, por favor.

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