sábado, 31 de agosto de 2013

DECLARACIÓN DE UN TIPO REALMENTE AFORTUNADO
     Yo siempre he sido muy enamoradizo; ya con siete años solía fantasear con que yo era el 'vagabundo' que conquistaba a la 'dama' de turno y algunos años más tarde, ya en la universidad, era capaz de perderme entre clase y clase siguiendo a alguna desconocida que había conseguido cautivarme mientras se recogía el pelo con una goma elástica vieja y deshilachada.
     A mis treinta y tres recién cumplidos, me sigue pasando lo mismo. A fecha de hoy, calculo que me enamoro unas cuatro veces al día; todas ellas de mi esposa, por supuesto. Y es que ella es lo que yo llamo 'una mujer de verdad'. Siempre dispuesta a permitir que el beneficio del prójimo -esto es, muchas veces, el mío propio- se imponga al suyo. Es capaz de pacificar cualquier cruenta guerra que haya eclosionado en su entorno, aparentando hacerlo sin el menor esfuerzo. Siempre que alguna borrasca se instala en mi cabeza y me impide ver la luz, es ella quien sonríe y se encarga de apaciguar la furia de las tempestades que en mi interior se desencadenan. Estoy seguro de que, sin ella a mi lado, a día de hoy yo no tendría trato con la mayoría de mis familiares -de hecho, puede que con ninguno de ellos-. Sus amigas a menudo se refieren a ella como 'madre tierra', y es que el respeto y el amor hacia este maravilloso planeta que se nos ha arrendado, es una de sus principales cruzadas. La he visto hacer replantearse sus ideas a algunos de los más cerriles y convencidos cabezudos ideológicos con sutileza y sencillez, doblegar a más de un capullo con un buen juego dialéctico y rematar a varios engreídos con su actitud positiva y llena de energía. Es, sin duda alguna, una de las personas más fuertes que conozco; más que un ejemplo a seguir, algo a lo que aspirar. Ella es, en definitiva, la única persona que, habiéndome decidido a dedicarle estas palabras, me hace dudar de mis capacidades como escritor durante cuatro días, antes de que arroje la toalla y cruce los dedos mientras le leo estas líneas mal escritas y espero que, aunque imprecisas e insuficientes, le hagan sonreír.

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