"Fui al
matadero para observar lo que llamaban 'matanza eléctrica' y vi que fijaban
grandes tenazas metálicas en las sienes de los cerdos, cuyos extremos estaban
conectados a una corriente eléctrica de 125 voltios. En cuanto los cerdos tocaban
las tenazas, caían inconscientes, se ponían rígidos y al cabo de unos segundos
empezaban a convulsionarse como hacían nuestros perros cobayas. Durante este
periodo de inconsciencia -como epiléptico- el carnicero mataba y sangraba a los
animales sin dificultad alguna".
Ugo
Cerletti, psiquiatra, acerca de su 'invención'
de la terapia de electroshock (1954)
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