jueves, 5 de septiembre de 2013

LA REALIDAD... (capítulo 17)
     La realidad es que tu ayuntamiento te cobra una serie de impuestos por deambular por sus calles -que son las tuyas-, por pisar las mismas aceras que ocupan las terrazas de los establecimientos hosteleros que pagan, a su vez, otros impuestos por 'ocupar' esas mismas aceras por las que a ti te resulta más bien difícil caminar. Ese mismo ayuntamiento te cobra cada año un 'impuesto de circulación' con independencia de cuantos kilómetros te hagas dentro de tu ciudad, y gestiona ese dinero en poner más parquímetros con los que recaudar más dinero por un concepto que, de no existir la anteriormente citada circulación, sería imposible: el estacionamiento temporal. Eso sí, ni un sólo euro de ese dinero se reinvierte en asfaltar las calles con socavones y desperfectos que, mira tú por dónde, dificultan la correcta conducción, esto es, que imposibilitan la libre circulación de vehículos que pueden haber llegado a pagar dos veces por el hecho de ejercer su derecho a hacerlo. Ojo, esto no es cosa exclusiva de los ayuntamientos; qué me decís de las autopistas de peaje en las que, dadas las condiciones de determinados tramos del pavimento -que claramente no es mantenido como debiera serlo-, resulta un auténtico suicidio conducir a la velocidad que en las mismas se especifica. ¿Dónde cuernos está el Gobierno Estatal, ese formado por una colección de super-funcionarios que cobra sueldazos por, supuestamente, controlar cosas como 'la seguridad de los ciudadanos'?
     Habría que rescatar el espíritu de Thoreau, por imperativo moral y emocional; deberíamos negarnos, todos nosotros, a pagar nuestros impuestos, los estatales, los autonómicos y los locales, por incumplimiento de contrato -que digo yo que las promesas electorales debieran ser consideradas contrato verbal-, o por la sencilla razón de no realizar correctamente su cometido aquellos individuos que gestionan dichos tributos y cuyos sueldos provienen de estos mismos gravámenes. A un carpintero le pagan por fabricar una mesa -por ejemplo-; si la mesa está mal calzada, queda 'coja' y no ofrece el servicio para el que ha sido encargada, ese carpintero no cobrará por su chapucero trabajo. ¡Pues hagamos lo mismo con esta pandilla de politicuchos de gama baja que nos han crecido en el jardín de esta nación nuestra! Mandémosles a donde su actitud y sus desaires se merecen; a la mierda, como decía Fernán Gómez. A mí, personalmente, no me importaría que me amenazasen con enviarme a presidio por insumiso y 'objetor tributario', sobre todo si conmigo se apuntan otros cuarenta y pico millones de 'rebeldes'; entonces, a ver dónde nos iban a meter a todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario