"Yo
quiero tener a mi hijo en los brazos para dormir tranquila y (...) aunque yo
supiera que mi hijo me iba a martirizar después y me iba a odiar y me iba a
llevar de los cabellos por las calles, recibiría con gozo su nacimiento,
porque es mucho mejor llorar por un hombre vivo que nos apuñala, que llorar por
este fantasma sentado año tras año encima de mi corazón".
Federico
García Lorca de su obra YERMA (1934)
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