LAS
CONSECUENCIAS (CAPÍTULO 3)
Que una de las quince fruterías que hay en
mi barrio instale un expositor de 'Matutano' y comience a despachar patatas
fritas de bolsa y demás snacks -antaño conocidos como aperitivos-, debe de ser
consecuencia directa de la sempiterna crisis. La crisis económica, que hace que
una bolsa de ciento diez o ciento veinte gramos de fécula de patata, aditivos,
conservantes y estabilizadores del sabor por un euro con cincuenta céntimos,
sea más apetecible que un kilo de mandarinas a granel por un euro con veinte
céntimos. También están las crisis de valores, la moral, la existencial, la de
la mediana edad y otras que, imagino, nada tienen que ver con el hecho, aunque
claro está que no debemos desestimar que la propia frutera declara sin titubear
que a ella 'la fruta no le va'.
Además, digo yo, habrá que tener en cuenta
que en mi barrio, donde viven unas quince mil personas, hay quince fruterías
-sin contar las que poseen los diez supermercados de la zona ni los tres
autoservicios que venden fruta o el par de quioscos que ha comenzado a
mercadear con algo de fruta de temporada los fines de semana-.
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