LA DIPLOMACIA
La diplomacia te lleva a callar cuando oyes
a un imbécil soltar estupideces a diestro y siniestro en una fiesta a la que tú
también has sido invitado; la diplomacia es la culpable de que un idiota como
Artur Mas no pare de soltar gilipolleces en las que realmente no cree, mientras
se gasta cantidades indecentes de dinero público en su 'teatro de variedades'
-y no hablemos de cuanto le deben a la diplomacia el sosaina de 'ZP' o el
frenillo de Marianín-. La diplomacia es la responsable de que un tal Urdangarín y su señora esposa sigan de paseo por el mundo en lugar de cumplir condena por 'hurto salvaje'. Qué decir de Standard and Poor's, Stanley Morgan's y toda
esa pandilla de abusones de colegio que se dedican a tocarle las narices
sistemáticamente a todos los compañeros de recreo del 'gran hermano'; demos
gracias a la diplomacia. La diplomacia no es más que otro de los estúpidos
inventos del hombre; ahí tenéis el verdadero problema, el hombre. "Homo
homini lupus" escribió Tito Macio Plauto, "el hombre es un lobo para
el hombre".
No entiendo por qué decimos 'ciudadanos'
cuando pretendemos referirnos al conjunto de los habitantes de una nación
dado que, según la Real Academia Española de la Lengua -la máxima institución en
materia de semántica castellana-, 'ciudadano' es aquel que es natural o vecino
de una ciudad -singularidad-. Tal vez debiéramos retroceder unos años en el
tiempo y hablar de 'paisanos', es decir, de aquellos que son del mismo país,
provincia o lugar -comunidad-. Así, podríamos deleitarnos oyendo a un
presidente del gobierno español diciendo: "queridos paisanos, es mi deber
notificarles...". Sería maravilloso, realmente fraterno, social,
colectivo, inclusivo, y no como sucede actualmente. ¿Nadie se ha percatado de
que cuando un dirigente se refiere a los ciudadanos de un país como España,
está omitiendo aproximadamente a un tercio de la población del mismo? Deberían,
todos los hombres y mujeres del campo y la mar de este estado -que son quienes
producen los alimentos que nosotros, los ciudadanos, precisamos y consumimos-,
salir a los caminos y andar hasta llegar a las calles y, después, mandarnos a
todos a la mierda.
Pero claro, la diplomacia les impide a
ellos llevar a cabo la revolución del 'populacho', y a mí me tienta con la idea
de borrar estas palabras.
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