miércoles, 9 de julio de 2014

QUIEN A LO SUYO SE PARECE...
     Supe pronto que eras mi hija; me refiero, obviamente, a que mi predisposición genética -al menos en lo relativo al carácter- había ganado a la de tu madre. Estaba claro, habías salido a mí. Esto se ponía de manifiesto cada vez que alguien se acercaba y te soltaba alguno de esos estúpidos galimatías sin sentido con fingida voz de imbécil y sonrisa inverosímil; tú gritabas, chillabas como si le dijeses "pero qué te has creído, que soy tan ceporra como tú; vete a pintar monas". Se alejaban, habías conseguido echarles de casa.
     Lo dicho, estaba claro que habías salido a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario