VACACIONES NACIONALES
Vas a comer a un restaurante 'guapo' de
esos con servicio de aparcacoches -que no furgonetas- y trescientos quince
tenedores; te plantan delante un plato gigantesco con algún tipo de delicatesen
indescifrable y minúscula que no calma tu hambre, te sueltan una factura de
ciento veinte euros y te despiden, "buen día muchacho". Así que esa
misma noche vas a cenar al bar de la esquina, donde te ponen una fuente llena
de patatas de verdad, huevos de pueblo y jamón serrano cortado en tacos por
ocho euros -diez con dos pintas de vino- y cuando te vas por la puerta oyes a
alguien que te dice "gracias por su visita señor; vuelva cuando
quiera".
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