martes, 18 de noviembre de 2014

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER
     Para empezar, abrir el cuaderno -eso aún sé cómo hacerlo-, tomar un bolígrafo entre pulgar e índice -también- apoyándolo en el corazón -¿dedo?, sí- y comenzar, sin más, a verter todo el contenido acumulado -esto ya... no sé-. Hay fases, etapas que todo escritor atraviesa, dicen todos los escritores cuando no saben qué hacer pero sí cómo; a veces toca cruzar el desierto. Correcto, pero qué pasa cuando uno no sabe ni qué ni cómo, cuando uno no tiene ni idea de por dónde debería comenzar.
     El mundo está lleno de buenos tipos rezando por atreverse a hacer algo, al menos, una vez en la vida; por desgracia también hay unos cuantos hijos de puta que nunca dudan a la hora de poner en práctica toda su maldad. Ese es el problema: un hombre bueno callado no sirve para nada, es sólo parte de la decoración; es más, un hombre quieto, sistemáticamente inmóvil ante la injusticia, la maldad, cualquier agravio o la sinrazón, no puede ser un hombre bueno.
     ¿De qué me sirven todas estas ideas pululando por mi cabeza, incapaces de encontrar la puerta de salida al mundo exterior?
     Ayer un tipo de mi edad se suicidó al caer la noche; al parecer se sentó delante de un giradiscos en el que había puesto un single de 'The man who sold the world', de David Bowie, con una botella de Jack Daniel's y tres docenas de barbitúricos. Nadie sabía que tuviera problemas; ni su novia, con la que vivía, ni sus padres ni su hermano, al  que supuestamente estaba muy unido. Nadie, aunque todo hace pensar que habría sido aconsejable escarbar un poco más. El muchacho, sencillamente no pudo más -con lo que fuese- y decidió poner punto y final -de vez en cuando todos necesitamos poner fin a algo, desde una novela hasta la propia vida-, había tenido suficiente.
     Y yo... cómo gestionar todas estas cosas que tengo por dentro, qué hacer con mis propias posibilidades. Kundera me diría que si sigo en este plan, contemplando todas las opciones, me voy a poner insoportable. Ahora mismo todo lo que me apetece es abrir otra botella de vino y abrazarme a ella; cómo suena esto visto desde fuera. Opciones...

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