martes, 17 de febrero de 2015

MUNDIAL 82
     Un alto en el camino. Refugio de otro tiempo, reflejo de un pasado eterno, detenido hace más de treinta años; entonces yo era un crío acumulando malos recuerdos. No creo que fuera culpable, supongo que no lo merecía -quiero pensar que es así, que ningún crío puede ser culpable a esa edad-, pero alguna vez he dudado: ¿se puede ser inocente y aún así cumplir cruel condena?
     Hacía mucho tiempo, más de diez años, que no viajaba tan atrás; ahora soy un hombre, soy padre, y no puedo evitar sentirme responsable de la sonrisa de mi hija. Soy yo quien tiene una obligación perpetua con ella, soy yo quien ha contraído una deuda con ella. Yo te pedí que vinieses, yo supliqué por ti; y tú viniste, gracias. Gracias por traerme tu sonrisa, tu mirada..., gracias por dibujar en mi rostro un nuevo mapa para hallar la felicidad.
     A mi alrededor el eterno pasado sigue su lento y engañoso movimiento; sin duda para unos cuantos ésta es la mejor de las posibilidades. No para mí; con cierto esfuerzo me pongo de pie y me encamino hacia la puerta, me despido con un susurro, "adiós...", vuelvo a casa, vuelvo a ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario