Y usted, en qué momento vital se encuentra;
quizá haya comenzado a pensar en el ocaso de los días luminosos, tal vez ya
sienta el frío que suele acompañar la pérdida del negro manto que solía cubrir
la máquina de ideas personal. Imagino que a estas alturas ya lo sabrá todo; al
menos así lo creerá. Pero, permítame que, aunque apenas sirva para entretenerme
un poco a mí mismo, eleve durante un rato la voz; después de todo, hoy es el
día más triste del año, hoy es mi cumpleaños, y creo que me merezco esta
pequeña transgresión.
Tome nota: sólo los tontos miran hacia
dentro; así que sitúese delante de los escaparates, siempre de espaldas a ellos
y, megáfono en mano, rete al último de los filósofos capaz de caminar entre las
fieras sin echarse a temblar. Después de un buen rato mirándose a los ojos,
sosteniéndose mutuamente las turbias miradas, podrán disfrutar de una partida
de dialéctica-rotativa-psicodélica-inmóvil. Sin duda, les será de provecho;
aprenderán técnicas de supervivencia y disuasión con las que salir airosos de
futuros encuentros sociales no deseados.
Hasta aquí el último de nuestros
innecesarios comunicados que nadie ha solicitado. Usted verá qué hace con la
información recibida. Sea feliz, si es que puede, y manténgase alejado de los
diferentes libros que recogen y reeditan y recopilan las distintas reflexiones
de Henry David Thoreau. Yo ya se lo he dicho, el que avisa no es traidor.
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