Y,
de qué demonios se tratará
hoy,
mi querido amigo;
seré
yo quien te mate o
tendrás
tú que romperme en pedazos
la
boca, la espalda, el alma.
Después
de tanto tiempo
te desvelas
ante mí pidiéndome
que
mire en el espejo y vea
de
una vez por todas
esta
cara que no conozco tan bien,
este
rostro que ignoro,
estas
poses que me son ajenas,
estas
manos sucias y viejas
que
no pueden pertenecerme de verdad.
Abandóname
en cuanto puedas,
sal
corriendo, no mires atrás;
huye
de esta bestia sedienta
de
sangre y de palabras,
de
tinta y de almas;
este
ser opaco y oscuro
que
ya, de nada bueno puede ser capaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario