NOTA DE SUICIDIO A PIE DE PÁGINA
Hoy he tomado la decisión de matar a un
hombre. No a uno cualquiera, esto... no es un experimento: arrebatarle la vida
a cualquiera comenzando por suprimir su voluntad y siguiendo con la habitual retahíla
de torturas y vejaciones varias. No, no se trata de eso; yo he decidido matar,
liquidar a un tipo despreciable al que conozco a la perfección, la clase de
hombre cuya muerte debiera ser celebrada por toda la Humanidad.
Borracho, sucio, putañero malhablado,
egoísta, mentiroso, pérfido y soez, violento, chulo engreído y tacaño. Se trata
de uno de los seres más desagradables que han habitado este planeta en los
últimos... cien años. Están Adolf Hitler, Iósif Stalin, Richard Nixon, Heinrich
Himmler, Deng Xiaoping, Vargas Llosa y él. Un
auténtico deshecho humano.
Le mataré por el bien de mis
semejantes, por mi propia paz interior, aprovechando cualquier despiste que
tenga en medio de su rutina diaria. Le arrojaré desde lo alto de un puente al
vacío, le clavaré una barra de hierro en el cerebro a través de la cuenca del
ojo izquierdo, le segaré la yugular mientras se afeita, o puede que le empuje
delante de un autobús urbano cuando espere frente a un semáforo en rojo.
No fallaré, lo sé. Lo sé, estoy preparado,
listo para ello, acabaré con la vida del más despreciable de cuantos hombres he
conocido: yo.
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