EL HOMBRE DEFINITIVO
Estoy cansado; mucho, incluso demasiado
para terminar de escribir esta reflexión.
* *
*
El de la sonrisa; la sonrisa, la alegría
manifiesta, como obligación. Retomo el hilo de mis pensamientos varios días
después de haber desistido por hastío, dejadez extrema o depresión precoz.
Ahora mismo no tengo la sensación de tener algo realmente importante, o al
menos interesante, sobre lo que hablar; escribo al vuelo, sin pararme a pensar
para luego formular y finalmente decidirme a manchar el papel, total, qué
diferencia podría haber entre la visceralidad de mi cuadriculada mente y el
pausado devenir de cualquier reflexión nacida de esa misma cabeza en una
explosión fugaz. Las formas, hoy, me dan igual; no tengo ganas de pulir mis
ideas, llevo demasiados años trabajando así: sin tiempo y con definición total.
En varios aspectos, me siento como una suerte de Harry Callahan de las letras:
el hombre definitivo.
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