martes, 23 de agosto de 2016

     El jamón de york tiene pelusa; una suerte de finísima manta blanca y azul acaricia mis dedos  mientras despego lonchas antes de tirarlas a la basura. En la televisión Cristina F. comienza su descenso en picado hacia algún lugar próximo al infierno. Rajoy se 'raja' en el último momento y Albert y Pedro..., bueno, cada cual a lo suyo. Todos seguimos en nuestros trece. Yo escribo estas líneas con el único propósito de despedirme con algo de dignidad del respetable, quizá incluso con algo de... ¿interés, emoción? Apenas han pasado unos pocos días desde que tomé la decisión de dar carpetazo a este capítulo de mi vida y, sin darme cuenta, ya hemos llegado a la meta. En la radio David, otra vez; a mí no me importa que su muerte haya vuelto a ponerle de moda, tanto mejor. Aún no consigo acostumbrarme a un mundo sin él, obligarme a la certeza de que ya nunca podré verle en directo; en cierto sentido siento que digo adiós porque él se ha ido. El día que yo nací, hace hoy veintidieciséis años, él era el número uno en las listas de éxitos del Reino Unido; eso marca. El estruendo de una estantería cargada de libros que se abalanzan sobre el suelo al ceder ésta por el excesivo peso de la cultura, me saca de este último ensimismamiento: va siendo hora de decir adiós. Mañana... el proceso seguirá: caminaré por las viejas calles conocidas, correré cuesta arriba, transitaré la oscuridad en silencio y rigurosa soledad; haré lo mío, que es lo que me gusta, para lo que he nacido. La última tecla se resiste, ¿por qué? Cuestión de supervivencia. Tómense, si así lo desean, un último trago a mi salud -hoy invito yo-; beban y rían mientras puedan: esta noche el mundo sale a la venta y tarde o temprano alguien se lo llevará de calle, como si de una prostituta drogada se tratase, a precio de saldo. Esto, no obstante, no es un epitafio; ante todo, no es un epitafio. Por mucho que a los Hitler y Stalin de este tiempo, los Putin y los Trump, les pueda incordiar, este no es el final de nada. Sencillamente se trata de una despedida más: adiós.

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