-El
problema es el siguiente: la gente desaparece, rompe con todo y se larga;
durante un tiempo, unos años, muchos quizá, no hacen nada, nada que les delate,
se quedan quietecitos, tranquilos, sin llamar la atención, y un buen día,
cuando piensan que ya nadie los está esperando, se relajan y vuelven a ser
ellos mismos. Tal vez no en todo su esplendor, puede que incluso se hayan
olvidado de muchas de sus habitualidades, pero, aunque sea en un detalle de lo
más tonto, vuelven a caer.
-¿Por
qué?
-Qué
se yo; intentan ingresar en la sede local del mismo club al que pertenecieron
en la ciudad de la que huyeron?
-Puede
que un simple gesto al reconocerse reflejado en algún trabajador que se dedique
a lo que solía hacer en su pasado.
-Exacto:
un simple gesto y un millón de preguntas desencadenadas.
-Preguntas
incómodas, del tipo ¿por qué le sonríes al camarero, Arthur? ¿Te has vuelto
marica o es que pusiste un par de copas en alguna fiesta de tu hermandad hace
50 años?
-A
eso me refiero.
-Ya
veo... ya.
-Puedes
escapar, huir; pero siempre te llevarás algo contigo, y antes o después, lo
dejarás salir a pasear.
FIN DE LA 3ª CONVERSACIÓN
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