BOSQUEJO DE UNA NOVELA
Bailando
conmigo mismo, a solas; voy en un tren que sigue un ritmo infernal a través de
sinuosos acantilados flanqueados por montañas de incomprensión y miedo y con
una caída libre llena de incredulidad.
Da la
sensación de que lo único que podemos hacer es sudar. Ninguno de nosotros es
dueño de su propio cuerpo, hipotecamos nuestra voluntad en la entrada a cambio
de otra noche más.
Todas las
ideas son bien recibidas, ninguna escuchada. Luna llena ahí arriba; mañana
vendrá la caída. Miedo en la altura que primero despertó tal atracción que
ahora vagamos sin rumbo llenos de pretensiones.
El cuaderno de
bitácora no da para mucho más; los ‘ciberpunks’ comandados por el ‘Gran
Rebelde’ tomaron el control de la nave hace tiempo y el capitán continúa en
paradero desconocido. Desaparecido él, quedaron algunos profetas pero, poco a
poco, sus voces fueron quebrándose una tras otra. Ahora sólo quedo yo en medio
de toda esta locura encerrada en el paraje más desolador, que un hombre pueda
concebir en su mente, en medio de la noche más oscura.
Mi nombre poco
importa. Son las doce de la noche del día ‘cero’; comienza un nuevo mundo.
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