martes, 24 de abril de 2012


AL SERVICIO DEL CIUDADANO

        De un tiempo a esta parte parece que el modelo a seguir por parte de la mayoría de las entidades bancarias de este país es, al menos en lo referente al ahorro de personal, el de ING –o una versión más que extrema de la filosofía de esta entidad que representa el paradigma bancario del ‘hazlo tu mismo’, o lo que es prácticamente igual, ‘¿para qué necesitas una oficina?’-.
Así nos encontramos día tras día con la incoherencia de una larga fila india ante un cajero automático –creado en principio, a fin de agilizar los trámites bancarios de los clientes de los bancos- mientras un par de cajeros de carne y hueso esperan en sus mesas a que alguien se acerque preguntando por un depósito o seguro con el que colocarle, de paso, una cubertería, un juego de herramientas o un par de jarrones horteras.
“Los ingresos deben de realizarse a través del cajero”; sí, pero, ¿acaso el cajero automático acepta monedas? Evidentemente, no. La cuestión es sencilla; si en lugar de ingresar 500 euros, ingresamos 499, o 501, o incluso 500 euros y 1 céntimo, no tendrán más remedio que ser ellos mismos, personas reales con carrera, varios masters y un par de idiomas, quienes nos atiendan ‘en ventanilla’, y no nosotros quienes tengamos que vérnoslas con la dichosa maquinita, a la que poco le importa si eres demasiado mayor para entenderla o si se te han olvidado las gafas o si esa mañana te has levantado analfabeto total, prácticamente en la puerta de la calle.
Lo dicho; al servicio del ciudadano.

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