miércoles, 2 de mayo de 2012


DÍAS DESPUÉS DE LEER UN PANEGÍRICO
Después de que ella se fuese, todas las cosas que me había regalado a lo largo de los años, comenzaron a estropearse; una tras otra todas fueron despidiéndose de mí entre pequeñas explosiones y quejumbrosos ruidos. Lo hicieron como si su partida las obligase también a ellas a marchitarse y fallecer.
La última en abandonarme fue la tostadora; ayer mismo la deposité en un contenedor. Eran las siete de la mañana y, mirando al cielo limpio de un nuevo día, me despedí definitivamente de ella.

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