Y pregunto yo: “¿cómo se rompe ese círculo cuando, ante un impago, La
Caixa reacciona quedándose con tu piso, obligándote a seguir pagando su
hipoteca y dejándoos en la calle a ti, a tu pareja y a tus dos hijos?”.
A lo que mi esposa, sabia donde las haya, me ilumina comentando: “cuando
eso suceda La Caixa podrá hacerse cargo de tus hijos”.
¡Coño! Acabáramos…; La Caixa quiere quedarse con mi casa, mi dinero y
hasta con mis hijos –supongo que con el fin de adiestrarlos y convertirlos en
raterillos que sisen carteras a guiris en La Diagonal, o bien, para formar un
ejército con el que conquistar el mundo, lo mismo me da-.
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