Era tarde y el frío empezaba a dejarse notar por debajo de las
chaquetas de entretiempo; la mayoría de los muchachos estaban borrachos, tanto
que nadie se percató hasta que fue demasiado tarde de que allí mismo, en el más
oscuro rincón de la explanada, un viejo solitario agonizaba entre sus propios vómitos
mientras recordaba los días en que él mismo había sido un joven gallardo y
despreocupado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario