¿Conocéis esa sensación de que un
negocio está a punto de cerrar definitivamente cuando, dándote una vuelta por
sus pasillos, te percatas de que apenas quedan productos en sus estanterías y
la mayoría de ellos están demasiado próximos a su fecha de caducidad, o cuando
los dependientes tienen mala cara y parecen enfermos o asesinos o, peor aún,
asesinos enfermos?
Pues últimamente, paseando por las
calles y ciudades de este país, tengo exactamente la misma sensación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario