sábado, 17 de noviembre de 2012

SPECIAL EDITION
        Quería movimiento, no asistencia domiciliaria.
        -¡Enfermera, apague el aparato de radio! Por favor -estas dos últimas palabras salieron de la garganta de Jean Paul en un tono tan bajo, apenas un suspiro cayéndose al vacío, que automáticamente se convirtieron en santo y seña de la ‘cruzada de los sutiles’-.

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