SPECIAL
EDITION
Quería movimiento, no asistencia
domiciliaria.
-¡Enfermera, apague el aparato de radio!
Por favor -estas dos últimas palabras salieron de la garganta de Jean Paul en
un tono tan bajo, apenas un suspiro cayéndose al vacío, que automáticamente se
convirtieron en santo y seña de la ‘cruzada de los sutiles’-.
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