QUERIDA
MARÍA (TRES AÑOS DESPUÉS)
Tres años han pasado desde que no estás
aquí; tres años sin tu sonrisa, sin tus ojos clavados en mí mientras te cuento
cualquier tontería, sin tus manos acariciándome el pelo con mi cabeza descansando
sobre tu regazo.
Hoy he rescatado aquella carta que te
escribí poco antes de tu partida definitiva; aquella con la que quise recordar
por los dos, rememorar un tiempo compartido y comprometerme contigo y con tu
recuerdo jurando no olvidar.
Tres años han pasado desde que, mientras
acariciaba tu rostro, sentí como depositabas sobre mi mano tu último aliento;
recuerdo que, un segundo antes de apartarme de tu lecho y decirles a mamá, a
Pachi y a David, que ya no estabas allí, pensé ‘esto me lo quedo para mí, tu último
adiós es mío’.
Tres años… ¿sabes? Cuando hoy me he
despertado y pensado en ti, he sonreído; estoy cumpliendo mi promesa, estoy
luchando contra la oscuridad del ocaso de la memoria. Estoy consiguiéndolo,
sigues viva aquí, dentro de mi corazón y tú, a cambio, sigues obrando tu
milagro en mí; cada día me parezco más al tipo que quiero ser. Eso me hace
feliz.
Hoy, como hace tres años, quiero
prometerte que seguiré trabajando por todo aquello que me hiciste amar; lo haré,
como siempre, con la ayuda del recuerdo de tu dulce mirada, de tu abnegada
sonrisa, de tu ejemplo y tus reconfortantes palabras. Lo haré por ti, lo haré
por los dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario