lunes, 21 de enero de 2013



        Hoy me siento optimista; no puedo evitarlo, se palpa en el ambiente, las cosas van a mejor.
        Al fin, después de sufrir una injustificada travesía del desierto, las entidades bancarias pueden retornar a su actividad principal: vender útiles de cocina a cambio de depósitos dinerarios a tiempos variables.
        Ya iba siendo hora, ¡coño!; ¿para qué habían estudiado si no, un lustro de ‘Económicas’ los abnegados interventores, para qué tres o cuatro ‘Master Business Administration’ y un par de idiomas con diploma y todo?
        La panacea del aspirante a ‘empresario del año’. Bienvenidos, hijos de la banca.
        Hoy he constatado que, después de un par de años ejerciendo exclusivamente de entidad de préstamo y gestión de dividendos, los bancos, al fin, han vuelto a moverse en el entorno que mejor les sienta. ¡Viva la mercadería!

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