Mis necesidades de inmortalidad me exceden,
superan mis posibilidades -e incluso mis deseos-; aún no he conseguido
acostumbrarme del todo a las maneras de ese pequeño genio que albergo en lo más
profundo de mi ser. De hecho, creo que jamás llegaré a aceptarle del todo.
Tan solo espero ser capaz de seguir su
estela sin quedarme demasiado rezagado y obligarle así, a detenerse y esperar
por mí.
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