LOS
MOTIVOS
Cuando aquello que, hace un tiempo te
ilusionaba, despertaba tu emoción y dibujaba una sonrisa esperanzada en tu
cara, se torna frustración y desasosiego, llega el momento de decir adiós.
Sin duda alguna, resulta difícil despedirse
de tus propias 'criaturas', del fruto de tus devaneos y tensiones internas,
dejarles marchar como si de adultos se tratase cuando aún no han cumplido ni la
mayoría de edad; pero aún más aterrador es asistir impotente a la caída de las
bases sobre las que tu obra debiera sustentarse. Decir adiós no es complicado,
sí lo es, en cambio, hacerlo en el momento adecuado; a saber, exactamente
después de haberlo puesto todo de tu parte para evitarlo, y justamente antes de
traicionarte a ti mismo y, por extensión, al mundo entero.
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