viernes, 5 de abril de 2013


LOS MOTIVOS
     Cuando aquello que, hace un tiempo te ilusionaba, despertaba tu emoción y dibujaba una sonrisa esperanzada en tu cara, se torna frustración y desasosiego, llega el momento de decir adiós.
     Sin duda alguna, resulta difícil despedirse de tus propias 'criaturas', del fruto de tus devaneos y tensiones internas, dejarles marchar como si de adultos se tratase cuando aún no han cumplido ni la mayoría de edad; pero aún más aterrador es asistir impotente a la caída de las bases sobre las que tu obra debiera sustentarse. Decir adiós no es complicado, sí lo es, en cambio, hacerlo en el momento adecuado; a saber, exactamente después de haberlo puesto todo de tu parte para evitarlo, y justamente antes de traicionarte a ti mismo y, por extensión, al mundo entero.

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