martes, 9 de abril de 2013


MELANCOLÍA
     Te eché un vistazo desde ahí arriba, desde donde pocos hombres se atreven a observarte, desde un sitio que, en realidad, no está ni arriba ni abajo ni en medio de nada, desde un lugar que no entiende las reglas de las tres dimensiones que un buen día el hombre decidió sacarse de la manga para sorprender a cualquier posible vecino con el que se pudiera encontrar algún día.
     Así que te eché un vistazo; estabas realmente bonita, con tu luz y tu oscuridad confundiéndose en tu rostro, con todas las esperanzas de medio mundo al despertar y con todos los sueños del otro medio al descansar, depositadas en algún rincón de tu cuerpo. Pensé, irremisiblemente, en todas esas guerras que debían estar librándose dentro de ti en ese preciso momento, en todas las estupideces que alguien podía estar susurrándote a voces o gritándote sin mover los labios.
     Pensé en la muerte, en la decadencia...; sentí la melancolía apoderarse de mí y pregunté "por qué". Más tarde, y sin venir mucho a cuento, recordé el título de una novela de Blasco Ibáñez escrita en 1908 y llevada al cine en cuatro ocasiones durante el siglo XX; 'Sangre en la arena'.

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