jueves, 2 de mayo de 2013


     Repartidores chillones, hiperactivos, puede que incluso 'colocados', gritando desde primera hora.
     "Ningún hombre de bien está en la cama a las 10 de la mañana" parece pensar alguno de ellos, así que unos silban, otros canta, algunos hasta gimen onomatopeyas sin sentido; todos haciendo ruido. "Si yo estoy en pie a las 8 -he aquí el peligro del uso indiscriminado de la lógica a toda costa-, todos deberían de estarlo", y venga a gritar y cantar a voces.
     Ahora, seguramente, habrá más de un zoquete que me acusará de cargar contra el pobre e indefenso obrero, de denostar al genuino trabajador español. Esta es mi única defensa posible; no conozco a ningún repartidor que se ponga en pie antes que yo. En serio, jamás he visto a uno por la calle antes de que yo ya lleve una o dos horas trabajando. Pero, olvidémonos de mí -no vaya a ser que ahora alguien me acuse de madrugar en exceso o me tilde de ególatra de mierda-, qué hay de aquellos pobres y genuinos obreros patrios que desempeñan su actividad laboral en el tan denostado turno de noche, esos que llegan a casa -a la suya, para acostarse y descansar, dormir y recuperar fuerzas para volver al tajo a la noche siguiente- a la misma hora, o mejor, quince minutos antes de que el vivaracho repartidor de 'Legumbres la muyerina' se ponga a cantar a grito pelado 'En el pozo María Luisa'.

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