sábado, 22 de junio de 2013

¿ROJO O VERDE?
     Si yo fuese profesor -da igual de qué materia, poco importa en qué curso o centro educativo- jamás utilizaría bolígrafos de color rojo para corregir los exámenes de mis alumnos.
     Dejando a un lado el tema estético -de hecho, se trata de un color, éste, que a mí personalmente me resulta atractivo; quizá por ser el color de la sangre o el de la pasión-, lo cierto es que se trata de un color idóneo para ponerle a uno en posición defensiva; '¡peligro, algo va mal!'. Resulta difícil evitar, cuando uno recibe un escrito suyo corregido con anotaciones en rojo, caer en la desolación que suele acompañar a la sensación de fracaso y centrarse en los errores como parte del aprendizaje. Todo sería tan distinto si un examen -o el manuscrito de un escritor que llega a las manos de un editor dispuesto a echarle un vistazo- fuese revisado -que es una forma más positiva y optimista de corregir- bolígrafo verde en mano... Sin duda el verde destacaría tanto como el rojo, o casi, en un mar de letras negras o azules -los colores comúnmente utilizados- pero, a diferencia del clásico tono colorado, aportaría a las acotaciones realizadas por el corrector, un carácter bien distinto, un toque de esperanza; la de que en la siguiente ocasión, en un futuro próximo, la lección esté aprendida y todo vaya mucho mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario